Agua

«La sed podría ser el gran motor de la humanidad»

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22
febrero
2024

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Partiendo de sus recuerdos de infancia en el pueblo manchego donde nació, la periodista y antropóloga Virginia Mendoza (Valdepeñas, 1987) traza un recorrido histórico de la sed, detallando cómo las antiguas culturas emprendían el éxodo ante la falta de agua, de qué manera esa ausencia marcaba su carácter, provocaba guerras, anteponía las rogativas a los dioses, causaba revueltas. De su (injusto) reparto hasta el agua que requiere la tecnología de punta (diez consultas a ChatGPT pueden gastar hasta un litro de agua), pasando por el vocabulario que la nombra, este ensayo ágil se despliega como un mapa sentimental, antropológico, económico, agrícola. Hablamos con ella sobre su nuevo libro


 Pienso en la anécdota que cuenta de los vecinos de Villanueva, que actuaron al modo de Fuenteovejuna para reclamar el agua que era de todos. ¿Hasta qué punto la sed es una cuestión de desigualdad en el reparto y el acceso?

Precisamente, si hablo de sed en vez de sequía es por esta razón. Entiendo la sed como una combinación de factores que van más allá de la necesidad fisiológica y que, a un nivel más amplio, incluye, junto con la sequía, el abuso de poder, la desigualdad en el acceso y también las formas colectivas en las que respondemos a todo esto, ya sea mediante rituales de invocación de lluvia, revueltas o avances tecnológicos. Cuando un pueblo pasa sed, la sequía no está sola. En mayor o en menor medida hay responsables, sobre todo en lugares en los que las sequías son cíclicas y en un momento en el que sabemos que cada vez serán más frecuentes y duraderas.

Que La Mancha tuviera la primera sociedad hidráulica de Europa, ¿nos habla de inspiración, necesidad, azar?

Un poco de todo, supongo. La Mancha, históricamente, ha sido escasa en lluvia, pero rica en agua subterránea. En aquel tiempo lo era, al menos, antes de que se le metiera tanta mano. Es muy distinto a lo que ocurre hoy: en Motilla del Azuer, por ejemplo, no ves agua. Estuve el año pasado y me resultó muy triste porque ese pozo lo construyeron sedientos que soportaron una sequía extrema de siglos y ahora no hay agua. De algún modo, quienes vivían allí hace más de cuatro mil años supieron que bajo su tierra había agua, mientras civilizaciones de todo el mundo e incluso el primer imperio colapsaban en ese contexto. ¿Cómo lo supieron? No tengo ni idea. Ni siquiera tengo hipótesis porque no soy arqueóloga, pero me gusta pensar en la posibilidad de que escucharan de sus antepasados que en algún punto específico hubo agua en antes, como ocurrió mucho tiempo después con mi abuelo, que sabía dónde encontrarla porque escuchó cómo sus mayores la encontraron y lograron salir adelante. Y me gusta pensar también que la llegada de los yamnayas pudo tener algo que ver. Al fin y al cabo, habían recorrido mucho mundo y trajeron varias innovaciones, tanto propias como adoptadas por el camino.

«Cuando un pueblo pasa sed, la sequía no está sola; en mayor o en menor medida hay responsables»

¿Qué papel cumplieron los zahoríes (su abuelo, de alguna manera, cuando se llevó a su hermano y cavó la zanja) en la búsqueda del agua?

