Pensamiento
¿Por qué necesitamos chivos expiatorios?
Buscar a quién culpar de los propios errores es una tendencia común entre los seres humanos, hasta el punto de que diversos gobiernos y líderes autoritarios han buscado chivos expiatorios para promover sus propios intereses políticos.
Artículo
Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).
COLABORA2024
Artículo
La necesidad de un chivo expiatorio a menudo surge de la incapacidad de enfrentar la responsabilidad propia ante los errores o fracasos. Nos resulta más fácil culpar a otros por nuestros problemas que enfrentarnos a nuestras propias debilidades. Esta dinámica psicológica, profundamente arraigada, ha sido explorada y discutida por filósofos a lo largo de la historia.
El fenómeno psicológico conocido como «proyección», fue explorado por el psicoanalista Sigmund Freud, quien argumentó que proyectamos nuestros pensamientos, sentimientos y acciones indeseados sobre los demás para evitar enfrentarnos a la realidad de nuestro ser interior.
Sócrates también abordó este fenómeno, enfatizando la importancia de la autoconciencia y la autoevaluación en el camino hacia la sabiduría. Según este filósofo griego, reconocer nuestras propias limitaciones y errores es fundamental para el crecimiento personal y moral. Al negarnos a aceptar la responsabilidad sobre nuestras acciones y buscar chivos expiatorios, perpetuamos un ciclo de ignorancia y autoengaño que nos impide alcanzar nuestro máximo potencial.
Según Freud, proyectamos nuestras acciones indeseadas sobre los demás para no enfrentarnos a nuestra realidad interior
Desde una perspectiva grupal, la dinámica de los chivos expiatorios puede tener consecuencias devastadoras. Por ejemplo, durante la Segunda Guerra Mundial, el régimen nazi en Alemania utilizó a los judíos como chivos expiatorios, culpándolos de los problemas económicos y sociales del país. Esta propaganda antisemita llevó al Holocausto. Otro ejemplo es el conflicto étnico en Ruanda en 1994, donde la minoría étnica tutsi fue vilipendiada y culpada injustamente de los problemas del país, lo que llevó a un genocidio que resultó en la muerte de aproximadamente 800.000 personas en 100 días.
La dinámica de los chivos expiatorios puede llevar a la discriminación y la violencia hacia grupos minoritarios dentro de una comunidad, como se ha visto en casos de linchamientos o ataques xenófobos motivados por la percepción de un chivo expiatorio como causa de los problemas locales. Estos son solo algunos ejemplos de cómo la dinámica de los chivos expiatorios puede amplificarse.
Desde esta óptica, Jean-Jacques Rousseau, filósofo francés del siglo XVIII, exploró el concepto de «el otro» como un elemento fundamental en la construcción de la identidad individual y colectiva. Rousseau argumentaba que los grupos sociales a menudo definen su propia identidad en contraposición a un «otro» percibido como diferente o amenazante. Esta dinámica de confrontación de «nosotros versus ellos» puede alimentar la necesidad de chivos expiatorios al demonizar al diferente como la causa de los conflictos internos.
La historia está repleta de casos de líderes políticos y regímenes autoritarios que han utilizado chivos expiatorios para consolidar su poder y desviar la atención de los problemas internos. El psicólogo social estadounidense Stanley Milgram realizó experimentos que demostraron cómo las personas pueden ser fácilmente manipuladas para obedecer órdenes autoritarias, incluso cuando estas implican hacer daño a otros. Experimentos que arrojan luz sobre la capacidad de los líderes para explotar la necesidad de chivos expiatorios en la población con el fin de promover sus propios intereses políticos.
Algunos experimentos arrojan luz sobre la capacidad de los líderes para explotar la necesidad de chivos expiatorios en la población
Sin embargo, la necesidad de chivos expiatorios plantea una pregunta fundamental: ¿somos capaces de superar nuestras tendencias egoístas y destructivas para abrazar una visión más comprensiva del mundo?
El filósofo alemán del siglo XIX, Friedrich Nietzsche, abordó esta cuestión al explorar el concepto de «voluntad de poder» y la naturaleza dual del ser humano, que incluye tanto impulsos creativos como destructivos. Nietzsche argumentaba que la verdadera grandeza humana radica en la capacidad de afirmar la vida en todas sus manifestaciones, en lugar de buscar chivos expiatorios para justificar nuestra propia existencia.
En definitiva, buscar chivos expiatorios es un fenómeno profundamente arraigado en la psicología humana. Sin embargo, a través de una reflexión crítica sobre nuestras propias inclinaciones y un compromiso firme con valores como la responsabilidad, la compasión y la solidaridad, podemos aspirar a trascender esta dinámica destructiva a favor de un mundo más justo.
COMENTARIOS