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«El Pacto Verde Europeo va de la mano con la idea de una Unión Europea fuerte, independiente y democrática»

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19
septiembre
2023

Terry Reintke (Alemania, 1984) es optimista: «Estamos en la dirección correcta». La política, miembro del Parlamento Europeo desde 2014 y actual copresidenta de Los Verdes/Alianza Libre Europea junto a Philippe Lamberts, tiene claro que el continente está aún con el timón en la mano. Las decisiones que se tomen hoy, especialmente las relativas al clima y al medio ambiente, así como aquellas vinculadas a una transición verde, marcarán el rostro de Europa durante décadas. Y no hay nada peor, señala, que pensar que Europa no puede cambiar. Sus ideas, que van desde una fiscalidad y una transición social justa hasta la restauración de la naturaleza continental, las discute en esta entrevista. De fondo, las elecciones europeas de 2024.  


En una reciente pregunta a la Comisión Europea, sostuvo que «los actuales sistemas fiscales que existen en la UE son insostenibles», poniendo el foco en la necesidad de gravar más las plusvalías del capital. ¿Cómo se puede solucionar?

Ahora mismo esto es sobre todo una competencia de los Estados miembro, pero estamos envueltos en una situación en la que en casi todos los Estados miembros gravamos más el trabajo que el capital. Para mí, esto crea una situación de desigualdad: la gente que está trabajando normalmente tiene que pagar bastantes más impuestos que la gente que ya cuenta con más dinero y que, además, puede invertirlo. Si queremos vivir en sociedades más igualitarias tenemos que encontrar un equilibrio entre lo que gravamos y cómo. Nosotros creemos que deberíamos tener una mayor tasa impositiva en las plusvalías. También deberíamos fijarnos en los windfall profits [en castellano, «beneficios sobrevenidos»]. No queremos que continúe esta tendencia en la que los ricos se hacen cada vez más ricos mientras los demás se estancan o se vuelven más pobres. Creo que es un asunto crucial para las siguientes elecciones europeas. 

«Casi todos los Estados miembros gravan más el trabajo que el capital, lo que crea una situación de desigualdad»

En un sentido fiscal, ¿es la UE fundamentalmente injusta? Y lo pregunto no solo en relación a sus ciudadanos, sino también en la relación de unos países con otros. Pienso, por ejemplo, en países como Holanda o Irlanda.

Creo que aún no hemos hecho lo suficiente para luchar contra esta suerte de competición impositiva. Una competición que, además, es una carrera hacia abajo. Y es una derrota para todos los ciudadanos, ya que entonces el Estado en cuestión tendrá aún menos dinero para gastar en sanidad, educación… Ahora tenemos sobre la mesa la iniciativa de la OCDE de acordar un impuesto mínimo para las corporaciones y es algo que la UE apoya, pero aún así debemos hacer más. Para ello, necesitamos una mayor coordinación en relación a los impuestos, si bien ahora mismo necesitamos tener unanimidad para llevar a cabo cualquier acción impositiva, lo que abre la puerta a que incluso un solo Estado miembro bloquee cualquier tipo de progreso. Y todos sabemos, y esto lo digo como parte de Los Verdes, que la transformación verde va a costar un montón de dinero. Hay que fijarse en la administración norteamericana, que ha apoyado esta transformación con inversiones masivas. Si continuamos con estas políticas de bajos impuestos no vamos a tener el capital necesario para esta clase de medidas.

La justicia social es una de las ideas fundamentales de tu política. ¿Es posible dentro de un marco neoliberal como el actual?

Aunque podemos debatir acerca de ese marco neoliberal, creo que la UE está basada también en un modelo social de carácter europeo, y en los últimos diez años hemos dado pasos para potenciar este modelo. Aún no estamos donde queremos estar, cierto, pero sí en la dirección correcta. Las reformas de estabilidad y crecimiento nos sirven para ver cómo la austeridad no es la forma de salir de una crisis; al revés: es la forma de hacer el impacto de una crisis mucho peor. La situación actual es un indicador para ver cómo hemos aprendido de ese pasado. He sido miembro del Parlamento Europeo desde el 2014. Si me preguntaras qué pasó en mis primeros cinco años aquí, te diría que muy poco. Sin embargo, en esta legislatura hemos tomado pasos mucho más significativos, como la directiva sobre la transparencia salarial o la directiva del salario mínimo. Aún hay, si quiere llamarse así, cierto pensamiento neoliberal dentro del funcionamiento de la UE, pero creo que estamos moviéndonos en el sentido adecuado. Hay que aprovechar este momentum.

¿Crees que este momentum viene de la pandemia?

