Algunos mitos y certezas sobre las tareas sostenibles en el hogar
El impacto de la huella humana es una cuestión que cada vez preocupa a más personas. ¿Estamos atendiendo nuestros quehaceres domésticos de un modo sostenible?
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La vida diaria de cualquier ser humano acarrea una serie de deberes: la atención del hogar. Sin embargo, ¿enfocamos la atención de nuestros quehaceres domésticos de un modo sostenible? El impacto ecológico de la actividad humana es un planteamiento que cada vez preocupa a más empresas, colectivos, gobiernos y, en su medida, a la ciudadanía. Por eso es conveniente repensar los mitos y certezas que conocemos acerca de la huella de nuestras tareas básicas diarias.
Tareas como lavar la ropa o planchar han quedado vinculadas al uso de lavadoras y de planchas eléctricas. Más aún cuando las nuevas generaciones de estos electrodomésticos, como en el caso de las lavadoras, están especialmente preparadas para optimizar el consumo de agua, jabón y detergente en función del peso, reduciendo con cada propuesta comercial el consumo eléctrico y el impacto medioambiental.
¿Pero qué decir, por ejemplo, de otras labores, como fregar los platos? Según un estudio realizado en 2017 por la Universidad de Bonn, en Alemania, fregar a mano podría resultar un derroche de agua respecto de los lavavajillas con etiqueta energética A. Aunque había significativas diferencias en el grado de consumo de los 117 participantes del estudio, la media entre los lavavajillas y el trabajo humano resulta indiscutible: entre 15 y 22 litros en el caso de las máquinas frente a los 103 litros empleados en el lavado a mano. No obstante, el consumo de energía estuvo igualado, con alrededor de 2 kWh en ambos casos, como sucedió con el gasto de jabón, con apenas 5 gramos menos de consumo en el caso de los electrodomésticos.
Desde la perspectiva doméstica, sigue siendo más ecológico reutilizar las servilletas de tela que usar servilletas desechables
Otro aspecto fundamental es qué materiales y bienes de uso cotidiano resultan más ecológicos. Los utensilios de plástico o las servilletas de papel, que son de usar y tirar, representan un impacto medioambiental evidente frente a los cubiertos de acero inoxidable, servilletas de tela y cualquier utensilio que se pueda limpiar. Por ejemplo, en el caso de los productos en papel, no siempre acaban ingresando en su totalidad a la cadena de reciclado, por muy digna que sea nuestra intención al depositarlos en el contenedor correspondiente: buena parte de ellas poseen trazas de plásticos que impiden completar el proceso. Aunque la industria textil está considerada una de las más contaminantes del planeta, desde la perspectiva doméstica y cotidiana sigue siendo más ecológico reutilizar servilletas de tela y cualquier utensilio de larga vida que emplear sus equivalentes desechables.
Otros aspectos como la ventilación, esenciales para despejar el natural ambiente cargado del hogar cada día, también son clave. Los expertos lo tienen claro: siempre es mejor apostar por abrir las ventanas que la mecánica, frecuente en edificios de servicios públicos, como centros comerciales, hospitales y empresas. Eso sí, es conveniente que existan sistemas de aislamiento térmico para impedir una excesiva pérdida de energía, por lo que es interesante tener en cuenta esta realidad tanto al considerar el sellado de las ventanas como su calidad.
La calefacción o refrigeración son otro aspecto espinoso. Por supuesto, empleadas en el momento del año más adecuado y a una temperatura de entre los 20 y los 27 grados Celsius. En cuanto a los combustibles empleados para calentar nuestros hogares son preferibles la biomasa, pellets o renovables, como la aerotermia, la solar o la geotermia frente al consumo de combustibles fósiles.
En cuanto a la iluminación, las bombillas LED han supuesto un ahorro energético frente a las de incandescencia por filamento de wolframio, las que habitualmente hemos utilizado en los hogares: con menor gasto energético se consigue una mayor eficiencia en lúmenes. Si bien este ahorro es evidente frente a este tipo de luminarias no lo es tanto en el caso de la iluminación pública, donde se usan lámparas de vapor de sodio, una de las más eficientes en la relación lumen por vatio y con un tiempo de vida de 24.000 horas. Además, el espectro de emisión de luz es en tonos cálidos, en comparación con las sustitutas LEDs que se están implantando en los municipios europeos, que suelen ser de luz blanca. Este tipo de emisión altera gravemente la salud de animales salvajes y domésticos, así como el sueño de los seres humanos al alejarse de las tonalidades con las que percibimos la luz solar una vez atraviesa la atmósfera. Por esta razón es recomendable escoger bombillas LED de tonos cálidos para su uso dentro del hogar, por las mismas razones físicas por la que los expertos recomiendan no usar el móvil en exceso antes de ir a dormir.
Por último, aunque ya hace unas décadas que el reciclaje está en nuestras vidas, algunos productos, como es el caso de las pilas o el aceite usado, cristales (que no son lo mismo que el vidrio y no son totalmente reciclables), cuero, metales y productos semejantes pueden presentar algunas dudas. En cada caso, es conveniente usar los contenedores habilitados y favorecer el uso de productos reutilizables, como el caso de las pilas recargables, frente a las de un solo uso.
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