España, la gran revolucionaria digital
Las telecomunicaciones permiten contemplar un futuro «justo, verde y digital». España, que no estuvo entre los países que propiciaron la revolución industrial, sí está liderando esta nueva revolución, la digital.
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COLABORA2023
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En plena evolución de las economías avanzadas hacia modelos de crecimiento equitativo y sostenible, las telecomunicaciones se han convertido en un instrumento que permite contemplar un futuro «justo, verde y digital», en palabras de Beatriz Corredor, presidenta de Redeia pronunciadas durante las Jornadas de Sostenibilidad 2023, organizadas por la compañía. Mejoran la productividad, resuelven las fronteras físicas y contribuyen a la eficiencia empresarial, al tiempo que se reduce el impacto ambiental. «Garantizando el suministro eléctrico y la sostenibilidad protegemos el medio ambiente, aumentamos la rentabilidad, eficacia y sostenibilidad de las empresas, invertimos en innovación e incrementamos el impacto social».
Del alcance que tiene la digitalización, da buena cuenta el hecho de que la Ley de Cambio Climático y Transición Energética incorpora, en su artículo sexto, la digitalización como instrumento para la descarbonización de la economía y la mitigación de sus efectos y la adaptación a las nuevas condiciones medioambientales. «En el terreno de la digitalización, España está a la vanguardia. Hemos conseguido lo que no estaba escrito y podía haber sido de otro modo. Hoy en día, en nuestro país no existe la brecha digital en la conectividad fija, gracias a la colaboración del sector público y privado», explica María González, secretaria de Estado de Telecomunicaciones e Infraestructuras Digitales del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital.
En 87% del territorio español dispone de fibra óptica, un 72% en las zonas rurales, frente a las medias europeas del 58% y 35% respectivamente
No es una opinión, es una realidad: España encabeza el listado de las grandes economías europeas en cobertura de redes de muy alta capacidad (el 93% de la ciudadanía cuenta con acceso a redes fijas de muy altas capacidades —más de 100 Mbps, 20 puntos más que la media de la UE). También lidera el despegue de la fibra óptica, superando la media europea de fibra tanto en zonas rurales como urbanas. Un 87% del territorio dispone de este tipo de cobertura; un 72% en el caso de las zonas rurales. Las medias europeas serían del 58% y 35%, respectivamente. «La tecnología es algo completamente accesible no solo en las grandes ciudades, y no se trata del acceso a internet, hablamos de la posibilidad de combatir la soledad, realizar seguimientos médicos, prevenir incendios…», continúa González, quien recuerda que la inversión «de este Gobierno en materia de telecomunicaciones no tiene precedentes, especialmente en lo relativo a la tecnología 5G, a la que se han destinado más de mil cuatrocientos millones de euros».
La inclusión digital garantiza la social
Emilio Gayo, presidente ejecutivo de Telefónica España, resume la situación en un ejemplo sorprendente: «En Villaconejos hay mayor implantación de fibra que en Munich», y coincide con la secretaria de Estado en la importancia: «Con esta cobertura se pueden prestar servicios básicos en materia de salud, educación y financiero. Gracias a la digitalización podemos monitorizar la masa forestal en nuestro país, impulsar la telemedicina, implantar aulas digitales, establecer regadíos inteligentes, certificar la captación de CO2…», añade Jordi Hereu, presidente de Hispasat.
La conectividad favorece la digitalización del territorio, y con ello ayuda a determinados negocios a implementar beneficios, buscar nuevos nichos de mercado e impulsar el turismo social. Es lo que se conoce como Smart Agro, soluciones tecnológicas que se integran en la cadena de producción y comercialización, economizando el uso de recursos escasos (agua, energía, nutrientes, fitosanitarios o zoosanitarios, etc.). «Incluso en zonas donde no vive nadie, con la digitalización esas mismas zonas pueden ser rentables», anota Hereu. Nuestro reto, continua, es «Iberoamérica, donde un tercio de la población carece de conectividad. Sin inclusión digital no podemos hablar de inclusión social». A ello se añaden algunos otros retos que se plantean a corto y medio plazo: la ciberseguridad, la privacidad y el reciclaje formativo de los profesionales. «Los encararemos con voluntad y ganas, nunca con desesperanza», remata Hereu.
España no estuvo entre los países que propiciaron la revolución industrial, lo que lastró seriamente nuestra economía, pero sí lidera esta nueva revolución, la digital.
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