El desafío de financiar la revolución sostenible

El evento Empowering Talks: La Revolución de las Finanzas Sostenibles, organizado por Ethic e ING, ha reunido a expertos de entidades financieras, la administración pública y el tercer sector para reflexionar sobre el reto de construir un sistema socialmente responsable, ambientalmente sostenible y económicamente eficiente.

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Teresa Ribera, vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra para la Transición Ecológica, clausura la jornada.

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El concepto de «finanzas sostenibles» lleva ya unos años instalado en las agendas políticas y empresariales de las economías avanzadas. Al principio era una variante residual dentro de los mercados financieros, pero, a medida que la conciencia ambiental y social se ha ido asentando en la opinión pública, está teniendo cada vez mayor pujanza y niveles de complejidad. Hace solo unas semanas, el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunció la creación de un Consejo de Finanzas Sostenibles y puso de relieve no solo que las finanzas sostenibles suponen una «prioridad» para el actual Ejecutivo, sino también que la colaboración público-privada es clave para consolidar una economía verde y justa.

Reflexionar sobre cuál será el siguiente paso de ese binomio entre economía y sostenibilidad, su papel en el futuro del planeta y el rol que jugarán los distintos agentes implicados en su impulso y desarrollo ha sido el objetivo del evento Empowering Talks: La Revolución de las Finanzas Sostenibles, organizado por Ethic e ING y celebrado en el emblemático Espacio Larra de Madrid.

Teresa Ribera: «El progreso económico solo es viable y sostenible en el tiempo si se dedica a generar bienestar para las personas y el medio ambiente»

«Existe una mayor concienciación global ante las desigualdades y el cambio climático», señaló Ignacio Juliá, consejero delegado de ING España y Portugal, en el diálogo que mantuvo con la periodista Marta García Aller y que sirvió como apertura de la jornada. A pesar de estos avances, el dirigente de la entidad bancaria advirtió de que aún no se ha llegado a ese punto de inflexión en el que se pueda afirmar que somos 100% sostenibles: «El rol de la banca es formar y orientar a la sociedad durante esa transición». ¿Cómo? «Ayudando a las personas a gestionar mejor sus finanzas para que disfruten de una buena salud financiera». Pero recordó que, «para tener impacto, todos debemos empujar en la misma dirección».  Para Juliá ese es el camino hacia una banca del futuro que será «cercana, muy humana y centrada en las necesidades del cliente para que, con el auxilio de la tecnología, le ayude a cumplir sus sueños de forma sostenible».

Finanzas contra el cambio climático

Durante décadas, economía y naturaleza han sido conceptos independientes e, incluso, antagonistas. Hoy, sin embargo, sabemos que están íntimamente relacionados. «Sin naturaleza no puede haber economía», aseguró Cristina Monge, consejera editorial de Ethic y encargada de moderar la mesa de diálogo «Finanzas para el cambio». Monge recordó que en un reciente informe el Foro Económico Mundial estimaba que la pérdida de biodiversidad y el colapso de los ecosistemas podrían acarrear pérdidas por valor de 2,7 billones de dólares anuales en el PIB mundial de aquí a 2030

¿Pueden las finanzas hacer frente al desafío medioambiental y climático? Según Alfonso Tolcheff, director general de Banca Corporativa e Inversión de ING España & Portugal, no solo pueden, sino que disponen del principal instrumento para decantar esa batalla: la financiación. «En España habrá 220.000 millones de euros para la transición energética hasta 2030. Los bancos tenemos ante nosotros el reto mayúsculo de canalizar esa inversión de manera responsable», destacó. El apoyo a un cambio de modelo basado en energías limpias será una de las claves para lograr ese desafío. En ese sentido, Tolcheff anunció que ING va a triplicar su inversión en renovables de 2.500 millones en 2022 a 7.500 millones anuales en 2025

Ignacio Juliá, CEO de ING: «para tener impacto, todos debemos empujar en la misma dirección»

La administración es un eslabón imprescindible en esa transición. En su tejado está, entre otros, «establecer un campo de juego claro con reglas y un marco normativo predecible», indicó Joan Groizard, director general del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Ese marco que aporte seguridad y transparencia es una de las claves para activar, dijo, «unas soluciones en renovables y eficiencia energética que ya son viables tanto desde un punto de vista tecnológico, como económico, puesto que se pagan por sí mismas».

El otro ingrediente necesario para que la economía desencadene el cambio de modelo es articular mecanismos para que las ayudas verdes procedentes de la Unión Europea lleguen hasta las empresas. En España, esos mecanismos se han definido en el Plan de RecuperaciónTransformación y Resiliencia, con 84.000 millones de euros en préstamos para proyectos vinculados a la sostenibilidad. «Los fondos están ahí y ahora tenemos que saber canalizarlos a los proyectos adecuados», expuso Antonio Cordero, director general de Financiación y Estrategia en ICO, entidad pública encargada de gestionar el 50% de esa financiación por medio de la colaboración público-privada. Incrementar esa oferta de financiación y ampliar su espectro «más allá de los sospechosos habituales, como energía, construcción o transporte sostenible, para que también otros sectores puedan beneficiarse de esa transición» debería ser, en opinión de Cordero, el siguiente paso a tomar.  

