Sociedad

De mayor seré… ¿lo mismo que mis padres?

Desde siempre, seguir los pasos profesionales de los progenitores ha sido una opción laboral muy común. ¿Cuáles son las motivaciones que llevan a una persona a elegir, entre todas las ocupaciones posibles, aquella a la que ya se dedicaron sus padres? ¿Hasta qué punto se trata de una elección consciente y buscada o está condicionada por la presión familiar o un deseo de agradar a los seres queridos?

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05
diciembre
2023

A pocos les quedará alguna duda de que cuando llegó el momento de elegir la manera en que se ganarían su futuro sustento, el piloto Carlos Sainz Jr., la banquera Ana Botín, el cocinero Joseba Arguiñano, el político Adolfo Suárez Illana, el actor Javier Bardem, el abogado Íñigo Sagardoy, la cantante Rosario Flores, la periodista Sonsoles Ónega, el torero Manuel Díaz El Cordobés, el futbolista Marcos Alonso, el guitarrista flamenco Tomate o el oftalmólogo Rafael Barraquer, entre otros muchos, sintieron la alargada sombra de la influencia paterna, materna y, en algunos casos, incluso la de sus abuelos, gravitando sobre sus cabezas. Y es que lo de seguir los pasos profesionales de los padres u otros parientes parientes, añadiendo así un eslabón más de continuidad a la saga familiar, es tan viejo como el mundo y una de las muchas formas en las que los seres humanos se dan el relevo en ese fluir continuo que es la vida.

Un reciente estudio elaborado por Sondea para Amazon revelaba que 1 de cada 5 españoles ha seguido o tiene intención de continuar la tradición familiar a la hora de escoger profesión. ¿Por qué? El trabajo de Amazon señala que el hecho de haber crecido en la infancia con ese referente cerca es el principal motivo para continuar con el legado en un 37,3% de los casos. Y no parece una razón baladí. Al fin y al cabo, somos lo que comemos, y si uno crece escuchando hablar de juicios, apelaciones o recursos tiene lógica que acabe interesándose por el universo de los abogados, como la tendría también que lo hiciera por la panadería si las conversaciones que resuenan a la hora de la cena giran alrededor de la masa madre, la fermentación o la prueba de la membrana.

Pero cuidado, porque, según advierte la psicóloga Elisa Sánchez, directora de Idein, a veces decantarse por un determinado oficio que nos resulta familiar no siempre responde a una genuina vocación. «En todas las decisiones que tomamos en la vida, incluidas las más importantes, como el lugar en el que viviremos, la pareja con la que compartiremos nuestra vida o nuestra ocupación profesional, hay un componente inconsciente. Eso no quiere decir que si estudiamos para ser médico estemos actuando de manera irreflexiva, sino que no somos conscientes de todos los factores que nos están llevando a escoger ese camino», apunta la psicóloga.

A veces decantarse por un determinado oficio que nos resulta familiar no siempre responde a una genuina vocación

Entre esos factores «ocultos», hay un alto componente emocional que, en el caso de las sagas familiares, es aún más complejo. Elegir la profesión paterna o materna es un acto con el que, entre otras cosas, se expresa amor, admiración, respeto y agradecimiento a los padres. Pero también pueden intervenir otros elementos. «Te puedes estar dejando llevar más por la presión del entorno o por pura inercia. Es algo que vemos mucho en los procesos de coaching, cuando hay una crisis profesional. A veces te limitas a seguir el camino familiar porque, sencillamente, no tenías claro lo que querías hacer», indica Sánchez.

La facilidad que ofrece continuar con la tradición familiar es para el 29% de los encuestados por Amazon la principal razón para seguir el rastro laboral de los propios apellidos. Y es que, en realidad, desde un punto de vista práctico, engancharse al vagón del oficio de la familia tiene muchas ventajas. El hecho de que tus mayores hayan recorrido antes que tú esos mismos vericuetos por los que ahora te toca transitar a ti allana y simplifica mucho las cosas, especialmente en los siempre duros comienzos. Después de todo, ellos tienen los contactos, se saben al dedillo la letra pequeña, los códigos no escritos, las trampas a evitar y las puertas a las que llamar para abrirse paso en ese particular universo. ¡Incluso tienen a los clientes! Y estarán más que dispuestos a compartirlos con sus hijos como parte de esa herencia profesional. «Si tu padre es médico, tiene una clínica, está bien posicionado y tú estudias medicina, es fácil inferir que tendrás trabajo al día siguiente de terminar la carrera», comenta la psicóloga.

Papá o mamá también pueden ejercer una impagable labor como maestros o mentores profesionales 24/7/365 de sus vástagos-discípulos. Y es que la posibilidad de elevar una consulta o de pedir opinión a un colega mucho más experimentado que tú y con el que tienes plena confianza en los prolegómenos de la paella del domingo es un privilegio que no está al alcance de todos y que no iguala ninguna universidad ni escuela de negocios.

Todo se gesta en la adolescencia

Elisa Sánchez aclara que muchas de esas decisiones se gestan durante la infancia y adolescencia. «Es el periodo de la vida en el que más unidos nos sentimos a nuestra familia y más necesitados de sentirnos incluidos estamos», explica. Manifestar el deseo de seguir la tradición es una manera de buscar esa aceptación. Al igual que lo contrario puede ser una forma de rebeldía, también una fase necesaria durante ese periodo de la vida.

Un particular sentido de la lealtad está detrás de algunas de estas sagas. La investigación de Sondea apunta que el deseo de continuar con el negocio familiar es, en un 17,3% de las ocasiones, el motivo que lleva a una persona a dedicarse a una determinada actividad, mientras que la falta de oportunidades en otros sectores lo es un 16,3% de los casos.

En el siglo XIX el 50% de las personas se dedicaban a lo mismo que lo habían hecho sus ancestros

Para Elisa Sánchez, hay detalles que pueden condicionar tu futuro desde la cuna. Por ejemplo, «si te llamas igual que tu padre, de alguna manera ese nombre y ese apellido idénticos te están invitando a seguir su estela». El peligro de esa profecía autocumplida y gestada en la inscripción del recién nacido en el registro civil es que luego hay que gestionar las expectativas y aguantar las inevitables comparaciones. «Lo vemos mucho ahora con el concepto de los nepobabies, o hijos de artistas o celebridades que también aspiran serlo. Actores, cantantes, escritores que siempre se van a mover en la duda de si se les valora por su talento artístico o por ser hijos o hijas de quien son. Y esa dualidad, ese sentimiento de tener que estar a la altura, les puede generar mucha inseguridad, frustración, síndrome del impostor, etc.», expone Sánchez.

En cualquier caso, lo de las sagas familiares parece que es una corriente en retroceso. En el siglo XIX el 50% de las personas se dedicaban a lo mismo que lo habían hecho sus ancestros. Hoy, el auge de las nuevas tecnologías y el surgimiento de unas profesiones que ni siquiera existían hace unos pocos años puede suponer un punto de ruptura con esa tendencia. Una vía de escape para que las nuevas generaciones encuentren su propio camino y su lugar profesional fuera del árbol genealógico. Como resume Elisa Sánchez, «hay más opciones y menos necesidad de seguir una vía a la que has podido llegar condicionado o que incluso, directamente, te ha sido impuesta».

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