Economía

«Incluir lo social en la inversión de impacto es una forma de hacer digerible el capitalismo»

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16
noviembre
2023
Alberto Durán López, vicepresidente primero del Grupo Social Once, durante la celebración del GSG Global Impact Summit (Málaga, 2 y 3 de octubre de 2023)

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El tercer sector funciona como bisagra entre las finanzas y la economía de impacto, el modelo que aspira a transformar el sistema. En España, el Grupo Social Once es uno de los principales representantes del ecosistema social, un sector «boyante y resiliente», según lo define su vicepresidente primero, Alberto Durán López, quien acudió en octubre a Málaga para participar en la GSG Global Impact Summit.


¿Qué peso tiene actualmente el sector social y cómo ha crecido su importancia dentro de la economía y las finanzas?

Este es un sector muy poliédrico y diverso, compuesto por entidades pequeñas y muy locales. En total, más de 60.0000 entidades del tercer sector, fundaciones y organizaciones de la economía social. Existe una actividad mercantil que subyace sobre unas gobernanzas muy democráticas y basadas en alianzas tanto a nivel local como sectorial. En la parte de la economía social, España tiene una ley que no deja de ser más que un carné de identidad para identificar a una serie de familias que tienen un nexo común, pero que en el público en general no tienen una vertebración única (como son las mutualidades o grupos como Mondragón o la Organización Nacional de Ciegos Españoles, ONCE). Entidades diferentes, pero con la base común de poner a la persona en el centro y buscar el mayor impacto a nivel social (cubren necesidades o benefician a colectivos concretos).

Es un sector boyante y resiliente, generador de empleo, que representa más del 12% del PIB español. Cuando hemos tenido crisis, no ha destruido trabajo, como mucho se ha paralizado. Además, en general está bien gestionado, pero hay partes poco conocidas, como el mundo fundacional, con un papel muy importante en canalización de la filantropía. En ONCE tenemos cuatro fundaciones para causas como el mundo de la discapacidad; educación de perros-guía; atención a personas sordociegas y cooperación en Latinoamérica. Todo ello es posible gracias a la venta de loterías responsables todos los días en la calle, por más de 20.000 personas con discapacidad.

Pero hay otros ámbitos dentro del sector: el mundo de la discapacidad o el tejido asociativo, en los que tienen más recursos las ONG grandes y ahí sí que tienen algún elemento en la financiación que está fallando a la hora de acceder a subvenciones. Con las pymes ocurre algo parecido: tienen claro su objetivo, su misión, y no deslocalizan en función del mercado, sino que tratan de buscar todo tipo de caminos para seguir cumpliendo su función.

¿Por qué diría que es importante incluir el carácter social en la inversión de impacto?

Porque era una forma de suavizar y hacer digerible el capitalismo. Yo creo que no podemos hacer las cosas a cualquier precio. Y desde luego las inversiones y la creación de negocios tampoco. Es importante que haya un reconocimiento mutuo: que el sector público reconozca que hay personas, estructuras e instrumentos privados más ágiles que conocen mucho mejor la necesidad. Son, por tanto, una buena extensión de las políticas públicas. Y en el sector privado igual: cuando dicen que quieren responsabilizarse con las personas, con el planeta o los vulnerables, no se puede acometer solo. Eso supone un reconocimiento mutuo de valías, de capacidades en ambos mundos. Ambos deberían sentarse con el tercer sector, que sabe mucho de las necesidades sociales pero que, a veces, no tiene los recursos. No debería haber barreras entre iniciativa privada y la parte social.

«El tercer sector es un sector boyante, resiliente y generador de empleo, que representa más del 12% del PIB español»

¿Cómo ha aumentado esa tendencia en los últimos años y qué razones diría que la han motivado?

La imposibilidad de llegar a los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) obliga a mirar a la totalidad de los actores que están en una comunidad. Si conseguimos sumar y multiplicar, estaremos más cerca, no digo que sea fácil pero estaremos más cerca. Desde luego, sin eso no es posible. Ahora mismo hay una serie de responsabilidades en la sociedad que se sienten como propias. Las empresas, las instituciones, la parte de la economía social… cuentan con procedimientos muy eficaces y eficientes, con recursos para hacer cosas. Antes los trabajadores tenían una gran energía de impacto social que gastaban fuera (en ONG o proyectos personales). Hoy, las empresas se han dado cuenta de que sí tienen que impulsar iniciativas en ese ámbito, tienen gente que puede hacerlo y se proponen hacerlo de manera interna. Es parte de un positivo cambio en la concienciación colectiva que va in crescendo. Si antes era novedoso, ahora lo es que no lo hagan, lo que repercutirá en inversiones negativas. Las empresas quieren proyectar el mayor impacto positivo posible.

¿Cuáles son las características más innovadoras que definen este tipo de inversiones?