Mi abuelo no era zahorí, solo sabía dónde podía haber agua porque había escuchado a sus mayores. La posibilidad de que supiera algo sobre la búsqueda del agua es algo que lanzo como una suposición. Los zahoríes no solo tuvieron su papel en pasado: siguen presentes y, durante los últimos veranos, han estado muy activos. Creo que en los pueblos conocemos al menos un zahorí. Este conocimiento, hace siglos considerado brujería, y hoy tachado de pseudociencia, está muy desprestigiado, pero fue tan relevante en el pasado que incluso quedó reflejado en el arte rupestre, en una cueva de Argelia, y ha ayudado a pueblos a salir adelante. Leí que en un pueblo de Sevilla hay un zahorí que ha llegado a encontrar 500 pozos en un verano y lo ha hecho gratuitamente. Como él hay muchos más. Me interesan sobre todo a nivel antropológico, como tradición heredada en puntos muy distantes del mundo, y porque habla de la necesidad que abordo en el libro y que nos conecta a tantos. No entro en si es verdad o no porque eso no es lo que me interesa, por la misma razón por la que hablo de creencias religiosas: lo que me afecta es cómo el ser humano reacciona ante la sed sin juzgar lo que piensa o cree.

Los acadios (hace 4.300 años) huyeron de su emplazamiento por la sequía. ¿La sed, y no el amor, la avaricia, o la fe, es el gran motor del hombre?

Tengo la sensación de que sí, de que la sed podría ser el gran motor de la humanidad. También te digo que igualmente podría ser el frío o la combinación de ambos, pero he profundizado en la sed. Casi todo lo más relevante que nos ocurrió, sobre todo en la Prehistoria, coincide con épocas en las que se alternaban ciclos de frío-aridez y calor-humedad. Y no solo en la prehistoria: los grandes avances científicos relacionados con la necesidad de predecir, controlar y retener la lluvia se dieron durante la Pequeña Edad de Hielo, cuando el tiempo era brutalmente cambiante e imprevisible, alternando todo tipo de fenómenos como las sequías, que hicieron que también proliferaran en ese tiempo las rogativas pro pluviam. Cuando abres un manual de prehistoria, lo primero que encuentras es que las dos principales características del Cuaternario son los cambios climáticos y la aparición del ser humano. Somos inseparables y, sobre todo desde el Neolítico y especialmente desde hace unos 200 años, nos retroalimentamos.

Hegel, usted lo recuerda, asegura que las gentes se parecen a su clima. ¿Cómo moldea el carácter la sed?

Creo que hay una retroalimentación entre el clima y el ser humano. No es tanto que el clima determine X cosa, sino que el clima y nuestras acciones interactúan. No somos marionetas del clima; de hecho, estamos viendo hasta qué punto podemos alterarlo. Pero la sed, que es más que clima, más que sequía, que nos incluye y que es fruto a menudo de esa interacción, sí puede ir orientando algunas particularidades de los pueblos. La más evidente quizá sea el ritual propiciatorio de lluvia que, ya sea mediante danzas, petroglifos, bodas de animales o rogativas, ha estado en todos los lugares marcados por la aridez.

«Las dos principales características del Cuaternario son los cambios climáticos y la aparición del ser humano: somos inseparables»

Pero también influye en la gastronomía, y la gastronomía suele trascender la mesa en ambas direcciones. La jota manchega más famosa dice en su estribillo: «A La Mancha manchega, que hay mucho vino, mucho pan, mucho aceite, mucho tocino». Esa base de nuestra gastronomía está directamente ligada a la sed de nuestros antepasados, y se acaba reflejando culturalmente en una jota que yo bailaba de pequeña con mis vecinas. Y hay más: tenemos un plato de la lluvia en La Mancha. Si llueve, decimos: «Vaya día hace de gachas». Las gachas no son solo parte de nuestra gastronomía, sino que las veo como una forma de compartir la alegría y celebrar la lluvia en una tierra de lluvia escasa, porque ni siquiera se comen en un plato, sino que se comen desde la sartén y en grupo. Es una especie de comunión en torno a la comida, como la paella valenciana, pero con el añadido de la lluvia.

La institucionalización del parte meteorológico (sobre todo a través de televisión), ¿acabó con la fe de muchos campesinos?

