«Ser sostenible es la única forma de ser competitivo en el futuro»

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La crisis medioambiental urge a la reconversión del modelo productivo en uno más sostenible, las crecientes desigualdades exigen el compromiso de no dejar a nadie atrás en el progreso hacia el bienestar, y la realidad económica recuerda la importancia de no perder la productividad ni la rentabilidad en ningún momento del proceso –más bien, lo contrario–. Ante este escenario, al que habría que sumar el despegue de las exigencias regulatorias que llegan desde Europa, cabe preguntarse: ¿están las compañías preparadas para afrontar tal transformación? Ana Sainz, directora general de Seres, si bien profundiza en los principales retos en este desafiante camino, afirma que, con el impulso de un enfoque de colaboración, las empresas no solo pueden –y quieren– ayudar a contener los desafíos medioambientales y sociales, sino que encuentran en los modelos responsables nuevas y prometedoras fórmulas para impulsar su desempeño.


¿Está preparado el sector privado para transitar hacia un modelo verde y social?

Estamos viviendo un momento complejo con una gran polarización que nos enfrenta a retos distintos. La desigualdad creciente y la falta de confianza son retos importantes que nos implican y que nos afectan a todos. Una de las soluciones necesarias es la transformación de la empresa hacia un modelo que incentive la participación en la mejora de la sociedad, tanto en la parte medioambiental como en la parte social.

La ambición se mantiene, como también lo hace el pulso, el propósito y la intención de las empresas para seguir trabajando por esta ambición. Hay tres motivos que la impulsan. Primero, la responsabilidad, ya que las empresas son agentes claves para la mejora social. El segundo es mitigar riesgos, porque tenemos una regulación creciente y una serie de exigencias que nos hacen movilizarnos. La tercera tiene relación con que este es el único modelo de ser competitivo en el futuro. Hay que entender que la empresa tiene que generar beneficio económico y beneficio social. Teniendo en cuenta esos dos propósitos, la ambición queda totalmente presente.

«La normativa debe ser un apoyo, pero no la guía para que las empresas se transformen»

¿Cuál dirías que es el principal desafío que enfrentan las empresas para llegar a ese objetivo?

Las empresas han sufrido una gran transformación interna. Por ejemplo, llevamos tiempo incluyendo toda la parte medioambiental en el negocio y en los procesos.  El reto ahora es conseguir las metas propuestas, sobre todo, las metas internas. En la parte social, queda terminar de encontrar esos indicadores de seguimiento homogéneos e interiorizarlos dentro de la estrategia de las compañías, dentro de las líneas de su actividad económica. Ya hay camino recorrido, pero todavía faltan esos modelos estándar.

¿Consideras que el marco regulatorio actual es el apropiado para impulsar la transición de las empresas?

En Seres entendemos la normativa como un apoyo, pero no debe ser la guía para que las empresas realmente se transformen. Para nosotros, la guía está más basada en la responsabilidad que tenemos, en el propósito como compañía y también en la oportunidad que genera a las empresas ser una empresa socialmente comprometida. En cuanto al marco legislativo, es cierto que Europa, como por ejemplo con el CSRD, ha lanzado más de un millón de data points para responder a todo lo que estamos haciendo en materia de ESG. No es fácil adaptarse a mil data points y que estén realmente integrados en los modelos de medición de las compañías, y menos todavía en empresas medianas y pequeñas. Yo creo que todo requiere un aprendizaje y es probable que de alguna manera vayamos a un número menor de indicadores.

¿Cómo pueden las finanzas ayudar a impulsar empresas social y ambientalmente sostenibles?

«La ‘S’ de social no puede ser la gran abandonada»

Las finanzas son una clave importantísima para la inclusión, y por lo menos las entidades financieras que forman parte de Seres, así lo saben. Lo conocen y además quieren ser parte de la inclusión. Y cuando hablo de inclusión, hablo de pequeñas y medianas empresas y hablo también de colectivos vulnerables.

Las entidades financieras son las grandes avanzadas porque hay mucha regulación a través de ellas y han tenido que ser uno de los primeros sectores en liderar algunas transformaciones, como ahora lo hacen con las finanzas sostenibles. Ellas pueden trasladar todo ese conocimiento y todo ese apoyo a pequeñas y medianas empresas. También pueden hacer productos especiales, y los hacen, como la financiación verde y la financiación social. Cuando una pequeña y mediana empresa quiere acometer un proyecto social y medioambiental, sé que se están repensando precios, sé que se están repensando ratings de riesgos…

¿Resulta más complicada esta transición en las pymes?

Nosotros creemos que la sostenibilidad es independiente al sector o el tamaño de una empresa. Tenemos grandes ejemplos de empresas pequeñas que, a nivel de integración del nuevo modelo de empresa más responsable y más sostenible lo están haciendo espectacular. Por otro lado, las grandes corporaciones tienen una estructura enorme y, muchas veces, mover la estructura es realmente complejo. Para interiorizar y transformar los modelos, que para mí es la base, da exactamente igual el tamaño. Luego hay una serie de burocracias y, por ejemplo, el acceso al préstamo para ciertas transformaciones o a la financiación puede ser más exigente cuando tu rentabilidad económica es más ajustada. No es tanto el modelo sostenible de la compañía sino todo lo que hay alrededor, que sí limita y hay que hacerlo mucho más sencillo. 

«No debemos trabajar en compartimentos estáticos»

¿Cree que la «S» de social en los criterios ESG está quedando ensombrecida por la «E» o la «G»?

La «S» de social dentro de este movimiento de transformación no puede ser la gran abandonada, porque pone en el centro a las personas.¿Cómo se incrementa ese modelo de inclusión? En primer lugar, no llevando la sostenibilidad social a algo colateral y filantrópico, hay que integrarlo más en el modelo de negocio. Al final, si lo hago soy capaz de generar impacto en las personas con mi negocio, soy capaz de ver cómo genero impacto en mis empleados y en mis proveedores, en la comunidad, y también en los clientes. Estoy viendo desde el día a día cómo, de alguna manera, estoy impactando en las personas. Claramente, eso favorece la inclusión y rebaja la desigualdad.

¿Cómo se debería enfocar la responsabilidad de los diferentes agentes? 

En esta etapa, la colaboración es esencial entre todos los agentes. Los retos que tenemos por delante son tan grandes que uno solo y de manera individual no los puede acometer. No debemos trabajar en compartimentos estáticos. Aquí, las Administraciones, además de apoyarnos a través del reconocimiento positivo, tienen que ayudarnos a poner todo el contexto, el entorno, para que de alguna manera esto fluya. Por ejemplo, nosotros estamos trabajando mucho en que la parte de huella social: si se está generando una huella social positiva, se puede apreciar en el impacto que tendría en el PIB o en el recorte de costes de la Administración. Luego, las entidades sociales son las que conocen el terreno y cuándo hay que actuar con colectivos en vulnerabilidad. Son ellas las que saben cómo se atiende de manera integral a un colectivo. No es fácil atender a la vulnerabilidad porque no se puede trabajar solo en un aspecto, hay que trabajarlo de manera global. Cada uno debemos jugar el rol que tenemos para poder solucionar y atender los retos tan relevantes que tenemos como sociedad.

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