Me parece que se están generando una serie de estructuras en red: desde emprendedores a instrumentos de financiación y deuda que están en ebullición. Hay una efervescencia de gente joven (y no tanto), inquieta, con unas capacidades y conocimientos tremendos que quieren ponerlos en práctica. La propia innovación viene de la metodología, con elementos de entrada y salida [de capitales] muy ágiles y flexibles. Hay personas que además consiguen alinear tiempo e intereses en ámbitos de la tecnología o para cubrir unas necesidades, como la mejora de la calidad de vida o la salud, cuestiones que están en el elemento consciente de todo el mundo; y muchas ganas de localizar y contactar con todos los stakeholders alrededor de los proyectos que están en marcha.

Grupo Social ONCE (GSO) es la principal entidad dentro del sector social en España. ¿Qué herramientas promueve para fomentar las inversiones de impacto?

Somos un actor líder en el mundo de la discapacidad y un buen elemento vertebrador del tejido social. Trabajamos y estamos presentes en diferentes plataformas con el ánimo de actuar como nexo de unión y tener una voz única y representativa de los diferentes sectores en los que actuamos. La unidad es un elemento importante para reclamar, reivindicar y actuar en favor de los desfavorecidos. GSO es un proyecto de autoemprendimiento de personas ciegas que comenzó hace 85 años. Evidentemente, sacarlo adelante no era fácil en aquella época. Nos centramos en un proceso de evolución y adaptación constante a la sociedad española estando en la calle y creando conexiones con el entorno. En esa línea, somos líderes en el empleo de personas con discapacidad; financiamos y ayudamos a desarrollar proyectos de autoemprendimiento para estas personas; tenemos instrumentos para financiar iniciativas de personas, con o sin discapacidad, que mejoran la calidad de vida de este colectivo; y otros enfocados en personas mayores, un colectivo que tiene afinidad con este ámbito porque a veces están excluidos. Estamos vertebrando esas plataformas para que levanten la voz respecto a los colectivos vulnerables.

¿Qué papel cumple el GSO como incentivador de las inversiones de impacto y qué sectores se muestran más sensibilizados al respecto?

Desde ILUNION apostamos por la unión con otros proyectos para ofrecer diversas herramientas de apoyo a startups y al emprendimiento, un propósito parecido al de Fundación ONCE, donde participamos de las diferentes plataformas de emprendimiento social con un objetivo claro: que en estos proyectos de inversión con impacto no nos olvidemos del mundo de la discapacidad ni de los mayores. La forma de que no se olviden es decirlo y estando. Tenemos muchos instrumentos para quien quiera entrar en este mundo, acompañarle y ayudarle a conectar sus ideas con otras entidades, instituciones o mediante premios.

«Confiamos en que el Fondo de Impacto Social del Gobierno sirva para que haya una afloración importante de la financiación a proyectos sociales»

Respecto a la diversidad, ¿cuánto diría que queda por hacer en este sentido en el ámbito empresarial? ¿Cuánto hemos avanzado en la última década?

Casi todas las grandes empresas han hecho su incubadora de inversión y emprendimiento. Lo hayan dicho inicialmente o no, a la gente le mueven las cuestiones que tiene alrededor que le generan unos determinados sentimientos (el sufrimiento de otras personas, el clima, el planeta…). En definitiva, buscar el impacto social, si no está de primeras en un proyecto, está de segundas en todos. En este sentido, el sector público es el más ágil. Estamos pendientes del Fondo de Impacto Social (FIS) del Gobierno. Si con él estamos atendiendo el interés general, para lo que están las administraciones públicas, deberíamos poder ayudar a que estos proyectos en beneficio de la comunidad tengan más apoyos, recursos y facilidades. Por otra parte, los bancos a veces no son todo lo ágiles que deberían y, en ocasiones, tienen más dificultades para llegar a financiar proyectos de este tipo. Desde la sociedad civil también se ha generado una respuesta con instrumentos de apoyo y financiación que completan este contexto. Confiamos en que el FIS sirva para que haya una afloración importante de la financiación y que ningún emprendedor ni ninguna buena causa bien planteada se queden sin la financiación suficiente para llevar adelante sus ideas.

Casi una de cada cuatro personas con discapacidad se encuentra en paro. Es prácticamente la misma cifra de las personas que trabajan, según el INE. ¿Qué está fallando?

A pesar de que estamos en el país de la ONCE (somos el mayor empleador del mundo de personas con discapacidad), el enfoque del empleo de personas con discapacidad lleva 40 años sin mejorarse. A eso se añade que hemos tenido algunos movimientos que han puesto en riesgo los viejos pero efectivos incentivos a las personas con discapacidad. Falta también una pedagogía importante: todavía persisten argumentos que defienden que las personas con discapacidad y titulación universitaria no necesitan trabajar. Pero la realidad es que con título superior las tasas de empleabilidad mejoran mucho. A veces tenemos prejuicios respecto según qué discapacidades. El mundo sigue siendo inaccesible y los entornos laborales también, aunque se está mejorando.

