Cultura

«La escritura es una especie de papel moneda del pensamiento»

Fotografía

I.M. Millán
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19
diciembre
2023

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I.M. Millán

¿Estamos dejando de escribir a mano? El lingüista José Antonio Millán reflexiona sobre el triunfo y el abandono de este tipo de escritura en su libro ‘Los trazos que hablan’ (Ariel, 2023). La monografía supone un recorrido por esta invención que cambió la forma de conocer el mundo, a la par que se enfrenta a los retos actuales: ¿las siguientes generaciones serán las que menos escriban a mano? ¿Qué nos dice de una persona su escritura? En este sentido, ¿qué perderemos con la digitalización?


El ser humano habla desde hace 100.000 años, pero solo escribimos desde hace unos 5.000. La primera pregunta es obligada: ¿para qué sirve la escritura?

Como decían los antiguos, la escritura sirve para dejar memoria de nuestros hechos y comunicarnos con otros. Había un autor del Siglo de Oro que decía que la escritura era una letra de cambio, que dejas ahí apuntadas unas cosas y otras personas en otro momento las pueden recuperar. Es una especie de papel moneda del pensamiento.

El libro está estructurado de manera cronológica. Comienza con el alfabeto. Asegura que «durante mucho tiempo se ha pensado que el orden alfabético era completamente arbitrario, pero tenemos indicios de que podría haber estado, en sus principios, justificado por motivos al tiempo psicológicos y didácticos».

Se han encontrado unos alfabetos primitivos que datan de Mesopotamia que se podrían considerar los padres de los alfabetos. Estaban ordenados de tal forma que los sonidos similares se encontraban separados. Eso, probablemente, era así con fines educativos, para que al estudiarlos fueran más fáciles de aprender. Hay una sucesión de letras, que es LMNP, que parece que existe de tal forma desde hace milenios. De hecho, dio lugar a la palabra «elemento», que antiguamente significaba «letra del alfabeto». Luego, claro está, ha habido que ir metiendo y quitando letras.

En la segunda parte de la publicación aborda la escritura en Roma. Por aquel entonces, convivieron lo que denomina la escritura monumental y otra cotidiana. ¿A qué se refiere exactamente?

La escritura monumental es la que conocemos todos, esa imagen en el frontón de un templo romano, las letras en mayúsculas que han llegado hasta nosotros. Pero la gente normal escribía en unas tablillas de cera que podrían borrar fácilmente con unas letras bastante más deformadas que esas preciosas letras mayúsculas de los edificios.

La escritura nos exige habilidades como la motricidad, el dominio espacial y de las convenciones ortográficas. ¿Se han mantenido estables o han evolucionado a lo largo de la historia?

La capacidad espacial en relación con la escritura a mano, por ejemplo, es algo consustancial. El hecho de que puedas escribir igual con letras muy pequeñas en la chuleta de un examen, con tamaño normal en un cuaderno y en grande en la pizarra supone una habilidad muy típica de la escritura. Otras cuestiones como la ortografía sí que han cambiado con el tiempo y en cada época con sus propias condiciones.

«El uso extenso de la escritura en España mantuvo en pie el reinado de Felipe II»

También menciona la revolución de Carlomagno como el periodo en el que se intentó estandarizar el latín para unificar la fe en el imperio. En España, por aquel entonces, imperaba la liturgia mozárabe. ¿Qué papel jugó la escritura en esta homologación?

Uno de los intentos de Carlomagno fue establecer la misma liturgia para todos, lo que llevó aparejado el uso de un cierto tipo de escritura y letra. En el caso de la letra, se utilizó una más espacial para los libros y otra más descuidada para apuntes manuales. Simplemente, el escribir así contribuye mucho a la estandarización de las prácticas culturales. De hecho, uno puede encontrar en todo el Mediterráneo una forma bastante similar de escribir a partir de un cierto momento.

Menciona objetos como el soporte, la pluma, la tinta y el escritorio y también recalca la mano humana como elemento indispensable. ¿Qué papel juegan en la escritura?

Estos elementos son cruciales. La mano humana, por ejemplo, es un instrumento delicadísimo que tiene muchos huesecillos y terminaciones neurológicas. Necesita toda esa capacidad para escribir en superficies muy distintas. Los romanos ya lo hacían sobre cera y nosotros con una pluma sobre papel. Los elementos, en general, nos proporcionan la capacidad de adaptarnos lo máximo posible a cada lugar en el que podemos o tenemos que escribir. Luego, cada una de estas formas tiene sus distintas necesidades y capacidades. Es muy distinto escribir con una pluma de ave, que hay que mojar en el tintero y que se estropeaba a medida que escribías, a escribir con una pluma estilográfica, por ejemplo. Cada soporte, instrumento y circunstancia te fuerza a tomar decisiones distintas.

El humanismo supuso un gran avance en lo que a textos se refiere. En España, su principal baluarte fue Elio Antonio de Nebrija, autor de la primera gramática española en 1492. ¿Qué supuso este avance para la escritura en el país?