Creo que había empezado antes porque mucha gente había visto lo dañina –no solo para la sociedad sino para la propia democracia– que era la austeridad. Pero es cierto, en la pandemia muchas cosas que antes eran muy difíciles se volvieron posibles. Pensemos en los fondos Next Generation EU. ¿Quién iba a pensar que Angela Merkel querría llevar a cabo ese plan? La necesidad de un buen funcionamiento de los servicios públicos, la sanidad o los sistemas de seguridad social se volvió mucho más evidente durante la pandemia. Se ha vuelto a entender que los hospitales o las guarderías son infraestructuras críticas para Europa. 

«No podemos actuar como si el cambio climático no existiese»

Ha habido cierta polémica estos últimos días a causa del giro dentro de la Unión Europea respecto a la protección del lobo. Hay quien sostiene, incluso, que se trata de un interés personal de Ursula von der Leyen, cuyo poni murió hace poco a dentelladas por el ataque de un lobo. ¿Qué peso tienen los intereses externos –incluso personales– en políticas como esta y otra de la UE?

Todos somos humanos y tenemos experiencias personales y esta, evidentemente, no fue agradable. Pero no sé si esta fue la causa de su cambio de opinión. Creo que todo el debate sobre el lobo se está calentando cada vez más. Obviamente, también hay que encontrar soluciones que sirvan para los granjeros: queremos tener prados abiertos, animales de granja al aire libre… y hay que encontrar cómo lograrlo. Por lo que yo entiendo, esto es completamente posible, y hay bastante flexibilidad en la directiva sobre hábitats, si bien no estamos a favor de abrir esta directiva y aflojar las normas que tenemos actualmente. 

Volviendo a las influencias externas: a veces se menciona el fuerte peso que tienen los lobbys dentro de las instituciones europeas.

Los lobbys tienen un peso, claro, pero tienen una connotación negativa dentro de la política. Los lobbys son básicamente cualquier agrupación de intereses. Solemos pensar en grandes compañías, pero yo, por ejemplo, hablo mucho con las organizaciones sindicales, y estas también son lobbys. En esta definición, los lobbys son algo que necesitamos en democracia. A un nivel europeo, y en Alemania a un nivel nacional, a veces hay una forma muy desequilibrada de cómo funcionan los lobby: tienes por un lado pequeñas organizaciones medioambientales, relacionadas con la juventud… y otras que pertenecen a grandes corporaciones con mucha más influencia. Equilibrar eso es muy importante. Ahora, las organizaciones de granjeros están haciendo lobby de manera masiva respecto a la cuestión del lobo, la restauración de la naturaleza… y todo lo que tenga que ver con la política agrícola, ya que la UE es donde se toman algunas de las decisiones más importantes en este sentido. Esta clase de interacciones tienen que ser transparentes y completamente equilibradas. Aunque la institución menos transparente no es el Parlamento Europeo, sino el Consejo Europeo, donde se sientan precisamente los Estados miembro.

Emmanuel Macron ha llegado a reclamar una «pausa» en las exigencias medioambientales con el fin de proteger a la industria europea. ¿Pueden ser estas medidas negativas en términos estrictamente económicos o son, en ocasiones, un chivo expiatorio de la realidad nacional del país en cuestión?

Macron va en una dirección completamente equivocada. Lo que estamos haciendo ahora es implementar un programa fechado para el año 2030. Quedan seis años y medio: si hacemos una pausa ahora, de repente llega el año 2030 y necesitamos haber logrado ya una reducción [de las emisiones]. Es una narrativa que tienen algunos liberales y, sobre todo, los conservadores. Va en contra del sentido común. Seamos racionales: tenemos cada vez más desastres y fenómenos climáticos extremos. Un compañero conservador del Parlamento Europeo de Grecia me comentaba hace poco que, debido a las inundaciones repentinas, en su país se había perdido una cuarta parte de la producción agrícola nacional anual. Creo que es evidente: si no se actúa ya contra el cambio climático, la vida de los agricultores y ganaderos va a ser literalmente imposible. Es esencial implementar regulaciones inteligentes, plazos adecuados… Cuanto más esperemos, más agresivas van a tener que ser las medidas a tomar. No podemos actuar como si el cambio climático no existiese.

«Quienes piensan que la extrema derecha es una amenaza para la democracia, pueden hacer una lectura muy positiva de las elecciones españolas»

Se ha llegado a debatir si es justo que el ciudadano de a pie tenga que hacer sacrificios aunque los principales responsables de esta situación hayan sido la industria y la gente más privilegiada.

