Contaminación
El placer culpable de viajar (y dormir) en un tren nocturno
En una época menos marcada que la actual por el culto a la velocidad y más por el goce de la aventura, viajar en el coche-cama de un tren nocturno constituía un pequeño lujo que se degustaba lentamente. Hoy, algunas compañías europeas tratan de reverdecer aquellos días y, sobre todo, aquellas noches, en las que viajar en tren no era un desafío constante al reloj.
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En una época en la que el que cada capital de provincia exige tener su AVE y el valor de una comunidad autónoma parece residir en si cuenta o no con una línea ferroviaria de alta velocidad capaz de conectarla con Madrid o Barcelona en un santiamén, en Europa se abre paso una tendencia que recorre los raíles del tren en sentido inverso y, sobre todo, a un paso mucho más pausado. Tanto, que no tiene ningún reparo en emplear toda la noche, si es necesario, para completar su trayecto. Así es: vuelven las rutas nocturnas.
Para quienes sean demasiado jóvenes para recordarlas, las rutas nocturnas eran todo un clásico en viajes de larga distancia y la opción predilecta en muchos viajes de negocios para desplazamientos por motivos de trabajo a destinos alejados del lugar de origen. Una opción al puente aéreo Madrid-Barcelona que estuvo operativa hasta el año 2005 consistía en embarcarse en un Talgo de Renfe que cubría los 600 kilómetros que mediaban entre las estaciones de Chamartín y Sants en el tiempo que duraba una dosis estándar de sueño reparador. Se salía a eso de las 11 de la noche y se llegaba a destino alrededor de las 8 de la mañana. Los trenes iban equipados con compartimentos cama, donde se podía dormir plácidamente durante todo el viaje. De esta forma, el viajero o viajera no perdía tiempo de trabajo en los trayectos y llegaba al destino descansado y listo para la acción.
En España, el llamado Trenhotel de Renfe mantuvo viva la llama de las rutas nocturnas hasta 2019 con seis líneas de larga distancia y servicios de alta gama que cubrían distintos trayectos entre Barcelona, Madrid y San Sebastián con Galicia y Portugal. Las líneas fueron entrando en un progresivo declive hasta que el covid-19 asestó el golpe de gracia a aquellas noches de traqueteo, hasta la fecha, sin visos de que el operador tenga intención de recuperarlas.
Hasta que la actual manera de pensar infestada de inmediatez se convirtió en norma, las rutas nocturnas fueron sinónimo de aventura, sofisticación y lujo
Varias razones llevaron a la decadencia de los trenes nocturnos. El boom de las líneas aéreas de bajo coste durante los primeros 2000, unido al fuerte desarrollo tecnológico que experimentaron los trenes de alta velocidad, cambiaron las reglas del juego de los viajes. Precio y agilidad pasaron a ocupar las primeras posiciones en las preferencias de los viajeros, que ya no querían oír ni hablar de romanticismo ni de comodidad. ¿Quién quería pasarse ocho o diez horas dentro de un tren para recorrer una distancia que ahora podía cubrirse en dos?
Pero hasta que esa manera de pensar infestada de inmediatez se convirtió en norma, las rutas nocturnas, lejos de ser vistas como un signo de atraso, fueron sinónimo de aventura, sofisticación y lujo. Algunas de las singladuras ferroviarias más míticas, como el Orient Express o el Transiberiano, tardaban días en completar sus trayectos, y buena parte de los mismos transcurrían bajo la luz de las estrellas y con sus viajeros arrebujados bajo sábanas de seda.
