Economía

Mamá, quiero ser artista… y no morirme de hambre

La precariedad en el sector cultural –y especialmente en el ámbito de la interpretación– es el pan de cada día de numerosos profesionales. Y la situación se agrava entre las mujeres que, según un estudio de la Fundación AISGE, ganan significativamente menos.

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05
marzo
2024

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En el vibrante y multifacético mundo de la cultura, los artistas e intérpretes tejen las redes que conectan las emociones y experiencias humanas a través del teatro, el cine, la televisión, la danza o la música. Sin embargo, detrás del telón y la pantalla, se esconde una realidad desafiante: la precariedad laboral, que en muchos casos afecta de manera desproporcionada a aquellos que dedican sus vidas a la interpretación.

En España, solo el 23% de los actores y actrices superan los 12.000 euros brutos de ingresos anuales y aquellos que alcanzan unos ingresos en una franja de cierta estabilidad económica, por encima de los 18.000 euros, no llegan al 16%. Estos datos se desprenden del último Informe sociolaboral de actores y bailarines en España, elaborado por la Fundación AISGE. El documento, de casi 300 páginas, también arroja el terrible dato de que aquellos que emprenden una trayectoria artística a nivel profesional y no alcanzan ni los 3.000 euros de ingresos anuales son con mucho el colectivo más numeroso: el 48% del total.

El sector cultural, especialmente en el ámbito de la interpretación, enfrenta una serie de desafíos estructurales que han exacerbado la precariedad laboral. Uno de los problemas más acuciantes es la falta de estabilidad y seguridad en el empleo. Los artistas a menudo trabajan bajo contratos temporales o proyectos independientes, lo que los deja vulnerables a la inestabilidad financiera y laboral. Esta falta de seguridad se ve agravada por la naturaleza intermitente del trabajo en el sector cultural, con períodos de actividad seguidos de sequías laborales a veces prolongadas.

El 48% de quienes emprenden una trayectoria artística en España no alcanzan los 3.000 euros anuales, según la Fundación AISGE

De hecho, el citado estudio refleja la tendencia creciente –que supone un desgaste para los artistas– de que los empleos de cierta duración «son una excepción manifiesta» en el sector o que las plantillas estables «tienden a desaparecer o reducirse, siendo a menudo habituales las altas y bajas diarias en la Seguridad Social».

Con estos datos, no sorprende que la mitad de los artistas y profesionales de la cultura manifiestan dificultades para vivir de su oficio, según un informe del Observatorio Social de la Fundación La Caixa. El 52% de los encuestados manifestó estar en esta situación.

Brecha salarial

Como demuestra el estudio de AISGE, la brecha de género también está muy presente en el mundo artístico: las cifras son aún más desfavorables para las mujeres. La media anual de ingresos artísticos de las mujeres es de 8.320 euros, los hombres ganan un 40,3% más, hasta los 11.677 euros.

Además, en las franjas de precariedad extrema, ellas superan también las cifras de los hombres: en la franja de ingresos menores a los 600 euros anuales, 29% de encuestadas frente al 21% de encuestados; y en la de ingresos entre 601 y 3.000 euros, 25% son mujeres y 22% son hombres.

¿A qué se deben estas diferencias? El informe apunta a dos hipótesis: «Puede que aún existan en general menos papeles para mujeres que para hombres. Y también cabe la posibilidad de que las obligaciones de género –maternidad, cuidado de niños pequeños o familiares dependientes– siga limitando la disponibilidad para trabajar mucho más a ellas que a ellos».

Situación de los intérpretes en el mundo

Aunque es común la perspectiva de que la precariedad es una seña de identidad de las profesiones artísticas, la situación es cambiante según el país que se mire. Por ejemplo, en Francia, se ha creado la figura de «profesionales discontinuos» para proteger a los actores. Allí el sector cultural está altamente institucionalizado y cuenta con un sistema de apoyo gubernamental significativo a través de políticas culturales, subsidios y programas de financiación para las artes. Sin embargo, a pesar de estas medidas, muchos artistas franceses aún enfrentan desafíos significativos en términos de precariedad laboral, especialmente en lo que respecta a la estabilidad del empleo y los bajos salarios.

En Estados Unidos, por su lado, el sector cultural opera en un entorno altamente comercial y competitivo, donde el éxito económico y la rentabilidad a menudo predominan sobre otras consideraciones. Si bien existen oportunidades en industrias como Hollywood, Broadway o la música, el acceso a ellas puede ser limitado y altamente selectivo, lo que puede resultar en una mayor precariedad para muchos intérpretes. Una característica distintiva es la falta de un sistema de protección social integral, lo que significa que los artistas intérpretes a menudo enfrentan grandes retos en términos de acceso a atención médica, seguro de desempleo y jubilación. Además, la ausencia de regulaciones laborales sólidas puede dejar a los artistas vulnerables a prácticas laborales injustas, contratos desfavorables y explotación por parte de empleadores poderosos. No obstante, la cultura del «sueño americano» fomenta la idea de que cualquier persona con talento y determinación puede alcanzar el éxito, lo que ha llevado a la aparición de numerosos intérpretes autodidactas y emprendedores que han encontrado formas innovadoras de prosperar en un entorno competitivo.

En contraste, en algunos países europeos, donde existen sistemas culturales institucionalizados y programas de apoyo gubernamental más robustos, los profesionales de la interpretación pueden enfrentarse a obstáculos en términos de acceso a financiamiento, reconocimiento y oportunidades de trabajo. Sin embargo, también pueden beneficiarse de una mayor protección social y apoyo institucional en comparación con sus homólogos estadounidenses.

 

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