Creo que necesitamos a ambos. Ahora hemos reformado el régimen de comercio de derechos de emisión de la Unión Europea para reducir las emisiones. La idea es clara: si contaminas, pagas. Obviamente, esto crea ciertos retos: si tienes más dinero, tiendes a contaminar más y, además, te lo puedes permitir. Por lo tanto, estas medidas, para mí, tienen que ir más unidas a otras regulaciones, como la prohibición de usos de ciertos elementos para la industria. Necesitamos que los productores se adapten a las medidas ambientales y la eficiencia energética y, por supuesto, también necesitamos tener medidas para hacer que esta transición sea justa. Una de las cosas que hemos sugerido para las elecciones europeas de 2024 es lo que llamamos «dinero climático». Se trata del dinero se paga por los derechos de emisión de CO2 y que va de vuelta al bolsillo de los ciudadanos para que, si tienen precios más altos en algunos objetos de consumo debido al peaje pagado durante una producción con más contaminación de la adecuada, esto lo pueda equilibrar. En Austria, el partido verde ya lo ha introducido, por lo que todos los ciudadanos austriacos reciben cierta cantidad de dinero al año para equilibrar el incremento del precio que pueda causar este añadido económico a la producción de las empresas.

Hay algunas voces dentro de la UE que no opinan lo mismo. Roberta Metsola, presidenta del Parlamento Europeo, dice que la legislación climática está aumentando el apoyo al populismo. En España, por ejemplo, los conservadores han hecho del protagonismo del coche en la vida urbana una guerra cultural.

Creo que lo que ha dicho Metsola es una proclama muy peligrosa. Está profundamente equivocada. El Parlamento Europeo ya ha tomado en el pasado posiciones mucho más fuertes sobre otras regulaciones mucho más poderosas. Además, creo que lo que dice no es verdad. Todo depende cómo expliques las medidas. Si explicas la Ley de Restauración de la Naturaleza como «los verdes están intentando arrebatar las tierras a nuestros granjeros», entonces sí: puede impulsar el populismo. Pero también se puede explicar que en la situación que nos encontramos, queremos reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y almacenar el dióxido de carbono. ¿Y qué hace eso? Los bosques, los humedales… Creo que es una cuestión no de una medida determinada, sino de cómo se explica. La gente sufre cierta inseguridad al respecto, y es normal. Precisamente por eso hay que explicar las medidas de forma adecuada.

Con sus reclamos soberanistas, la extrema derecha es un fuerte obstáculo para una Unión Europea unida. Recientemente, sin embargo, ha perdido fuelle, con unas expectativas que no se han cumplido en España. ¿Se puede sacar de estas últimas elecciones una lectura positiva en este sentido?

Quienes piensan que la extrema derecha es una amenaza para la democracia, pueden hacer una lectura muy positiva de las elecciones españolas. Creo que han mostrado dos cosas. Por un lado, se ha demostrado que es peligroso y nada inteligente para las fuerzas conservadoras juntarse con la extrema derecha. El PP ha logrado más votos, pero no parece que vaya a conseguir sumar una mayoría, y creo que esto tiene que ver con su connivencia con la ultraderecha. Además, y esto va a ser crucial para las elecciones europeas, hace un par de meses la situación [política] en España parecía bastante grave. Todos estábamos preocupados: después de Finlandia, Suecia e Italia… ¿Cómo íbamos a formar una mayoría progresista en el Consejo? Pero España demostró que, si se lucha y se forma un proyecto progresista lo suficientemente fuerte, se puede ganar. Es uno de los mensajes más claros para los siguientes comicios continentales. Para los conservadores, que es imprudente, peligroso e irresponsable juntarse con la extrema derecha; para los progresistas, que los sondeos no son el final y que tenemos que seguir luchando.

En su opinión, ya que menciona las elecciones europeas, ¿cree que la extrema derecha surgirá con fuerza en los comicios de 2024?

La lectura, hasta ahora, no parece positiva, sino mala. Aún así, todavía falta un año. ¿Existe la amenaza? Sí, y en algunos sondeos son considerablemente fuertes, pero creo que es posible luchar. Depende de nosotros crear un movimiento progresista lo suficientemente fuerte como para colocar las ideas y los temas que realmente importan en la agenda. 

¿Hasta qué punto es importante el Pacto Verde Europeo y la promoción de las energías renovables y el nuevo enfoque industrial en la consecución de la ansiada autonomía estratégica?

Creo que es crucial. Al final del día, necesitamos más autonomía y más coordinación entre los Estados miembro. Pudimos ver esta necesidad con el gas ruso. Si eres un país, creo que es positivo no ser dependiente de una autocracia: no estás atado, eres más independiente y tienes más libertad para decidir y comunicar tus decisiones. El Pacto Verde Europeo va de la mano con la idea de una Unión Europea fuerte, independiente y capaz de defender sus valores democráticos y los derechos humanos. 

Por así decir, ¿consideras que haría de la Unión Europea una suerte de faro?

¡Me gusta el concepto! Aunque no quiero que se me malinterprete: sé que la Unión Europea ya es un gigante político y que cuenta desde su fundación con esa visión democrática. Pero tenemos nuestros retos: el Parlamento Europeo, por ejemplo, ya ha señalado que Hungría ya no es una democracia funcional, y también vemos ataques a los derechos fundamentales, cada vez más, por ejemplo, también en Italia. Aún así, el núcleo fundacional de la UE es claro: está alineado con la democracia, la libertad y los derechos humanos.

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