Siglo XXI

¿Qué provocó el terremoto de Marruecos?

El seísmo de Marruecos se produjo como consecuencia de un fenómeno geológico denominado «falla inversa». Esto ocurre cuando las placas tectónicas chocan, provocando el engrosamiento de la corteza terrestre. Lo cuenta un experto geólogo que conoce la zona en profundidad.

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13
septiembre
2023

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El Atlas es una cordillera fascinante del noroeste de África que se extiende por Marruecos, Argelia y Túnez. Se sitúa al sur del límite principal de las placas tectónicas de Eurasia y África (Nubia).

En esta zona no suele haber muchos terremotos en comparación con otros lugares cercanos a los bordes de las placas tectónicas, donde los movimientos de las placas provocan una intensa actividad sísmica. Pero en 1960 el terremoto de Agadir causó muchos daños y pérdidas de vidas humanas.

Formo parte de un equipo de geólogos, geofísicos y geodestas de varias universidades marroquíes e instituciones españolas que investigan en la zona. Queremos entender el desarrollo de esta cordillera y su posición en el borde de un límite de placa continental. Los estudios de actividad sísmica, gravedad y otros fenómenos geofísicos nos permiten comprender la estructura profunda de la Tierra, hasta profundidades superiores a los 100 km.

La investigación geológica de campo nos permite detectar y analizar las fallas, es decir, las fracturas o grietas de la corteza terrestre a lo largo de las cuales se ha producido un movimiento. Estos movimientos pueden ser horizontales, verticales o diagonales, y se producen debido a las inmensas fuerzas que actúan sobre las placas tectónicas de la Tierra.

Por último, mediante técnicas geodésicas (registros GPS) podemos determinar cómo se mueven las placas tectónicas. Para ello, se miden periódicamente puntos de referencia con una precisión milimétrica.

¿Qué han descubierto nuestras investigaciones?

Nuestras investigaciones demuestran que el Atlas se formó durante la desintegración del supercontinente Pangea. En la actualidad es una cadena montañosa que se eleva activamente, como demuestran sus altos picos y empinadas laderas.

Las pronunciadas pendientes de las montañas y las líneas rectas donde la corteza terrestre se ha agrietado sugieren que ha habido un movimiento reciente de la Tierra bajo esta zona. Es sorprendente que no haya más terremotos aquí.

La cordillera del Atlas está siendo empujada a un ritmo de aproximadamente 1 milímetro cada año.

La cordillera del Atlas está siendo empujada a un ritmo de aproximadamente 1 milímetro cada año. Esto se debe al acercamiento de las placas euroasiática y africana. Esta acción de compresión es responsable de la creación de las montañas más altas de la zona, el borde sur de donde estas dos grandes placas se encuentran.

¿Qué dicen nuestros estudios sobre este terremoto?

El catastrófico seísmo del pasado fin de semana tuvo lugar al norte del Atlas occidental, al sur de Marrakech. Según las estimaciones del Instituto Nacional de Geofísica de Marruecos y del Servicio Geológico de Estados Unidos, la profundidad oscila entre 8 km y 26 km.

El seísmo se produjo como consecuencia de un fenómeno geológico denominado «falla inversa». Esto ocurre cuando las placas tectónicas chocan, provocando el engrosamiento de la corteza terrestre.

La tensión a lo largo de estas fallas puede inducir terremotos cuando las rocas se desplazan bruscamente para liberar la tensión acumulada, lo que es característico de una falla sísmica.

La magnitud de 6,8 implica que la falla responsable de este terremoto tiene probablemente unos 30 km de longitud. Esta estimación tiene en cuenta las relaciones entre la longitud de la falla activa y las magnitudes de los terremotos.

Entonces, ¿por qué no se producen muchos terremotos en esta zona, a pesar de que los bloques tectónicos se mueven y las montañas se elevan? Los terremotos se producen cuando hay un desplazamiento repentino de las rocas a lo largo de una falla, causado por la liberación de la energía almacenada que se ha ido acumulando a lo largo del tiempo. En esta región no se han registrado terremotos de gran magnitud, lo que sugiere que la presión ejercida por el empuje de las placas se ha ido acumulando en el subsuelo durante mucho tiempo. Cuando la tensión fue excesiva para la falla, se produjo el sismo.

En este cinturón montañoso es posible que las fallas no produzcan terremotos muy a menudo. Tras el sismo, las rocas de la zona se movieron y se ajustaron, pero otras fallas cercanas podrían estar ahora sometidas a una tensión adicional, y podrían producir terremotos más pequeños conocidos como réplicas que podrían continuar durante meses o incluso años.

¿Qué deben hacer las autoridades?

Los terremotos son difíciles de predecir y no pueden evitarse. Sin embargo, podemos mitigar su impacto. Mediante estudios integrados de la geología, la geofísica y la geodesia de la región podemos averiguar dónde hay fallas sísmicas activas. También podemos estimar la potencia que podrían tener los terremotos en esas fallas y la frecuencia con que podrían repetirse. Esto nos ayuda a comprender la intensidad que podrían tener los futuros terremotos en una zona determinada.

Mediante estudios integrados de la geología, la geofísica y la geodesia de la región podemos averiguar dónde hay fallas sísmicas activas

Las fallas en las que no se producen terremotos con frecuencia, pero que pueden producir terremotos fuertes, son motivo de gran preocupación. En el futuro, encontrar y estudiar este tipo de fallas será uno de los principales objetivos de la investigación sísmica.

La mejor manera de minimizar los daños de los terremotos es mejorar los códigos de diseño sísmico de los edificios para que resistan la mayor actividad sísmica posible. Esto ayudará a los edificios y otras estructuras a resistir mejor las fuertes sacudidas. Además, es crucial que las casas tradicionales y las construcciones de roca de los pueblos de montaña se refuercen para prevenir futuros desastres. Las nuevas construcciones deben probarse y diseñarse de forma barata y eficiente, respetando las nuevas normas de construcción sísmica.


Jesús Galindo-Zaldivar es profesor de Geodinámica, Universidad de Granada. Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.

The Conversation

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