El día que Kasparov perdió contra Deep Blue
El 11 de mayo de 1997 marcó un hito en la historia del ajedrez –y de la inteligencia artificial–. Garry Kasparov, uno de los mejores ajedrecistas de todos los tiempos, perdió contra la supercomputadora Deep Blue. La partida planteó nuevas preguntas sobre las capacidades de las máquinas y su habilidad para competir con los humanos.
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El 11 de mayo de 1997 marcó un hito en la historia del ajedrez –y de la inteligencia artificial–. Fue el día en que Garry Kasparov, uno de los mejores jugadores de ajedrez de todos los tiempos, perdió contra Deep Blue, una supercomputadora desarrollada por IBM. Fue una partida que no solo destacó por la maestría de la máquina en un juego tan complejo como el ajedrez, sino que generó un debate sobre el papel de la inteligencia artificial y su relación con los humanos.
Antes del enfrentamiento, Kasparov había vencido a una versión anterior de Deep Blue. Sin embargo, en la revancha, Deep Blue logró una victoria histórica, convirtiéndose en la primera máquina en ganar una partida oficial de ajedrez contra un campeón mundial en una competición estándar. Este evento dejó una marca imborrable en la memoria colectiva y supuso un antes y un después en la percepción pública sobre la capacidad de las máquinas para competir con los humanos en tareas cognitivas complejas.
¿Fue esta partida el verdadero punto de inflexión en la historia de la inteligencia artificial? Para muchos, sí. La victoria de Deep Blue sobre Kasparov desencadenó el interés por la IA y aceleró significativamente la investigación y el desarrollo en el campo. Demostró que las máquinas podían superar a los humanos en dominios específicos, incluso en actividades que requerían una alta inteligencia y habilidades estratégicas.
Kasparov había vencido a una versión anterior de Deep Blue, pero, en la revancha, la computadora logró una victoria histórica
El triunfo de Deep Blue fue un hito destacado en una larga cadena de avances y descubrimientos en el desarrollo de la IA, que se remontaba a décadas atrás. Desde el nacimiento de la informática hasta los primeros programas de ajedrez, como el famoso «Turco mecánico» del siglo XVIII, la historia está llena de momentos que han contribuido a su evolución.
La partida entre Kasparov y Deep Blue también planteó preguntas sobre la relación entre humanos y máquinas en un mundo cada vez más dominado por la tecnología. ¿Deberían los humanos ver a las máquinas como competidores a vencer o como aliados con los que cooperar?
La respuesta no es necesariamente binaria. La competencia y la cooperación entre humanos y máquinas pueden coexistir. Por un lado, la competencia impulsa la innovación y el progreso, ya que desafía a los humanos a superarse a sí mismos y a desarrollar nuevas habilidades. Por otro lado, la cooperación puede llevar a resultados aún más sorprendentes, ya que combina la creatividad o el pensamiento crítico humano con la velocidad y la precisión de las máquinas.
En el caso del ajedrez, por ejemplo, la aparición de los programas de ajedrez de alta potencia como Deep Blue no ha eliminado la participación humana en el juego. En cambio, ha enriquecido la experiencia del ajedrez al proporcionar a los jugadores nuevas herramientas para mejorar sus estrategias y comprender el juego a un nivel más profundo.
Del mismo modo, en otros ámbitos, como la medicina, la ingeniería o la ciencia, la colaboración entre humanos y máquinas está dando lugar a avances revolucionarios que tienen el potencial de mejorar la calidad de vida de las personas. De hecho, en la última edición de Consumer Electronics Show (CES), la feria tecnológica más importante del mundo, la IA estuvo en el centro de todas las novedades, demostrando que no es solo una tendencia, sino una fuerza que ya está transformando nuestras vidas. Sin embargo, la clave para maximizar el potencial de la IA reside en encontrar el equilibrio adecuado entre la competencia y la cooperación. Reconocer y capitalizar las fortalezas únicas tanto de los seres humanos como de las máquinas es esencial para impulsar el progreso y aprovechar al máximo las oportunidades.
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