No lo sé. Pero no me parecen incompatibles. ¿Has visto la cantidad de ejemplares que vende cada año el Calendario Zaragozano? San Isidro se convirtió en patrón del campo y de los agricultores hace poco más de medio siglo, pero a san Isidro se le ha pedido la lluvia desde hace unos 900 años. Además, el santo se asocia con el buey, que es un animal al que se le pide la lluvia desde hace miles de años por todo el Mediterráneo y también en el sur de África. Es posible que la respuesta esté, o me ha parecido atisbarla, en las estrellas, en la constelación de Tauro y sus cúmulos estelares como las Pléyades y las Híades. Son estrellas que, en el pasado, se interpretaban como anuncio de época de lluvias o de sequía, en función de su visibilidad en infinidad de culturas de todo el mundo y están presentes en sus mitos. Pero es que, además, volviendo a san Isidro, trasciende lo religioso: en muchos lugares se convierte en una excusa para reunirse. Por eso no me extrañaría que alguien pidiera la lluvia a un santo o una virgen después de consultar la web de la AEMET.

Hace unos 200.000 años, la especie humana estuvo a punto de extinguirse (sobrevivieron unos 1.300 humanos), por frío y aridez. A lo largo del libro, insiste en que ha habido varios «cambios climáticos» (en el desierto peruano aparecieron los restos de una ballena), pero este que estamos viviendo, ¿puede ser el último en tanto que nuestro final?

No lo sé, no puedo hacer predicciones, puede que ni siquiera haya nadie al volante: hemos alterado la tendencia natural de la Tierra, que por ahora coincidía bastante con los ciclos que fijó Milankovitch para los cambios climáticos a largo plazo. Pero, si se han extinguido varias especies, también podríamos extinguirnos nosotros en algún momento. Los sapiens llevamos poco más de 200.000 años sobre la Tierra (aunque hay una evidencia en Marruecos de hace algo más de 300.000). Los neandertales, quizá los últimos con quienes la compartimos, duraron poco más de eso. Nadie ha dejado tanta huella como nosotros, pero la Tierra podrá seguir seguramente. No somos más que personajes secundarios de un capítulo breve, aunque nos creamos los protagonistas de la saga. De todos modos, lo que posiblemente se acabaría antes sería nuestro modo de vida, el sistema en el que vivimos, si es que estamos dispuestos. Si queremos al menos amortiguar el golpe que nos viene o lo que nos quede aquí, estaría bien que buscásemos algún aprendizaje en quienes vivieron situaciones parecidas en el pasado. Creo que el primer paso hacia la extinción suele ser el aislamiento. En cuanto a los humanos, no parece que nadie saliera adelante alimentando el individualismo ni esquilmando sus recursos. De hecho, siguieron aquí quienes hicieron lo contrario en los tiempos de mayor adversidad.

¿De qué modo la inteligencia artificial intensifica la sed?

La sed, como un iceberg, tiene una parte visible y otra invisible. La inteligencia artificial entra dentro de la segunda: la previsión es que se quintuplique el consumo del agua a medida que normalicemos su uso. Como casi todo, tiene sus luces y sus sombras, porque también está teniendo un papel crucial en el acceso al agua potable en campos de refugiados, por ejemplo. Pero ese aspecto discreto no es nuevo ni exclusivo de la IA, ocurre igual con la electricidad: vemos un enchufe, raro es que nos pongamos a pensar en un embalse mirándolo.

«No somos más que personajes secundarios de un capítulo breve, aunque nos creamos los protagonistas de la saga»

Asegura en el ensayo que la sed actual en España se debe, además del cambio climático, al descontrol de regadíos, la sobreexplotación de los acuíferos, la degradación del suelo y el abandono de la tierra. Pareciera que hay mucho margen para atajarla…

