Sociedad

Los líderes de hoy, los reyes de ayer

Grandes políticos, militares o eclesiásticos han pasado a la historia como los grandes líderes de la humanidad, pero ¿cómo lograron unos individuos muchas veces desconocidos dominar parte del mundo?

Artículo

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
06
julio
2022

Artículo

Entre los hombres corrientes, ocultos, siempre han existido grandes líderes que han empujado a la humanidad a grandes conquistas y logros. Políticos, militares, puntas de las jerarquías religiosas: todos, de una manera u otra, han pastoreado a sus ovejas con su mando firme y decidido hacia un objetivo. Pero ¿qué tipo de sangre corre por las venas de un líder para que sus congéneres confíen en sus manos sus vidas y almas? 

En su breve estudio titulado Liderazgo a través de la historia (Scientia et Technica), la profesora Sandra Estrada Mejía asegura que un líder es una persona «que trabaja en un grupo y lo influye para lograr un propósito que todos quieren alcanzar». Se trata, por tanto, de personas «capaces de inspirar y guiar y que, además, son reconocidos como un modelo». Una visión que se ha mantenido prácticamente inalterable a lo largo de la historia. 

Según esta definición, por lo tanto, podríamos decir que un líder requiere de ciertas habilidades o conocimientos que lo eleven sobre el común de los mortales: pasión, comunicación, autoestima, responsabilidad o sabiduría. Así, por ejemplo, los capataces de las pirámides del Antiguo Egipto pudieron dirigir esas obras faraónicas –más allá de la coacción– gracias a su saber y a su capacidad de organización y motivación. No es un pensamiento cualquiera: lo comparte uno de los mayores filósofos de la historia, Platón, que defendía que para un gobierno ideal de la polis (o ciudad-Estado griega) se precisaba de un filósofo-rey; es decir, de un hombre versado en el arte del conocimiento que fuera capaz de gobernar con justicia. 

Los líderes nacieron de la formación de las sociedades

Estrada apunta que los líderes nacieron en el momento en que el hombre primitivo se estableció en una sociedad, organizándose en jerarquías; es entonces cuando en su cúspide se asentó el más poderoso. En ocasiones, este era el más sabio, como ocurría con los ancianos que acumulaban años de experiencia, pero en otras era el más fuerte o el más acaudalado. Todas estas formas –la sabiduría, la fortaleza o las posesiones materiales– se convirtieron en poderosas armas de persuasión que han llegado hasta el día de hoy, instaurándose en todos los estamentos de la sociedad, desde la política hasta los negocios o la religión.

Según Estrada, un líder es una persona «que trabaja en un grupo y lo influye para lograr un propósito que todos quieren alcanzar»

A veces, este dominio depende a su vez de otros factores: cuanto más se ha extendido la influencia, ya sea territorial o temporalmente, más grande se considera un líder. El ejemplo más evidente lo constituiría Alejandro Magno, que con menos de 30 años logró conquistar uno de los mayores imperios de la Antigüedad gracias a sus habilidades militares y a su astucia diplomática. En este caso, su autoridad no solo se limitó a las fronteras de sus conquistas, sino que trascendió en el tiempo, influenciando a personajes tan distintos –y distantes– como el general cartaginés Aníbal Barca, Julio César y Napoleón Bonaparte. Para lograr convertirse en uno de los comandantes más exitosos de la historia, y más allá de las cualidades militares de la falange macedonia, el joven comandante contaba con una fuerte capacidad para motivar a las tropas, así como un espíritu de escucha, una alta comprensión y una valentía que le hacía liderar con el ejemplo, erigiéndose como un líder no solo político y militar, sino también moral. 

El fracaso del filósofo-rey

No todos los líderes de la historia han sido, a pesar de todo, modelos para seguir. La modernidad lanzó a Hitler y a Mussolini al poder mediante el apoyo masivo de la población de sus naciones, y ello aunque sus políticas y acciones despreciaran en gran medida la vida humana y su dignidad. No muchos países cumplen –y han cumplido– con el ideal de Platón del filósofo-rey, y es que la actualidad está gobernada más bien por el poder que ofrece el dinero. Solo hay que fijarse en la vasta influencia de los grandes empresarios: Elon Musk, Bill Gates, Jeff Bezos, Bernard Arnault o Warren Buffet son tan solo algunos de los múltiples ejemplos.

Más allá de la política y el dinero se alzan otros tipos de líder que, aunque quizás no tan poderosos, están igualmente capacitados para mover grandes masas de ciudadanos. La cantante Taylor Swift, en su anuncio lanzado en 2020 sobre su intención de votar a los demócratas, propulsó la intención de voto: hizo que más de 65.000 personas indecisas se registraran para votar en tan solo un día. Un ejemplo similar lo realizó la cantante de country Dolly Parton, que además de donar un millón de dólares para financiar una de las vacunas contra la covid-19, se la inyectó ante los focos para animar a sus seguidores a seguir su ejemplo (y aún más importante: lo consiguió). 

Estas dos mujeres, que en los últimos años han demostrado que se puede ser un líder más allá de la política o los negocios, nos recuerdan que existe otro tipo de influencia: la artística, tantas veces olvidada y que, a veces, es casi invisible. Mozart, Miguel Ángel, Cervantes: nunca serán considerados grandes líderes, pero todos ellos han logrado dejar una huella indeleble en la historia de la humanidad. 

ARTÍCULOS RELACIONADOS

Los líderes alentadores

José Antonio Llorente

Las nuevas generaciones pueden consolidar un liderazgo que integre la capacidad de decidir y el talento decisor.

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME