«Las renovables son compatibles con nuestros usos y costumbres tradicionales»

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20
marzo
2024

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Con poco más de 3.000 habitantes y una economía en decadencia –primero por el cierre de las minas, después por el descenso de la ganadería silvopastoril– el municipio onubense de Puebla de Guzmán se ha convertido en el mayor complejo eólico de la Europa continental, lo que le ha permitido reflotar económicamente, mejorar la calidad de vida de sus habitantes y convertirse en un ejemplo para las zonas rurales, contribuyendo, además, a combatir las emisiones de CO2. Hablamos con su alcalde, Antonio Beltrán (Puebla de Guzmán, 1967).

Su municipio cuenta con el mayor complejo eólico de Europa, con casi 300 MW de potencia de producción. ¿Cómo se gestó esta idea y cómo fue recibida por los ciudadanos? ¿Se toparon con algún bache en el camino?

Todo comenzó con un estudio muy minucioso del terreno. Gamesa buscaba terrenos amplios donde las condiciones de viento fueran las idóneas para montar un parque eólico. Después de años de estudio, concluyeron que las corrientes convectivas de Puebla de Guzmán eran las adecuadas, las que necesitaban para su proyecto. Así se construyó el mayor parque eólico de la Europa continental, porque hay otro más grande, pero está en Escocia. Al cabo de los años, Gamesa se lo vendió a Iberdrola.

«[Los molinos] no interferían en absoluto con nuestro hábitat natural ni en nuestro paisaje, al contrario, se mimetizaban bastante»

Al principio, la idea fue recibida con cierto escepticismo en el pueblo; por aquel entonces era algo todavía muy novedoso, y provocaba cierto recelo entre los vecinos: no estábamos acostumbrados a estas cosas. Además, nuestra economía estaba muy basada en el sector primario, sobre todo en las minas, que fueron cerrando. La gente tenía mucho miedo de la interacción de los molinos con la fauna, del impacto con el hábitat natural, que es algo que nosotros respetamos mucho.

Cuando se hicieron las primeras catas para ver dónde se iban a colocar los molinos, comprobamos que no interferían en absoluto con nuestro hábitat natural ni en nuestro paisaje, al contrario, se mimetizaban bastante, porque se instalaron en zonas de eucaliptos y eriales improductivos, por lo que su incidencia sería mínima. Al final, las aves, que eran las que más podían haberse visto afectadas, se adaptaron sin mayor problema. Todos nos adaptamos. Y hoy nos sentimos muy orgullosos. 

Después de más de 10 años conviviendo con las renovables, ¿qué balance hace de las energías limpias?

Está claro que todo es positivo, no puedo decir otra cosa. Vivimos en una zona que se ha dedicado siempre al sector primario y, aunque pareciera que no deberíamos tener mucha conciencia de qué implican las energías renovables, sufrimos gravísimas sequías cada vez más prolongadas; sabemos de primera mano qué implican los efectos del cambio climático, y que las renovables revierten los efectos que provoca la combustión de energías fósiles. Contribuimos a un cambio económico en nuestro municipio apostando por ellas y, al mismo tiempo, revertimos los efectos nocivos del cambio climático que daña el uso y las costumbres de nuestro territorio. Es decir, miel sobre hojuelas, la apuesta por las renovables ha supuesto una inyección económica importante para Puebla de Guzmán, también de crecimiento de empleo, y contribuye a paliar la emergencia climática. Seguiremos apostando por ellas, mientras las empresas inversoras sigan manteniendo el foco en nuestro municipio.

¿Fue fácil la relación público/privada?