El humanismo fue un movimiento internacional. Como sabemos, el propio Nebrija estudió en la Universidad de Bolonia. La comunicación entre los humanistas era muy amplia. En España supuso el uso de la letra romana, calada y bien dibujada que impusieron los humanistas. En paralelo, en la misma época apareció la imprenta, lo que permitió difundir ciertos tipos de letra con mayor tranquilidad.

En la transición desde la Edad Media hacia la Moderna hay un aspecto que denomina «la incorporación de la escritura al gobierno». ¿Así es como se popularizó la escritura? Pues la mayoría de la población seguía siendo analfabeta.

Comprobamos que eran analfabetos en las cartas que escribían a sus parientes en las Indias. Los que no sabían escribir necesitaban un intermediario siempre, pero por otra parte no eran pocos los que escribían a sus seres queridos con muy poco conocimiento de las reglas ortográficas y caligráficas. Lo que sí está claro es que el uso extenso de la escritura en España mantuvo en pie el reinado de Felipe II. Toda la comunicación de los virreyes y gobernadores, por ejemplo, y entre la metrópolis, las Indias y Filipinas, descansa sobre un uso de la escritura absolutamente intensivo.

La imprenta, ¿estimuló o apaciguó la escritura a mano?

La imprenta difunde cuestiones como la ortografía, sobre todo con las prácticas de los correctores que estandarizan la escritura, no solo la de imprenta sino la manual. Es curioso porque, por una parte, contribuyó a la estandarización de la escritura a mano y, por el otro lado, coexistieron durante mucho tiempo. Se dio una gran convivencia, incluso una vez desarrollada la imprenta. Los mejores escritores de nuestro Siglo de Oro, nuestros Góngoras y Quevedos, esa poesía, se llegó a difundir manuscrita en su momento.

¿Cuál diría que fue la edad de oro de la caligrafía?

La caligrafía se sofistica mucho hacia finales del siglo XVII, cuando a pesar de que la imprenta está muy desarrollada, se crean sistemas para aprender formas de escritura. Ahí nacen las letras nacionales. En España se difunde la letra llamada bastarda, considerada como la mejor y más bonita que existe, pero otros países también tienen sus letras nacionales. Hablamos de un momento en el que se publican muchos tratados de caligrafía, sobre la forma de escribir y su enseñanza. Es su momento de oro.

A principios del siglo XX surgió algo que podemos llamar como competencia entre letras. ¿Cuáles salieron victoriosas y perdedoras?

Si tuviera que decir alguna, diría que la letra inglesa o cursiva salió vencedora. Esa era la letra que tenías que saber manejar para trabajar y comunicarte. Esta letra triunfó a finales del siglo XIX para usos comerciales y notas en los libros. Ese triunfo desplaza mucho a otro tipo de letras, aunque cada uno en su vida personal seguiría escribiendo como le habían enseñado o como podía.

«En España se difunde la letra llamada bastarda, considerada la más bonita que existe»

La escritura también ha sufrido las consecuencias de los últimos avances. Dice que «el bolígrafo podía escribir en cualquier posición, pero a su vez eso conducía a la relajación de la forma de cogerlo, de trazar las letras, o incluso de la postura frente a la página». ¿Existe una buena y una mala escritura?

Para mí solo hay una mala escritura, que es la que no se entiende, la ininteligible. Hay otro aspecto más: la velocidad. La letra ligada es mucho más rápida que la letra de palo e imprenta. Es decir, hay que levantar muchas veces el bolígrafo o la pluma del papel, mientras que, con la letra ligada, no. La mejor letra sería la más legible, fácil y rápida de trazar.

Seguramente, las generaciones venideras serán las que menos escriban a mano de la historia. ¿Qué nos dice esta que no pueda decir un documento de Word o un mensaje de WhatsApp?

Nos dice cómo está la persona, su estado de ánimo, si ha aprendido a escribir bien y luego se ha deformado o si nunca ha sabido escribir. Nos puede decir si la persona está muy cansada o, incluso, si tiene alguna enfermedad. También refleja su nivel cultural, edad e, incluso, la situación en la que se produce ese escrito, si es tensa o relajada. Estas cuestiones están fuera de un email, desde luego.

Por último, ¿cuál cree que es la mejor forma de enseñar a escribir hoy en las escuelas?

La forma de enseñar a escribir no ha cambiado mucho porque realmente es un trabajo que no se logra en un mes, sino que consiste en practicar a lo largo del tiempo. Parece lógico empezar con los famosos palotes, que enseñan el ritmo de la escritura y el cuidado que hay que prestar. Luego se sigue con las letras y sus posibles combinaciones. Hoy en día, en lugar de dedicarte a apuntarlo todo en una pizarra, hay niños que colorean o llenan de pegatinas la forma de la letra que están aprendiendo, o bien la hacen con plastilina. Son sistemas más divertidos, pero, en esencia, la forma de enseñar a escribir no se puede simplificar mucho más.

 

 

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