Sociedad

El gran misterio del bostezo

Bostezar es algo cotidiano, pero no conocemos del todo su función, motivo u operatividad, por lo que sigue siendo una gran incógnita.

¿QUIERES COLABORAR CON ETHIC?

Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).

COLABORA
24
julio
2024
Ducreux, Joseph, 1783. Fragmento de ‘Autorretrato bostezando’.

Bostezar es algo totalmente cotidiano, un fenómeno típico de la vida humana, pero, de alguna manera, sigue siendo un pequeño misterio. No conocemos del todo su función, motivo u operatividad. Es algo de lo que tenemos conocimiento por nuestra experiencia diaria y a lo que adherimos ciertos significados, como puede ser el sueño o aburrimiento, pero que, en el fondo, sigue siendo una gran incógnita para nosotros.

El catedrático de biopsicología Andrew Gallup afirma que bostezar es algo que hacemos desde antes de nuestro nacimiento, cuando somos meros fetos en el útero materno. Además, una vez hemos superado el umbral del nacimiento, Gallup nos dice que bostezamos varias veces al día todos los días de nuestra vida. Vemos, pues, que se trata de algo totalmente cotidiano. Pero, no solo los humanos bostezamos. Los vertebrados generalmente también bostezan, o sea que el bostezo no es algo exclusivo de los seres humanos, ni mucho menos. Mamíferos, reptiles, anfibios y peces son practicantes del bostezo, al igual que nosotros. Según Gallup, seis segundos es la duración media de un bostezo humano. Siendo los homo sapiens quienes tomamos más tiempo para bostezar. Según los estudios realizados por este catedrático del SUNY Polytechnic Institute, hay una fuerte correlación entre la duración del bostezo y el tamaño del cerebro; también se vincula esta larga duración a las llamadas neuronas corticales.

Mamíferos, reptiles, anfibios y peces también son practicantes del bostezo

La causa del bostezo ha sido un enigma para los humanos desde tiempos inmemoriales, aunque parece que vamos vislumbrando su motivo y utilidad. Entre otras cosas, bostezar incrementa el flujo de sangre a nuestro cerebro, refrescando este como, por ejemplo, un ventilador sirve para refrescar un ordenador de mesa. De este modo, el cerebro incrementa su estado de alerta y atención. De esta manera, sencillamente, funciona mejor.

Se sabe que el cerebro opera favorablemente a temperaturas concretas, como lo harían ciertas máquinas o aparatos. Por otra parte, según Gallup y otros estudiosos, el bostezo no sería un síntoma de aburrimiento o desligamiento con respecto a lo que alguien dice o hace, como tradicionalmente ha venido a creerse, sino que refleja el hecho de que la persona que bosteza trata de mantener la atención, que se esfuerza por atender a las palabras o al mensaje de su interlocutor.

A su vez, todos sabemos que bostezar es contagioso. Las hipótesis para explicar este fenómeno son varias y ninguna definitiva. Existe, por un lado, una hipótesis fisiológica, según la cual, el estímulo primero (el bostezo inicial) genera un reflejo en aquel que lo presencia o escucha. Esta explicación sería, en definitiva, autorreferencial. Otra hipótesis fisiológica sería más explicativa. Según esta, estaríamos ante el «efecto camaleón», según el cual, los humanos tendemos a imitar el comportamiento ajeno; de hecho el imitar los gestos de nuestros interlocutores es una forma de comunicación. Si alguien asiente al hablar, el oyente tiende a asentir también, por ejemplo. Y esta forma de imitación ocurre con multitud de gestos parecidos. En este caso, son las neuronas espejo las que permiten que esto ocurra de forma inconsciente. Las neuronas espejo son importantes, por ejemplo, a la hora de aprender, pues es en la interacción social cuando más aprendemos las personas. Estudios científicos han sido capaces de captar y medir cómo partes del cerebro donde estas neuronas actúan son activadas cuando vemos u oímos un bostezo. Podemos afirmar que este contagio se da a nivel físico y neuronal.

El contagio del bostezo comienza a la edad de 3 o 4 años, rango de edad en el que la empatía comienza a desarrollarse entre humanos

Según Matthew Campbell, de la California State University Channel Islands, los seres humanos, entre otros animales, contagiamos nuestro bostezo para dar muestra de empatía. Este es un proceso en el que también intervienen las neuronas espejo. Esta hipótesis hablaría de la empatía producida como acto reflejo. Por ejemplo, este contagio es más común entre amigos que entre extraños. Una prueba que sirve para sustentar esta última hipótesis es que el contagio del bostezo comienza a la edad de 3 o 4 años, rango de edad en el que la empatía comienza a desarrollarse entre humanos. Sería, pues, esta una función social de los animales gregarios diseñada para formalizar y establecer unas mejores relaciones interpersonales. Básicamente, el contagio del bostezo sería una forma de relacionarnos unos con otros, de conectar emocionalmente entre pares.

Como podemos ver, a pesar de los avances e investigaciones realizadas en los últimos tiempos, el bostezo sigue siendo, al menos en parte, un gran misterio para nosotros, que somos quienes más lo realizamos. Dicho esto, el bostezo no será ni el primero ni el último de los fenómenos de los que participamos los humanos que sigue siendo para nosotros un verdadero enigma.

ARTÍCULOS RELACIONADOS

El cerebro del futuro

Facundo Manes

Describir los desarrollos científicos revela lo que los investigadores realizan en sus laboratorios de forma silenciosa.

Qué hay detrás de una cifra

Cristina Suárez

¿Por qué en los conflictos armados y las grandes catástrofes, los números de muertos se vuelven abstractos?

COMENTARIOS

SUSCRÍBETE A NUESTRA NEWSLETTER

Suscríbete a nuestro boletín semanal y recibe en tu email nuestras novedades, noticias y entrevistas

SUSCRIBIRME