«La calidad de vida de nuestros vecinos ha mejorado; disfrutan de servicios e instalaciones que antes no nos podíamos permitir»

Sí, sobre todo gracias a la concienciación de la ciudadanía, a su respuesta favorable. Hicimos una profunda labor de pedagogía, explicando que no iba a haber una afectación del entorno, que el uso del territorio sería el mismo, con las mismas cabañas de ganado, respetando la dehesa, además, de manera activa por las empresas que invierten en el territorio. La relación entre la ciudadanía, las empresas y las administraciones ha sido –y es– muy fructífera. Siempre podría mejorarse, claro, pero de momento este proyecto fluye y mantiene la esperanza de desarrollar otros nuevos. La ciudadanía ha de ver los grandes proyectos como una inversión, no como una invasión, sobre todo porque si los rechazan serían inviables. Por ello fue fundamental esa pedagogía, la ciudadanía ha de entender que proyectos como el nuestro traen mejoras al territorio y que influyen en todo el planeta, revirtiendo las emisiones de gases de efecto invernadero. Una vez conseguido el respaldo de la gente, el trabajo entre las empresas privadas y las administraciones públicas es mucho más fácil.

¿Cómo ha repercutido la apuesta de Puebla de Guzmán por las energías renovables en la economía y en el bienestar de sus ciudadanos (reducción de impuestos/tasas municipales, instalaciones deportivas o culturales, etc.)?

Para empezar, estas empresas tributan, claro, pero hay una primera inyección económica muy importante a través de las licencias que se conceden para la instalación de paneles y molinos; después, su tributación es muchísimo más cuantiosa que la de cualquier ciudadano, y todo eso ha revertido en que, por ejemplo,  la contribución urbana que pagan los vecinos de Puebla de Guzmán sea la mínima que permite la ley –la más baja de España–, porque lo podemos compensar con los ingresos que obtenemos de la industria renovable. Además, esas tributaciones e impuestos han mejorado los servicios municipales y, por lo tanto, la calidad de vida de nuestros vecinos ha mejorado; disfrutan de servicios e instalaciones que antes no nos podíamos permitir.

¿Cómo se convirtió un municipio de apenas 3.000 habitantes en un referente de las energías renovables?

Pues sin la más mínima ambición. Todo se debe a que reunimos las mejores condiciones. No tenemos la conciencia ni aspiramos a colocarnos en el primer puesto en ningún ranking, nuestra intención es que la calidad de vida de la ciudadanía mejore cada día. Desde el punto de vista de la vanidad influye positivamente. Puebla de Guzmán era un pueblo que perdió su estructura económica basada en la minería, que sufrió el decaimiento de la agricultura silvopastoril que se había practicado en el municipio toda la vida. Y cuando todo eso se pierde, la autoestima de los vecinos se viene abajo. Por fortuna, la hemos recuperado a través de este proyecto de inversión en energías renovables. Sí, nos hemos convertido en un referente, y estamos muy agradecidos de reunir las condiciones naturales para ello, y de volcar todos nuestros esfuerzos en mantener el proyecto y en que vengan nuevas empresas al territorio.

¿Ha impactado un complejo de este tipo en el empleo y la industria? ¿Ha atraído nuevas industrias a la zona?

«Esto mantiene a la población vinculada al territorio y genera expectativas de futuro que antes no teníamos»

Sobre todo ha generado profesionales que ahora están trabajando tanto en las plantas solares como en el parque eólico, y que ha permitido que pequeñas empresas locales tengan trabajo asegurado, sobre todo las que se dedican al mantenimiento de paneles solares, por ejemplo, aunque sea contribuyendo con su maquinaria. Todo eso suma y contribuye a la economía del municipio. Con inversiones tan grandes, siempre se puede pensar que podría haber generado más industria auxiliar, más empleo, pero hay que ser conscientes de que han mejorado muchísimo nuestra calidad de vida, y estamos contentos. 

¿Ha servido el caso de Puebla de Guzmán como inspiración para que otros municipios de la región quieran que se instalen energías renovables en sus municipios? ¿Cree que el modelo puede –y debe– extenderse a otras zonas rurales?

Es posible que haya sido el referente, lo fue en su momento al ser de los primeros municipios donde se instalaron energías renovables, aunque ya había algún pueblo con parque eólico, El Granado, en Jerez, por ejemplo, aunque con poca dimensión. Ahora hay una apetencia en toda la provincia de proyectos de energías renovables, no solo por una cuestión económica, también medioambiental, algo que comprendemos todos. 