Desde el ámbito privado, las inversiones sostenibles, basadas los criterios ESG (ambientales, sociales y de gobernanza) son otra de esas palancas que pueden inclinar la balanza a favor de un planeta sostenible desde la economía. Unas inversiones que, tal como explicó Andrea González, directora general de Spainsif, han ido evolucionando con el tiempo: «El papel del inversor ha pasado de simplemente protegerse frente a eventuales riesgos de sostenibilidad a ser protagonista activo en la generación de soluciones ambientales a través de inversiones con impacto». 

Una «S» que no sea minúscula

Los expertos reunidos en la jornada suscribieron a Ana Sainz, directora general de Fundación Seres y encargada de moderar la mesa «El compromiso con las personas», cuando señaló que, desafortunadamente, la «s» de social sigue siendo la hermana pequeña de ese trío virtuoso que conforman los criterios ESG. Y recordó realidades que evidencian su relevancia, como que en el mundo hay 700 millones de personas en situación de pobreza o que alrededor de 2.500 millones que no utilizan de forma habitual ningún servicio financiero. 

Joan Groizard: «La administración debe establecer un campo de juego claro con reglas y un marco normativo predecible»

Reducir esa brecha, comentó Juan Carlos Delrieu, director de Estrategia y Sostenibilidad de la Asociación Española de Banca, pasa en buena medida por ampliar el acceso global a los servicios bancarios. «La bancarización genera bienestar y crecimiento económico, mejora las condiciones de vida de las personas y les permite tomar mejores decisiones», aseguró. En ese sentido, aunque España tiene uno de los índices de accesibilidad bancaria más altos de Europa, Delrieu alertó que «todavía hay que cambiar muchos comportamientos y hábitos para mejorar nuestros índices de salud financiera». 

Desde ING, su directora de banca para particulares, Almudena Román, resaltó que el compromiso con lo social se comienza a construir desde dentro. «La sostenibilidad hay que creérsela», afirmó. ING colabora con entidades del tercer sector para hacer llegar la educación financiera hasta las familias. Una labor divulgativa que comienza mucho antes con sus propios clientes: «Les ayudamos a comprender el manejo de su dinero y a tomar decisiones financieras inteligentes con el menor esfuerzo posible para ellos». Otros elementos de esa fórmula de la sostenibilidad para ING son innovar, aportar talento y, sobre todo, medir el impacto de sus actuaciones. Porque, apuntó Román, «medir es la vía para seguir aprendiendo». 

«La educación financiera es un factor habilitante para abordar las desigualdades», aseguró José María Vera, director general de UNICEF España. Pero para que tenga impacto hay que fomentar su escalabilidad y la interacción entre agentes. Si las entidades bancarias tienen el conocimiento, las oenegés tienen esa capacidad de capilaridad y llegada hasta el corazón de los colectivos vulnerables. Por esa razón, Vera cree crucial apostar por una colaboración que «supere la dicotomía entre los objetivos sociales y las metas empresariales». Alianzas de largo recorrido que, como la de ING y UNICEF, «promuevan la transparencia y el respeto de los roles, compartan los retos de la medición y mejoren la predictibilidad, el compromiso y la implicación de todos los actores». 

Ana Sainz (Seres): «La ‘s’ de social sigue siendo la hermana pequeña de ese trío virtuoso que conforman los criterios ESG»

Desde el mundo del emprendimiento social e inclusivo, Lucía Medina, directora general de Nantik Lum, reclamó una mayor atención a la «s», ya que «no se percibe la misma urgencia hacia las cuestiones sociales que la que hay con el cambio climático». También reclamó al ecosistema financiero más imaginación y generosidad para no medir los proyectos únicamente por su rentabilidad a la hora conceder financiación: «Hay que dar más oportunidades a proyectos pequeños que pueden ser realmente transformadores».

Teresa Ribera, vicepresidenta Tercera del Gobierno y Ministra para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico fue la encargada de dar el cierre institucional al evento. En su intervención, la responsable del MITECO desechó la vieja idea de que el progreso económico solo es posible a costa de los sacrificios de las personas y el medio ambiente. Un argumento que tildó de «tener un recorrido muy corto, ya que es exactamente lo contrario: el progreso económico solo es viable y sostenible en el tiempo si se dedica a generar bienestar para las personas y el medio ambiente».

La responsable de la cartera ambiental advirtió, no obstante, de que esa revolución no será un camino de rosas, e hizo hincapié en la importancia de «afrontar las dificultades con firmeza de principios y sin decaer en el esfuerzo». Porque en cuestiones de sostenibilidad, concluyó, «no puede haber marcha atrás». 

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