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«El número de búsquedas en Google sobre Dios se disparó durante la pandemia»
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COLABORA2024
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El Dr. David H. Rosmarin es profesor en la Facultad de Medicina de Harvard, director del Programa de Espiritualidad y Salud Mental del Hospital McLean y fundador del Centro para la Ansiedad en Estados Unidos. Aunque su mayor orgullo radica en su trabajo como psicólogo clínico, con el que ha ayudado a miles de personas y organizaciones durante las últimas décadas.
Si uno busca «neurociencia de la espiritualidad» en internet, una de las primeras entradas es un artículo del Journal of Psychiatric Research titulado La neurociencia de la espiritualidad, la religión y la salud mental: una revisión y síntesis sistemáticas. Usted es el autor principal del texto. ¿Qué lo llevó a escribirlo?
Cuando comencé como psicólogo, me resultó increíble ver que no se hablaba de espiritualidad cuando se trataba la ansiedad, la depresión o el TOC. Simplemente se ignoraba, y me di cuenta de que era un vestigio de Freud. Sin embargo, mis pacientes se acercaban a mí y me decían: «Oye, ¿puedo hablarte sobre Dios?» o «¿Por qué estoy recibiendo un castigo?». Al principio sentí que yo no era el profesional adecuado para hablar sobre estas preocupaciones, pero en cierto momento decidí que tenía que hacer algo al respecto. Me di cuenta de que deberíamos tener conversaciones con nuestros pacientes y ser capaces de abordar inquietudes espirituales como lo hacemos con cualquier otra área de la identidad humana. Aquí comencé mi andadura como psicólogo e investigador en psicología espiritual y neurociencia.
¿Cómo define el concepto de espiritualidad? ¿Lo considera un sinónimo de religión?
La espiritualidad es una forma amplia de conectarnos con lo que consideramos sagrado, lo que significa algo apartado, algo especial. Si alguien siente una conexión con la naturaleza que lo vincula con generaciones anteriores o con una fuerza mayor, esa es una forma de espiritualidad. No necesariamente tiene que ver con la religión; se trata de comprometerse con algo más allá del mundo físico, algo metafísico. La religión, por otro lado, es un tipo específico de espiritualidad en el que las personas comparten creencias, cultura, comunidad y prácticas comunes centradas en una entidad sagrada.
¿Es la gente, en general, más o menos espiritual en comparación con un par de décadas atrás?
Esta es una cuestión muy interesante que es empírica y que tiene ya ha sido abordada. Hay dos tendencias notables. En primer lugar, parece haber una deconstrucción de la religión. Estamos viendo una disminución en la participación religiosa, como un menor número de personas que se unen a grupos religiosos o asisten a servicios como iglesias, sinagogas o mezquitas, especialmente en el mundo occidental, como Estados Unidos y Europa, con algunas excepciones. Por otro lado, la espiritualidad sigue viva y coleando. Por ejemplo, durante la pandemia de covid-19, la gente buscaba activamente algún tipo de guía espiritual: el número de búsquedas en Google sobre Dios se disparó en los meses que duró la pandemia. Además, alrededor del 40% de los pacientes que atiendo y que buscan apoyo espiritual no se identifican con ninguna religión en particular. Entonces, son espirituales pero sin ninguna afiliación religiosa.
«Los rituales, de algún modo, pueden amortiguar la impulsividad»
¿Hay alguna relación entre espiritualidad y bienestar?
Hay un par de tendencias en la población a gran escala, y también hay algunas tendencias en muestras clínicas, o sea, personas que van a terapia, toman medicamentos, etc. Hay un efecto positivo pequeño pero consistente de la espiritualidad en la reducción de la depresión. Esto significa que las personas que son más espirituales tienden a tener niveles más bajos de depresión y es más probable que tengan sentimientos de esperanza, que encuentren su propósito, se conecten con los demás y tengan un sentido de comunidad, lo que les ayuda a sentirse menos solas. Una segunda tendencia, aún mayor, está relacionada con el consumo de alcohol. Aquellos involucrados en algún tipo de vida espiritual o religiosa, independientemente de cómo se defina, tienen sustancialmente menos probabilidades de abusar del alcohol, de sufrir adicciones, de participar en juegos de azar, de tener adicciones sexuales… Y hay una tercera tendencia, esta sobre el suicidio, que es un campo de estudio extremadamente potente en Estados Unidos, y existen varias investigaciones nacionales al respecto con decenas de miles de adultos. Algunos de estos estudios se realizaron durante 30 años y encontraron que si las personas van a servicios religiosos semanalmente, tienen cinco veces menos probabilidades de suicidarse durante el transcurso del estudio. Parece que los rituales, de algún modo, pueden amortiguar la impulsividad.
Algunos dicen que unas buenas relaciones sociales son el mejor elemento para tener una vida feliz, y cuando alguien se une a una nueva comunidad religiosa normalmente se introduce en un nuevo círculo social. ¿Podría ser que las mejoras clínicas asociadas con la religiosidad estén más ligadas a las interacciones sociales fomentadas dentro de estas comunidades que a las propias creencias religiosas?
Incluso si se controlan los aspectos sociales, todavía se ven algunos efectos significativos. Sin embargo, no quiero exagerar los efectos sobre la depresión, pues en este caso son muy pequeños. Sin embargo, los efectos sobre el suicidio, el alcohol y el abuso de otras drogas son grandes. Estamos hablando de un 20-30%. Es decir, parecen ser aspectos de la vida muy correlacionados.
