Economía

Los fondos sostenibles, bajo tensión

Parecían estar viviendo un ‘boom’ después de la pandemia, pero el aumento de las tensiones geopolíticas, las subidas en los tipos de las principales economías, el ‘greenwashing’, la inflación y una campaña negativa han puesto bajo presión el avance de las inversiones verdes. ¿En qué punto están actualmente?

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Óscar Gutiérrez
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09
febrero
2024

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Óscar Gutiérrez

Los momentos de gran felicidad son fáciles de perderse en el mar de la memoria. Hoy, muy pocos lo recuerdan, pero, hace un par de años, el universo natural vivió una pequeña odisea. Mientras la humanidad (sobre todo en el lado occidental) se confinaba tras la explosión de covid-19, diversas especies en diversos hábitats dieron rienda suelta a un mundo sin personas. El cielo de las ciudades quedó libre de la mugre de la polución y los océanos y ríos fluyeron limpios. El virus logró lo que nadie pudo hacer en tres décadas: provocar un descenso histórico de las emisiones de gases de efecto invernadero. Entonces, los gobiernos se abrazaron a la idea de que era el mejor de los momentos para darle vuelta a la página y apostar por un cambio de modelo, uno más sostenible, menos contaminante. La premisa cobró fuerza y los mercados financieros auparon el sueño. Las inversiones verdes acumularon un récord global de 35 billones de dólares (unos 33 billones de euros) entre 2020 y 2021, de acuerdo con la Alianza Global de Fondos Sostenibles, marcando un hito de esperanza hacia los grandes objetivos de descarbonización. Luego, un baño de realidad nos puso los pies en la tierra.

La invasión rusa en Ucrania puso contra las cuerdas al suministro de energía en Europa, el principal mercado de las inversiones con criterios ESG (o ASG, por sus siglas en español, ambientales, sociales y de buen gobierno). Mientras, el petróleo y el gas natural ruso (que hasta ese entonces representaban el 20% y el 41%, respectivamente, de las importaciones de la región) dejaban de llegar, el viejo continente se sumergía en una ola de incertidumbre sobre el abastecimiento energético en plena primavera. En el mercado, los precios empezaron a dispersarse. El megavatio hora de gas alcanzó su mayor nivel en la historia y el barril de crudo Brent (el de referencia) tocó un máximo que no se veía en casi ocho años. La quema de carbón volvió a ser la respuesta para salir del apuro: batió un récord en 2022, con 8.000 millones de toneladas calcinadas, superando la marca previa fijada en 2013. El coste de la energía se trasladó a todos los productos de la compra y disparó los índices de precios al consumidor en todo el planeta. Los gobiernos aumentaron las tasas de referencia para contener el choque. Y la ilusión de un mundo mejor (con todo y sus fondos sostenibles) se nos iba de las manos.

«2022 podría ser descrito como un annus horribilis para la inversión sostenible», afirma Masja Zandbergen, directora de Integración de Criterios ASG de Robeco. Los flujos trimestrales globales de fondos ASG tuvieron bajadas durante casi todo el año. Solo en el último cuarto del ejercicio lograron recuperarse con 37.000 millones de dólares de dinero nuevo neto, según Morningstar. Los activos mundiales en estos activos sumaron casi 2,5 billones de dólares a finales de diciembre, frente a los 2,24 billones de tres meses antes. Las estimaciones de esta última consultora sobre la cantidad de dinero en fondos con criterios ASG varían en comparación con otras. Según Bloomberg Intelligence, los fondos con etiquetas ASG superaron los 2,3 billones de dólares en el primer trimestre de 2023. Las cifras estuvieron muy por debajo de los 35 billones de dólares pregonados por la Alianza Global de Inversión Sostenible. Pero lo que es una realidad es que los recursos se han visto disminuidos. «La geopolítica, el precio de la energía y los mercados de capitales [que tuvieron una caída generalizada el año pasado] han jugado a la contra. Ha sido como entrar en el Triángulo de las Bermudas», afirma Andrea González, directora general de Spainsif, el foro español de inversión sostenible.

Pedro del Pozo: «La inversión sostenible se encuentra en fase de concienciación absolutamente creciente»

Según un reciente estudio publicado por esa institución, el peso de los activos gestionados con algún criterio ASG dio un salto: pasó del 51% al 55% en 2022 sobre el total del mercado de inversión colectiva (fondos de inversión o de pensiones) en el país. La cantidad (374.758 millones de euros), sin embargo, ha sido un 1% menor respecto a los datos de 2021, aun con la ampliación de cuatro puntos de la muestra. Hay más jugadores apostando por ellos, pero con menos dinero. «Los fondos sostenibles tienen una exposición elevada a cuestiones climáticas y, por tanto, a la energía, y en consecuencia son sensibles a lo que sucede en el mercado», afirma González. Y aunado a los vaivenes del mercado, las inversiones sostenibles se han sometido a un tsunami de críticas. Sobre todo en Estados Unidos, donde Elon Musk ha calificado la inversión ASG como «una estafa», después de que Tesla perdiera su sitio en el índice S&P 500 ASG por una estrategia integral baja en carbono enfrentaba acusaciones de discriminación racial y malas condiciones laborales en una fábrica en California. Musk no ha sido el único. Ron DeSantis, gobernador de Florida y posible candidato presidencial en 2024, ha firmado una ley que prohíbe el uso de ASG en la inversión de fondos públicos. Otros estados liderados por los republicanos han retirado miles de millones de dólares de fondos de BlackRock, un gran defensor de los ASG en Wall Street.

«El gran problema es que muchas empresas han adoptado objetivos ASG, pero sin que su actividad genere un impacto real», comenta Serdar Celik, experto en inversión sostenible y en mercados de capital en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). Por ejemplo, en España, cerca del 20% de las empresas invertidas por fondos «verdes» –adscritos al artículo 9 (los más sostenibles de todos) del reglamento Sustainable Finance Disclosure Regulation de la Unión Europea– presenta problemas con algún criterio ASG, según un informe de Gabeiras & Asociados, Triodos Bank y la UPF Barcelona School of Management. Es decir, que existen dudas sobre su sostenibilidad, pues están expuestos a sectores controvertidos como el tabaco, el alcohol, el juego o el armamento, así como la minería o el petrolero. «Hace falta mucha más transparencia y mejores metodologías que definan el concepto de «fondo sostenible», asegura Celik.

«La inversión sostenible realmente se trata de hacer que todas las empresas sean más ecológicas a través de la administración de inversores y la asignación de capital a proyectos que generen resultados adicionales para la sociedad y el medio ambiente», agrega Leon Kamhi, jefe de Responsibility y presidente de EOS de la gestora Federated. Pero más allá de estos desafíos, se espera que los activos vayan por buena ruta. «Se encuentran en plena fase de expansión a nivel mundial, con unos niveles de crecimiento y, más importante, de concienciación, absolutamente crecientes», afirma Pedro del Pozo, director de inversiones financieras de Mutualidad. «Hace mucho tiempo que esto dejó de ser una moda para convertirse en una realidad», concluye.

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