Siglo XXI
¿Trabajar para viajar o viajar para trabajar?
Solo se necesita un portátil, una buena conexión wifi y habilidades digitales: con esa fórmula ya es posible trabajar desde cualquier lugar del mundo. Es lo que se ha bautizado como nomadismo digital, un estilo de vida que está experimentando un crecimiento sin precedentes desde la pandemia. El deseo de libertad y de viajar es el motor que impulsa a este perfil de trabajador independiente. Y España está escalando posiciones como uno de sus destinos preferidos.
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Despertarse con el sonido de las olas de fondo, la brisa marina haciendo bailar las cortinas y los primeros rayos de sol filtrándose por la ventana. Desperezarse en un nuevo lugar, abrir la puerta del porche y pisar la arena. ¿El paraíso? Es un recoveco en una playa de Goa, al suroeste de la India. Y aunque suene a unas vacaciones idílicas es, por unas semanas, el lugar de trabajo de una joven treintañera. «Vivir en una cabaña para mí sola a tres metros de la playa, comer y cenar en el restaurante que quiera y quedar todos los días con mis amigos, que se convierten en tu familia. Esa rutina de comodidad y cercanía me encanta y es una fórmula que no he conseguido encontrar en España», confiesa Natalia Ortiz, que en junio de 2022 puso rumbo a esta parte del mundo en busca de experiencias vitales que le permitieran continuar con su trabajo online. «Es la combinación perfecta: viajar, conocer gente y otras culturas y vivir muy bien haciendo lo que más me gusta, que es el diseño gráfico», resume.
Como Ortiz, se estima que unos 35 millones de personas en todo el mundo viven de esta manera. Son nómadas digitales: profesionales que trabajan en remoto gracias a internet y las nuevas tecnologías. «Se trata de un perfil que está en movilidad entre tres meses y un año en distintas partes del mundo», explica Raquel Roca, conferenciante, autora y docente sobre competencias digitales y el futuro del trabajo. «Viaja trabajando, trabaja viajando y tiene una sede estable durante unos meses en un lugar del mundo, que luego cambia por otro», señala. «Puede ser dentro de su propio país o en otros, porque no necesariamente tienes que cambiar de país para ser un nómada digital», aclara.
Hay muchos tipos de nómada digital, pero Roca hace hincapié en una distinción que considera importante, la de «los knowmads o nómadas del conocimiento, que utilizan su saber para vivir y pueden trabajar desde cualquier sitio, pero tienen una residencia fija en un lugar determinado». Ella, por ejemplo, habitualmente viaja a diferentes partes del mundo para trabajar o incluso lo hace en remoto solo parte del tiempo, pero su sede está en Madrid, «desde donde viajo mucho y a donde regreso al poco tiempo».
Natalia Ortiz (nómada): «Es la combinación perfecta: viajar, conocer gente y otras culturas y vivir muy bien haciendo lo que más me gusta, diseño gráfico»
El nomadismo digital es una tendencia que ha experimentado un tremendo auge a raíz de la pandemia. Según un estudio de la consultora estadounidense MBO Partners, antes de la covid-19, el número de nómadas digitales en Estados Unidos era de 7,3 millones, cifra que subió a casi 11 millones durante 2020 y a los 17 en 2022. Se estima que para 2025 unos 35,7 millones de estadounidenses –alrededor del 22% de los trabajadores del país– trabajará en remoto.
Pese al crecimiento en estos últimos años, este estilo de vida se practica desde hace ya bastante tiempo. «La primera vez que tuve un trabajo online como diseñadora gráfica fue en 2012, pero en ese momento no veía su alcance porque nadie hablaba de nomadismo digital», relata Elena Barreto, una valenciana que hoy es «escritora fantasma para marcas personales». Desde entonces, ha recorrido el mundo: desde Colombia a Nueva Zelanda, pasando por Alemania o Noruega, donde se encuentra en el momento de esta entrevista. «Hubo un momento en que volví al trabajo presencial y me di cuenta de que eso no era lo mío», recuerda. «Después de haber tenido un trabajo online que me daba esa libertad, sentí que podía ir donde quisiera y eso me hizo replantearme todo», añade.
El deseo de ser libres, de viajar y conocer gente, culturas y lugares nuevos o de ganar experiencias que proporcionan un desarrollo personal más enriquecedor son algunas de las motivaciones más comunes que impulsan a los nómadas digitales. Pero, aunque todo parezca luz y color, en este estilo de vida también acechan sombras. «Lo que más me cuesta es esa sensación de tener que empezar siempre de cero», reconoce Barreto. A lo que Ortiz añade «el cansancio de estar constantemente buscando alojamiento o gestionando visados y vuelos».
Próximo destino: España
Tanto auge ha experimentado el nomadismo digital en los últimos años que 40 países en el mundo ya ofrecen visados para estos perfiles de trabajadores en remoto. España ha sido uno de los últimos en unirse a esta oferta. En diciembre de 2022, el Congreso de los Diputados aprobó la Ley de Fomento del Ecosistema de Empresas Emergentes, conocida como la ley start-ups, con el objetivo de atraer talento e inversión internacionales y fomentar un ecosistema favorable a los emprendedores digitales y las empresas emergentes con vocación innovadora. Y ahí también entran los nómadas.
En 2023, 35 millones de personas en todo el mundo viven ya como nómadas digitales, una cifra que seguirá creciendo en el futuro
«España es super interesante y atractiva para los nómadas digitales extranjeros», afirma Roca. «Durante la pandemia, hubo un boom en las Islas Canarias, que lo está haciendo muy bien para atraerlos, Málaga ya lo fue y Valencia está en su momento de esplendor», suma. El reclamo no es solo sol y playa: Madrid suma puntos gracias a su oferta cultural y de ocio y su ambiente cada vez más internacional. Cuando un nómada digital baraja destinos en los que instalarse, se fija en el grado de conexión wifi, el de diversión, la seguridad y la relación coste-precio, como refleja la web especializada Nomadlist. Esto convierte en tentadoras a las grandes urbes. «Plataformas como Airbnb están empezando a trabajar con sus anfitriones para darle una vuelta al alojamiento y que no sea solo de fin de semana [o vacaciones], sino también para nómadas digitales», apunta Roca.
Rob T. es un canadiense que lleva unos meses recorriendo España. Aterrizó primero en Ibiza, luego probó Barcelona y ahora está en Madrid. «Voy a pasar aquí más tiempo del que imaginaba. La vidilla de esta ciudad y las facilidades con las que me he topado para vivir y trabajar en remoto son mejores de las que me esperaba», reconoce. Soltero, sin hijos y «cada vez más cerca de los 50», trabaja con distintas compañías internacionales en temas de seguridad informática, actividad que le reporta buenos beneficios. Este último punto es relevante porque, como señala la experta Roca, «el nomadismo digital no es un concepto mochilero». «Tenemos datos que nos indican que no son solo veinteañeros, sino profesionales cualificados; un perfil adulto con profesiones de valor e ingresos interesantes», afirma.
El auge del nomadismo digital también amplía sus modalidades. «Un tipo que cada vez nos encontramos más son los nómadas corporativos», explica Roca, «personas que en sus negociaciones piden a su empresa, por ejemplo, trabajar tres meses en cualquier parte del mundo». Las compañías cada vez están más dispuestas a ofrecer estas facilidades como una manera de captar y retener talento.
Para Natalia Ortiz, estos días se abre una nueva puerta que la llevará a Nepal. ¿Después? «Quiero empezar a explorar África este año, aunque siempre acabo en Asia», concluye riendo.
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