Opinión
Mayoría selecta
«Frente a los enemigos de la sociedad abierta, siempre dispuestos a rentabilizar el malestar atmosférico, necesitamos desde luego la voz vibrante de esa mayoría cosmopolita y selecta que dibuja el filósofo Javier Gomá». El editor de Ethic, Pablo Blázquez, elogia y recorre las ideas que Gomá desarrolla en su último ensayo, ‘Universal concreto’.
Artículo
Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).
COLABORA2024
Artículo
En su ensayo Universal concreto, Javier Gomá sintetiza la esencia de su pensamiento y nos regala un ejercicio literario de gran altura a través de una filosofía mundana que se ocupa de reflexionar sobre qué hay en el mundo y qué hacer con lo que hay. Es, de nuevo, ese hombre en busca de sentido sobre el que con tanta entereza escribió el pensador judío Viktor Frankl después de los días y las noches abominables en Auschwitz y Dachau. Ante la vida, Gomá defiende lo fundamental en su teoría de la doble especialización. Por un lado, la del oficio; elegir una profesión, un quehacer que nos permita desarrollar nuestras habilidades y aportar así nuestra inteligencia y talento a la sociedad. «Amemos aquello mismo que debemos hacer», escribió Fray Luis de León. Por otro lado, cómo no, el eros, el amor, la especialización del corazón; elegir a una persona —y ser, claro, elegido por ella— con quien fundar una casa y compartir nuestros días. «¿Quieres cansarte conmigo?», decían los personajes (cincuentones ya) de su divertidísima obra teatral.
Como la libertad es la premisa de la ética, en ambos casos se trata de elegir, verbo del que por cierto deriva la palabra elegancia. Así, es elegante quien elige bien. Sobre esos cimientos sabemos que se puede construir una vida que atravesará, como es natural, distintos ciclos: el estadio estético de la primera y tierna juventud, en el que potencialmente podemos ser todo, con ello se fantasea a la vez que se disfruta de una cierta ociosidad subvencionada por el Estado y la familia; y el estadio ético, en el que ponemos en marcha la doble especialización del oficio y del corazón para alcanzar la plena condición de ciudadano. Nos asaltarán, claro, preguntas decisivas por el camino. La conciencia de nuestra finitud se verá recrudecida cuando seamos, en palabras del filósofo, testigos de un delito y presenciemos cómo quien nos dio la vida muere. «¿Eso es todo?», nos preguntaremos entonces, perplejos.
En el centro de su pensamiento se sitúa la batalla crucial de nuestra época: la defensa de la democracia liberal
En su libro, Gomá, que es el filósofo de la ejemplaridad, aborda también la gran contradicción de nuestra época: a pesar del éxito probado del progreso material y moral, a pesar de que vivimos mejor y somos mejores, el malestar cunde entre los ciudadanos. «Éxito y malestar son los dos signos de nuestro tiempo», apunta. Así, disecciona las que para él son las causas de este descontento: la condición doliente del hombre moderno (que por primera vez en la historia de la cultura se enfrenta a un mundo que no tiene sentido), la mayor exigencia moral como consecuencia de la aparición de una dignidad igualitaria y universal («el pasado es la historia de las discriminaciones legal y culturalmente consentidas»), el recelo hacia nuestra propia cultura, que es vista como un elemento de dominación (una dinámica de la sospecha que encuentra en Marx, Nietzsche y Freud a sus tres máximos exponentes) y la caída del Telón de Acero, ya que a su juicio la ausencia de un competidor global habría traído la traumática división interna que está viviendo la democracia occidental.
En un momento de ruido y crispación política como el que vivimos, en el que todos disparan contra todos, Gomá se ha convertido en uno de los defensores más lúcidos y sensatos de la democracia liberal. Aunque él bromea tachándose de «escurrebultista», lo cierto es que, además de criticar públicamente atropellos innombrables como la ley de amnistía, y más allá del compromiso literario que reivindica, en el centro de su pensamiento se sitúa, como decíamos, la batalla crucial de nuestra época: la defensa de la democracia y los valores ilustrados, que por cierto revisita con éxito e imaginación con su concepto de mayoría selecta, oxímoron que nos ayuda a visibilizar el espíritu de nuestro tiempo, o cuando pide un respeto por la vulgaridad, esa hija fea de dos padres estupendos como son la igualdad y la libertad. Como otras tantas voces, la de Gomá también advierte de que esas conquistas democráticas que damos por hechas pueden desmoronarse en cualquier momento. Frente a los enemigos de la sociedad abierta, siempre dispuestos a rentabilizar el malestar atmosférico, necesitamos desde luego la voz vibrante de esa mayoría cosmopolita y selecta que dibuja el filósofo.
COMENTARIOS