Internacional

(Casi) todos perdemos

El objetivo de este artículo es destacar que (casi) todas las partes están perdiendo con el enfrentamiento. Y, por tanto, llamamos a una conversación más serena y equilibrada para tratar un problema complejo en el que hay muchos responsables, y que tiene un riesgo muy elevado de convertirse en un conflicto regional o mundial.

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13
febrero
2024

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La actualidad mundial sigue estando marcada por las consecuencias del conflicto que se está viviendo en Israel y Gaza, desde el ataque que Hamás lanzó sobre el sur de Israel el pasado 7 de octubre.

Desde la invasión de Gaza por parte del ejército israelí se suceden imágenes muy duras, pero también pronunciamientos radicalmente opuestos. Desde los que defienden el derecho a la autodefensa de Israel y la necesidad de erradicar el grupo islamista para llevar una vida en paz, hasta los que denuncian el caldo de cultivo de la crisis –el confinamiento durante décadas de dos millones de palestinos en una estrecha franja de terreno– y denuncian los ataques y el castigo colectivo del ejército israelí como genocidio o crímenes de guerra.

Estas posiciones tan enfrentadas están resonando con mucha fuerza en los países occidentales. En muchos de ellos las comunidades judías tienen una presencia económica y política muy relevante. Pero también hay un importante porcentaje de la población musulmana de origen inmigrante, unido a que una parte del electorado y de los partidos de izquierda tradicionalmente han simpatizado con la causa palestina.

Los medios de comunicación han recogido numerosas manifestaciones de distinto signo

Los medios de comunicación han recogido numerosas manifestaciones de distinto signo. Especialmente notables han sido algunas registradas en Estados Unidos, que abarcan desde boicots, despidos de personas, cancelación de contratos o la reducción de donaciones o patrocinios a las empresas o instituciones que se considera demasiado señaladas en la dirección equivocada. No es exagerado señalar que el conflicto está tensionando las sociedades de medio mundo.

En este contexto, el objetivo de este artículo es destacar que (casi) todas las partes están perdiendo con el enfrentamiento. Y, por tanto, llamamos a una conversación más serena y equilibrada para tratar un problema complejo en el que hay muchos responsables, y que tiene un riesgo muy elevado de convertirse en un conflicto regional o mundial. Tristemente, la lista de personas fallecidas y heridas aumenta cada día. Sus secuelas físicas y psicológicas, pero también políticas, probablemente crecerán con cada día que el conflicto siga abierto.

En este conflicto, pierden, por supuesto, los palestinos. A día de hoy la cifra de muertos parece superar los 28.000. Las imágenes muestran una destrucción muy considerable de la ciudad de Gaza y otras ciudades palestinas. Muchos de los fallecidos son mujeres y niños. Las heridas de todo tipo que esta guerra dejará marcarán severamente a varias generaciones de palestinos. Y a pesar de las diversas propuestas que se están haciendo, ningún futuro se asoma en el horizonte que pueda resolver el conflicto de fondo. La población palestina está fundamentalmente abandonada a su suerte.

Pierde también el pueblo judío. No me refiero solo a los muertos o secuestrados por el atentado, ni tampoco a la economía y la sociedad de Israel, que también pagarán un precio. Me refiero a algo mucho más valioso: su posición en la asamblea de naciones del mundo. Aunque las últimas décadas no han sido fáciles, y siempre ha existido un antisemitismo latente, Israel ha sido mirado con ojos muy favorables por una gran parte de la población mundial debido al intento de exterminio que sufrió en la II Guerra Mundial. El holocausto judío ocupa en la memoria de la humanidad el primer puesto en la galería moderna de los horrores, y una mínima compensación o reconocimiento exigía la existencia y defensa del Estado de Israel como lugar donde los judíos de todo el mundo pudiesen vivir con suficiente paz y seguridad. Creo que los dirigentes de este país no están valorando suficientemente cómo están destruyendo esta imagen. Otras fotografías y testimonios más recientes pueden pasar a ocupar el primer lugar de esta tragedia en la que a veces se convierte la historia de la humanidad. Solo que, en este caso, las víctimas son los palestinos.

Pierden los países árabes y musulmanes en su conjunto. Incapaces de hablar con una sola voz o tener un posicionamiento político que aspire a solucionar realmente el conflicto. A pesar de la retórica de denuncia contra Israel, los hechos muestran que no parecen oponerse a la desaparición de Hamás. Quedará por ver si esta inactividad por parte de la mayoría de países árabes o musulmanes tiene consecuencias políticas de mayor calado en sus respectivos países, porque las duras imágenes de la invasión no dejan indiferentes a la mayor parte de sus poblaciones.

Pierde Estados Unidos, cuyo rol como mediador o árbitro de paz en el mundo ya había sufrido un duro golpe tras la segunda invasión de Irak

Pierde Estados Unidos, cuyo rol como mediador o árbitro de paz en el mundo ya había sufrido un duro golpe tras la segunda invasión de Irak. El apoyo militar al gobierno israelí, aunque a veces intente equilibrismos, daña su imagen en gran parte del mundo, precisamente cuando está intentando sumar fuerzas y alianzas con otros países frente a la competencia por el dominio global que China y otros países le están planteando.

Pierde también la Unión Europea y el conjunto de naciones occidentales. Las reacciones tan tibias de la mayoría de países europeos contrasta con la magnitud de su respuesta cuando Rusia invadió Ucrania en febrero de 2023. Desde la óptica europea se trata de dos conflictos diferentes, pero buena parte del resto del mundo percibe más bien un doble rasero condicionado por los intereses políticos y económicos de estos países. La percepción de que el sistema internacional de organismos internacionales actúa mayoritariamente en beneficio de solo unos países puede tener consecuencias importantes sobre la posición de primacía económica, política y cultural que Occidente ha tenido en la historia contemporánea del mundo. Otros países parecen estar ocupando la posición de liderazgo moral que antaño ejercía Occidente.

¿Quién gana entonces? Algunos han apuntado a determinadas posiciones radicales, judías o musulmanas, que estarían alimentando la radicalidad del conflicto. Por supuesto, ganan los vendedores y traficantes de armas, cada vez más sofisticadas, y de otros productos. También aquellos países que buscan debilitar el domino de Estados Unidos y sus aliados.

En la era de la inteligencia artificial (IA), cuando las máquinas aumentan enormemente sus posibilidades, llama la atención que el conflicto entre Israel y Gaza muestre un déficit tan grande de inteligencia por parte de tantas personas. De inteligencia y compasión. La cuestión de fondo es probablemente la más importante a la que nos enfrentamos en esta generación. ¿Toda la tecnología, toda la IA, tiene como objetivo sustituir la inteligencia humana o potenciarla? Sustituir la inteligencia humana significa reducir nuestra capacidad de tomar decisiones. Potenciarla significa poder valorar cada vez más la complejidad y las numerosas situaciones humanas en juego. Por ahora, los acontecimientos dan la razón a los pesimistas que apuntan a que domina la primera.


Alberto Núñez, profesor asociado del Departamento de Dirección General y Estrategia de Esade.

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