¿Qué se necesita para propiciar una mejor empleabilidad de estos colectivos?

Respecto a la baja tasa de empleabilidad, uno de los elementos es que mucha gente con discapacidad piensa directamente que no le van a dar una oportunidad. Por eso no va a muchos sitios. No es su culpa, pero tampoco está excusado. Influye también el efecto escaparate: cuando una persona con discapacidad encuentra trabajo en un pueblo pequeño, sirve para concienciar y cambiar la mentalidad de sus vecinos. Algo que no se nota tanto en grandes ciudades. A eso se añade que en España hay 80.000 personas que no pueden salir de su casa. Necesitan ayuda. A esas personas es difícil decirles además que salgan a buscar trabajo. Por tanto, es algo multicausal. Por un lado porque los incentivos no están bien planteados: hay gente con pensión pequeña que, si trabaja, la pierde. En mi opinión habría que flexibilizarlo. Es decir, si trabaja que conserve una parte de la pensión (para que pueda ganar más dinero) y cuando deje de hacerlo la recupere de forma inmediata.

¿Cuál sería el horizonte ideal para hablar de una plena inclusión en nuestro país?

Los universitarios con discapacidad son solo el 2% (hace poco éramos el 1%), a pesar de que englobamos al 10% de la población y, al mismo tiempo, la presencia de personas con discapacidad en Formación profesional (FP), formación que era la hermana pobre y ahora empieza a despuntar, sigue siendo testimonial. Se asocia discapacidad con incapacidad para esos trabajos más operativos. Se ve también en el aprendizaje de idiomas, en vivienda, en empleo… Es un ramillete de acciones a tomar que tendrían un efecto multiplicador importante en estos resultados.

Durante su participación en la Global Impact Summit 2023 celebrada en Málaga ha podido conversar con Cliff Prior, CEO de GSG, donde han reflexionado sobre la economía de impacto inclusivo. ¿Qué es y en qué punto se encuentra implantada en España?

El crecimiento inclusivo es el que piensa en todos, no solo en la minoría mayoritaria. Debemos buscar también canales accesibles para todo, aportando el enfoque inclusivo en cualquier actividad o compensar las posibles discriminaciones mediante sistemas alternativos que se puedan complementar. En el acceso a la función pública se ha mejorado mucho, pero hoy todavía hay personas que intentan optar a determinados puestos (como por ejemplo jueces o médicos) donde se hacen pruebas que personas con discapacidad tienen barreras para realizar en condiciones de igualdad con el resto. Todo esto son síntomas de una sociedad que todavía no es inclusiva.

«El crecimiento inclusivo es el que piensa en todos y en España existen síntomas de una sociedad que todavía no es inclusiva»

El paradigma que arrancaron enfoques como el de la Responsabilidad Social Corporativa ha ido calando cada vez más en el tejido empresarial y, por ende, en la economía. ¿Por qué diría que es fundamental que la economía tenga una perspectiva con implicación social?

El carácter social tiene que estar porque si no, arreglaremos una cosa y estropearemos otras. Necesitamos proyectos que enganchen, con liderazgo a nivel social; que el empresario, el emprendedor o la startup tengan reconocimiento social. Tener esa implicación en la sociedad, es bueno para esto. Si no haces bien las cosas, será mucho el interés y reconocimiento social que tengas que pagar. Creo que tenemos que ser embajadores de esta forma de actuar. Aquí [en Málaga] hay mucho emprendedor y mucho fondo también de Latinoamérica. No podemos permitir que el desfase en la madurez o los sistemas de protección social y las políticas del estado del bienestar nos determinen. Tenemos que ir juntos.

Actuar en consecuencia: si estamos en entornos más desarrollados que otros, tenemos que llevar nuestros estándares. Sin ahogarles ni sacarles del mercado a codazos. Tenemos que ayudarles a que evolucionen lo más rápidamente posible y dedicar fondos para que esos impactos sean más rápidos. Aquí se ve un lenguaje común, hay una forma común de actuar con estándares mucho más ágiles y, como además es un elemento nuevo, no partes de inercias diferentes, sino que se genera al mismo tiempo en todos los sitios. Creo que es una ventaja y tenemos que conseguir que en todo el planeta, con sus diferentes culturas, haya una preocupación casi coetánea en todos los ámbitos.

¿Hacia dónde cree que derivará esa parte social dentro del capitalismo?

A que cobre más peso el reinventar y aprovechar los nuevos instrumentos de financiación y capitalización. También a democratizar mucho la inversión de estos proyectos y a un mayor reconocimiento social por una mayor dedicación de los medios a este tipo de iniciativas y redes que se generan; con grandes empresas preocupadas en ser locomotoras de este tipo de economía instaurando los mismos estándares de funcionamiento tanto hacia adelante (clientes) como hacia atrás (proveedores). Somos un país de pocas grandes empresas, pero el elemento tractor que tienen es ya un desencadenante en sus entornos. Eso hay que aprovecharlo.

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