Economía

¿Intercambiaría su casa en vacaciones?

Cada año crece el número de personas dispuestas a intercambiar su vivienda para hacer turismo sin gastar dinero en alojamiento. Las plataformas que lo ofrecen afirman que este modelo de economía colaborativa es clave para un turismo más responsable y sostenible. 

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12
marzo
2024

Con unos ingresos globales de 1,4 millones de dólares, el turismo es uno de los mayores motores económicos del planeta. Sin embargo, en buena medida, está basado en un modelo de consumo rápido que a menudo genera un impacto negativo en el medio ambiente y en las comunidades locales que, a largo plazo, es superior a los beneficios económicos que conlleva.

La economía colaborativa o sharing economy, nacida al calor de las plataformas de la web 2.0, fue incluida por la revista Time en la lista de las 10 ideas que pueden cambiar el mundo. Trece años después de la publicación, se puede comprobar que la colaboración entre iguales en plataformas destinadas a compartir bienes está conduciéndonos a una forma de consumo más responsable, un mejor aprovechamiento de los recursos y una reducción de las emisiones de CO2 y los residuos. En definitiva, es un fenómeno que nos acerca a un modelo de crecimiento más justo y sostenible.

Es importante señalar que la economía colaborativa no va de comprar, vender ni alquilar; se trata de compartir e intercambiar bienes que pueden ser tangibles o intangibles –tiempo, cuidados, vehículos, casas, etc.–. El concepto no admite la posibilidad del beneficio económico ni el afán de lucro, ya que entonces se estaría hablando de otra cosa.

La plataforma HomeExchange ha crecido un 138% en el mundo y un 177% en España

Plataformas como HomeExchange o ThirdHome ven crecer cada semana su número de miembros y de propiedades disponibles. HomeExchange cuenta con 150.000 miembros en todo el mundo repartidos en 145 países (con 22.500 miembros en España) y, en el último lustro, ha crecido un 138% en el mundo y un 177% en España. Por su parte, ThirdHome, enfocada a segunda vivienda y residencias de lujo, tiene actualmente disponibles más de 16.000 propiedades en más de 100 países.

¿Qué hay que hacer para formar parte de estas comunidades? Inscribirse, aportar información útil de la persona o personas que se hospedarán y del inmueble que desean compartir, así como las fechas disponibles. También se exige una cuota anual a cambio de la membresía que suele rondar los 200 euros.

Evidentemente, asociarse a una de estas plataformas implica estar dispuesto a abrir la casa a desconocidos. «Es totalmente normal tener miedos o dudas iniciales al oír hablar del intercambio de casas», explica Pilar Manrique, portavoz de HomeExchange en España. «Todos nuestros miembros reconocen haberlos tenido, y al mismo tiempo, todos afirman que gran parte de esos temores desaparecieron tras realizar el primer intercambio».

Para mitigar ese vértigo es fundamental el sistema de reseñas y comentarios que incorpora la plataforma y la validación previa que el portal hace antes de aceptar a un nuevo miembro. Pero es la comunicación y el entendimiento entre anfitriones y huéspedes lo que de verdad afianza la confianza mutua.

Los beneficios socioeconómicos de esta forma de hacer turismo son patentes. En el intercambio de casas se utilizan bienes inmuebles que ya existen y se quedan vacíos, por ello, esta actividad no fomenta la construcción, la especulación ni la saturación de destinos turísticos. Tampoco hay riesgo de gentrificación de los barrios, ya que no se produce ninguna transacción económica, por lo que el impacto en los precios de venta o alquiler es nulo. Además, el ahorro que una familia consigue al alojarse en una vivienda prestada puede repercutir en mayores ingresos para la economía local (restaurantes y comercios cercanos, etc.)

Aunque un problema de esta actividad es el vacío legal en el que se mueve. Al no existir contraprestación económica, el intercambio tiene difícil encaje en la Ley de Propiedad Horizontal y mucho más en la de Arrendamientos Urbanos. Quizás el único precepto que podría aplicarse, en caso necesario, sería el artículo 7.2 de la Ley de Propiedad Horizontal, que permite a los copropietarios de una finca urbana compartida exigir el cese inmediato de «actividades prohibidas en los estatutos, que resulten dañosas para la finca o que contravengan las disposiciones generales sobre actividades molestas, insalubres, nocivas, peligrosas o ilícitas».

Más allá de este supuesto, en la actualidad, el home exchange no está sujeto por el momento a las regulaciones sobre alquileres a corto plazo en España. Manrique reconoce, no obstante, que algunas ciudades y Estados «sí que han decidido llevar a cabo ciertas medidas para regular el intercambio de viviendas y aplicar algunas restricciones como ha sucedido en Hawaii, Canmore, Edimburgo y Ámsterdam», aunque por ahora son mayoría las administraciones que no tienen intención de regularlo, asegura la portavoz de la plataforma.

Según HomeExchange, en 2023 el 99,7% de los intercambios que se acordaron en esta plataforma se llevaron a cabo sin incidencias, un dato que esta red social esgrime para demostrar que el modelo de economía colaborativa promueve valores necesarios para toda la sociedad, como la confianza, el desapego, el respeto, la hospitalidad, la comunicación y el reconocimiento mutuo.

 

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