Eso no es que lo asegure yo, es que hay estudios que apuntan a esos motivos con cifras. Ocurre fuera de nuestras fronteras, pero la previsión es que nos afecte más en la España seca, aproximadamente el 75% de la península ibérica, por esas razones, como llevan tiempo advirtiendo organizaciones ecologistas. Casi un tercio de los acuíferos de todo el mundo están al límite, y bajando de manera imparable y acelerada. Más allá del agua que se extrae, los acuíferos los destruyen los vertidos agropecuarios, industriales y urbanos. Por eso entiendo el hartazgo en el campo, y no me parece justo que vaya el sector primario en el mismo saco ni que siempre tengan que pagar los mismos. El 80% del agua que se consume en España se destina al regadío, pero la mayor parte la consume el intensivo y otra gran parte dentro de esa se extrae ilegalmente, tanto en Doñana y en el Mar Menor como en las Tablas de Daimiel y Arenales. Hay una diferencia abismal entre grandes y pequeños regantes, entre grandes y pequeños agricultores y entre ganadería intensiva y extensiva que, por evidente que sea, a menudo se pasa por alto. No se puede culpar a los agricultores y ganaderos en general de los despropósitos de unos pocos, porque ellos también se ven afectados por esta situación y por un reparto de ayudas muy alejado de la justicia social, ni del desastre que ha provocado el sistema en el que vivimos, ni hacerles cargar con todos los males del mundo, porque mi vecino con tractor o el pastor del pueblo de al lado o mi abuelo que nos dejó olivos de secano no dejan la misma huella en el planeta que el noble terrateniente que no pisa el campo pero se lo bebe (a costa de otros agricultores), ni la famosa que se va a las Maldivas a celebrar su cumpleaños en un jet privado.

Si los armenios colocaban una semilla de granada bajo la lengua y el ejército de Alejandro Magno lamía sus espadas, ¿cómo combate Virginia Mendoza la sed?

Por suerte, todavía con agua. Tampoco estoy en ese contexto ni me parece comparable porque no intento sobrevivir a una guerra ni a un genocidio. A esos armenios los habían expulsado al desierto para que murieran de sed y hambre. En gran parte, por eso la granada la ven hoy los armenios como un símbolo nacional. Es el recuerdo de la sed de los bisabuelos que lograron sobrevivir al genocidio.

Si omitimos el agua, ¿de qué tiene sed el hombre?

Te podría decir que sed de sangre porque es lo fácil, pero no comparto la idea del mono asesino. En tanto que especie, no sé si sería acertado decir que tenemos sed de algo que no sea agua y comida. ¿De llegar a otros planetas? ¿De poder? No siento esa sed. ¿De ser inmortales? Qué aburrimiento. ¿De felicidad? Algunas preferimos la serenidad. ¿De paz? Esa sí la siento, como muchos, pero por desgracia no la compartimos con toda la humanidad. No sé si me queda alguna posible sed, pero en todo caso, si tuviera que elegir, me quedaría con el amor. El amor en general, porque incluso quienes se han rendido ya con sus semejantes necesitan el amor de su perro o su gato. El amor es, al fin y al cabo, lo que necesita tanto quien quiere destacar en redes sociales como quien no sonríe porque tiene un día horrible o quien te enseña un meme para hacerte reír.

«Fluir», palabra emparentada con la sed, es de las más antiguas que conoce el hombre; el «petricor» nos gusta tanto porque nos recuerda al origen de la vida; antiguamente, a la lluvia se la significaba con tres palitos seguidos y verticales… De todo el vocabulario de la sed, ¿cuáles son las palabras que más le interpelan?

Petricor es una de mis palabras favoritas. Además de uno de mis olores favoritos. Aunque no habla directamente de la sed, la engloba; me interpela mucho la palabra solastalgia, que acuñó un filósofo recientemente para nombrar la pena que siente una persona que ha perdido el escenario de su infancia por causas naturales o artificiales. Me lo llevo a la sed porque la solastalgia la siente tanto alguien que ha sido expulsado de su pueblo por un embalse como alguien que ha tenido que huir de una tierra extremadamente seca. Zahorí, que mencionabas antes, también es una palabra que me encanta. Es algo así como mago de la tierra.

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