Los artistas prefieren viajar a la luz de la Luna
Una experiencia sin duda diferente que ha despertado la imaginación de numerosos artistas y que deja múltiples referencias en el cine, la música o la literatura. Son muchos los ejemplos de creadores que han elegido un tren nocturno como escenario en el que ubicar las peripecias de sus personajes. Y es que la premisa de partida de tener a un montón de desconocidos encerrados durante horas o días en un espacio reducido y en continuo movimiento da muchísimo juego. Las tramas de la inmortal novela Asesinato en el Orient Express de Agatha Christie y sus numerosas adaptaciones al cine, de la icónica Con faldas y a lo loco de Billy Wilder, de la romántica Antes del amanecer de Richard Linklater o de la inquietante Europa, ópera prima de Lars Von Trier, transcurren total o parcialmente en un tren nocturno. El propio concepto de Night Train (Tren Nocturno) da título, entre otros trabajos, a una novela de Martin Amis, a un disco del pianista de jazz Oscar Petersson, a una canción de Gun’s & Roses o a varias películas, la última de ellas, estrenada en enero de este mismo año, por el director Shane Stanley.
El 0,4% de las emisiones de gases de efecto invernadero del tren contrastan con el 13,2% del avión o el 71,8% del transporte por carretera
Este nuevo film es sintomático de que podríamos estar asistiendo a un reverdecer del coche cama. Algo a lo que, sin duda, está contribuyendo la agenda climática y las ventajas del tren como medio de transporte sostenible y limpio (responsable del 0,4% de las emisiones de gases de efecto invernadero del transporte en Europa) respecto a otros como el avión (13,2% de las emisiones) o el transporte por carretera (71,8%).
Nuevos y viejos actores
Una de las compañías que con mayor fuerza ha irrumpido en el panorama ferroviario europeo enarbolando el estandarte nocturno es European Sleepers. Surgida de la unión en modo cooperativa de una empresa holandesa y otra belga, esta operadora comenzó sus actividades en 2023 con una línea que cubre el trayecto Berlín-Bruselas en horario nocturno tres veces por semana. La empresa, que tiene previsto expandir sus rutas a otras ciudades como Praga, Ámsterdam o Barcelona, reivindica el romanticismo de viajar grandes distancias en trenes nocturnos, algo que, según sus responsables, es «mucho más emocionante que volar». Para ello ha diseñado pasajes adaptados a todo tipo de viajeros, desde los más económicos para jóvenes en busca de aventuras, hasta los más confortables y lujosos para familias o personas mayores.
European Sleepers no es la única compañía que apuesta por volver a hacer circular camas sobre raíles. Algunas rutas veteranas como el Caledonian Sleepers, que une Londres con Aberdeen (Escocia) desde 1996, renovó en 2019 su flota de vagones con mejores servicios e instalaciones a todo lujo. Otras como la sueca Snälltåget conecta las ciudades de Malmoe y Berlín, y la checa Regiojet hace lo propio con Praga y la costa croata. Pero el resurgir del coche-cama no viene únicamente desde el ámbito privado. En 2020 las operadoras estatales DB (Alemania), SBB (Suiza), ÓBB (Austria) y SNCF (Francia) suscribieron un acuerdo de colaboración para lanzar cuatro nuevas líneas de trenes nocturnos que conectarán 13 ciudades de ocho países, la última de las cuales, prevista para el año 2024, recuperará el trayecto Zúrich-Barcelona que Renfe (una de las pocas grandes compañías europeas que hasta la fecha no ha mostrado interés por recuperar la tradición de viajar de noche) tuvo operativo hasta 2012.
Por si estos brotes verdes del encanto del coche-cama han conseguido despertar la curiosidad del lector, la guía Viajar en tren por Europa (geoPlaneta 2022) hace un exhaustivo repaso por las más hermosas y singulares rutas ferroviarias nocturnas que recorren el viejo continente, desde los fiordos escandinavos, hasta las ciudades monumentales centroeuropeas o las costa del Adriático. Un despliegue de paisajes espectaculares, lujosos coches-restaurantes y emociones garantizadas, todo aderezado con un toque decadente, nostálgico y lleno de reminiscencias de otra época. Una aventura en tren nocturno en la que el medio de transporte no es únicamente un instrumento para llegar al destino, sino parte del propio destino.
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