Puebla de Guzmán ha demostrado que las renovables son compatibles con los usos y costumbres tradicionales y que, además, las renovables aumentan la economía local y mejoran el planeta. Nos gusta pensar que sí, que hemos sido y somos un modelo de referencia para otros municipios. En la provincia de Huelva ya se está dando esta influencia. Hace poco, el presidente del Gobierno anunció la construcción de la planta de metanol en el Polígono Nuevo Puerto de Palos de la Frontera; lo que había sido un polo químico, muy contaminante, hoy se ha convertido en un polo energético descontaminante. Esa debe ser la línea que sigamos todos, y modestamente hemos contribuido a ello. Así que animamos a que se aumenten los distintos proyectos para generar energías renovables respetando el medio ambiente, siendo conscientes de otra ventaja: esto mantiene a la población vinculada al territorio y genera expectativas de futuro que antes no teníamos. 

Una de las críticas que plantean las renovables es que restan espacio para la ganadería o la agricultura. ¿Cómo se ha vivido en Puebla de Guzmán?

«Entre las plantas fotovoltaicas hay zonas de regadío y pastan rebaños completos de ovejas en su interior»

Somos el ejemplo de que esto no es así. Entre las plantas fotovoltaicas hay zonas de regadío y pastan rebaños completos de ovejas en su interior, creando una simbiosis entre los paneles solares y la propia ganadería; el ganado recibe sombra, refugio y pastos no invadidos por otras especies. Y la ganadería hace de bombero, eliminando la maleza con su pasto y contribuyendo a un equilibrio. Con los molinos esto es más evidente, porque ocupan una superficie mínima que permite desarrollar todo tipo de actividad ganadera. Es decir, nuestro gran temor –perder el uso y costumbre de nuestro territorio– no solo no se ha visto cumplido, sino al contrario, lo ha potenciado.

¿De qué modo se conjuga en el paisaje la orografía natural con las estructuras propias de un parque eólico de 200 hectáreas?

Tiene su impacto visual, eso es innegable, pero la zona donde se despliega el parque no tenía un excesivo atractivo paisajístico; esto dicho entre comillas, porque siempre el territorio es bello para quien ha nacido allí. Como decía Séneca, «nadie quiere a su patria por ser grande sino por ser suya». En nuestro caso, el paisaje estaba muy deteriorado con la invasión del eucalipto en los años 50 y 60, lo que ha permitido que los grandes proyectos eólicos se hayan mimetizado bien en las áreas estériles, yermas y áridas, contribuyendo a tener un nuevo paisaje industrial que tiene su belleza.

Más allá de Puebla de Guzmán, ¿cuál es la relación de las energías renovables con la España rural?

Está dotando de elementos económicos que favorecen la fijación de la población al territorio, lo que evita que los pueblos rurales desaparezcan. Los jóvenes se marchan de las zonas rurales porque no ven expectativas de futuro y porque no hay apenas servicios. A ello se une que nuestra forma de vida ha cambiado, y no estamos tan arraigados a donde nacimos y crecimos, sino que buscamos más la masa, la posibilidad de un trabajo, más servicios. Este tipo de inversiones que conllevan las renovables generan expectativas de futuro, lo que permite a los jóvenes recuperar las ganas de vivir en sus pueblos, con más servicios y un inmejorable entorno natural. No es perfecto, porque nada lo es, pero el impacto en la España vaciada de las renovables es muy positivo.

¿Son las energías renovables una respuesta eficaz al reto de la despoblación rural?

Sin duda, y también para la mejora de la calidad de vida en las ciudades, en las que ya hay muchos paneles solares de autoconsumo y paneles para grandes comunidades de vecinos. Pero, sin duda, puesto que los grandes proyectos requieren extensiones de terreno considerables, los entornos rurales son los grandes beneficiados. Si mejora la economía en el territorio, mejora la calidad de vida de sus vecinos y se reflota el mundo rural también para las generaciones venideras.

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