¿Los individuos que se adhieren a diferentes doctrinas espirituales presentan diferencias psicológicas?
No he visto diferencias significativas en ninguno de mis estudios, entre, digamos, católicos y protestantes o protestantes y judíos, o musulmanes e hindúes. No obstante, ciertos procesos cognitivos pueden ser un poco diferentes entre religiones. El investigador Adam Cohen siguió esta línea de investigación y demostró, por ejemplo, que los católicos tienden a valorar más sus pensamientos que la perspectiva judía. En otras palabras, hay cierta fusión de pensamiento y acción, lo que tiene implicaciones para la moralidad o implicaciones para el TOC. Pero esto es algo muy específico y no parece ser psicopatológico en sí mismo.
¿Existen explicaciones evolutivas para la propensión humana hacia creencias y prácticas espirituales?
Hay informes de estudios en simios que participan en lo que parecen comportamientos rituales peculiares, como mirar al sol de una manera particular. ¿Están intentando conectarse con algo sagrado? Es una pregunta difícil de responder… En la experiencia humana, parece haber un efecto calmante asociado con la entrega y la aceptación de un poder o presencia superior más allá de uno mismo. Hay algo en pensamientos como “aquí no mando yo” o “hay algo más grande que yo”, reconociendo la existencia de algo más grande que uno mismo… Esta entrega puede tener un efecto beneficioso para la regulación hormonal como el cortisol y la adrenalina. En psicología evolutiva, supongo que esto podría verse como adaptativo y saludable, contrastándolo con el comportamiento de estar en constante vigilancia. Sin embargo, esto es sólo una especulación, no está claro si esto es realmente ventajoso para las relaciones o el éxito general en la vida.
¿Existe un lugar concreto en el cerebro donde resida la idea de Dios?
¿Localización de la espiritualidad? Los lectores de esta entrevista deberían consultar el trabajo de Andrew Newberg. Yo soy mucho más psicólogo clínico que neurocientífico, pero diría que la espiritualidad, como todas las experiencias humanas, es más cuestión de redes neuronales y de cómo las áreas funcionan en conjunto entre sí en lugar de una localización de regiones específicas. Me sorprendería que ciertos aspectos de la fe pudieran localizarse en determinadas áreas del cerebro, pero supongo que es posible.
«Parece haber un efecto calmante asociado con la entrega y la aceptación de un poder o presencia superior más allá de uno mismo»
¿Puede la investigación científica ayudar a comprender los estados místicos descritos en muchas de las tradiciones espirituales?
Creo que la neurociencia tiene el potencial de arrojar luz sobre muchos aspectos de la espiritualidad. Puede ayudarnos a comprender los efectos del misticismo, las creencias y las prácticas religiosas en nuestros sistemas neuronales. Por ejemplo, ¿en qué se diferencian las personas que participan en estas prácticas, creencias y comunidades? ¿Existen siquiera diferencias discernibles? Es importante señalar que a menudo no estamos seguros de la causalidad, ya sea que el cerebro influya en la espiritualidad o viceversa. En mi trabajo, profundizo en correlaciones más que en causas y efectos definitivos. La neurociencia puede revelar las conexiones potenciales entre los sistemas neuronales y la espiritualidad, al igual que otros dominios como las matemáticas o la física. En general, encuentro fascinante esta área de estudio. Ahora bien, hay una gran limitación: ¿cuáles son los paradigmas experimentales que pueden usarse para manipular, aumentar o disminuir la práctica de creencias trascendentes espirituales o místicas de las personas? Sea lo que sea, ni siquiera tenemos eso.
Ante este desafío, ¿está de acuerdo en que la investigación en psicodélicos se esfuerza por explorar más mecanismos causales en esta área de conocimiento?
Psicodélicos… La base experimental fundamental de estos procesos clínicos no está bien documentada ni bien establecida. No es que no funcionen, pero es difícil saberlo sin más investigación. Estamos viendo mucho entusiasmo en esta área y se están invirtiendo muchos fondos en el estudio de los psicodélicos. Quizá sepamos más con el tiempo. Mi preocupación es que este tipo de fármaco se utilice (tal vez incluso a gran escala) sin datos suficientes para comprender cómo y por qué funcionan. Dicho esto, casi todos los principales avances en psicofarmacología de los últimos 30 años necesitan una mayor comprensión.
¿Qué implicaciones podrían tener los avances en las técnicas de neuroimagen para estudiar experiencias espirituales?
Esto me hace pensar en un estudio realizado por Marc Galanter y otros compañeros en 2017, que analizó (mediante resonancia magnética funcional) los antojos de oración y las respuestas neuronales entre abstemios que pasaron por Alcohólicos Anónimos. Se mostró que no solo tenían menos ansiedad cuando se les enseñaban imágenes relacionadas con el alcohol, sino que también aumentaba la activación en la circunvolución frontal media anterior izquierda. Ese es el tipo de estudio en el que se localiza un proceso que es clínicamente relevante, y vincula un factor espiritual con un factor clínico. Me encantaría ver más investigaciones como esa, y las técnicas de neuroimagen pueden ayudar. Desafortunadamente, no hay muchos estudios como este. Quiero decir, cuando escribí mi artículo, ¿cuántos artículos había para analizar? Creo que solamente 18 estudios pasaron el corte. No hay mucha literatura de alta calidad sobre neuroimagen que también evalúe la espiritualidad de una manera fiable.
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