Medio Ambiente

«El ser humano necesita regresar a la naturaleza y a sus maravillosos ciclos»

Rafael Bachiller es una de las figuras más destacadas de la Astronomía española. También un hábil divulgador que transmite al público general los últimos avances de esta ciencia y los misterios del Universo.

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Dora Perea Lagranja
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05
julio
2023

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Dora Perea Lagranja

En la II edición de los Premios CSIC-Fundación BBVA de Comunicación Científica, el director del Observatorio Astronómico Nacional (OAN) y el Real Observatorio de Madrid, Rafael Bachiller, ha sido distinguido por su extensa labor de difusión de la cultura científica. Doctor en Física y especialista en formación estelar y nebulosas planetarias, es una de las figuras más destacadas de la Astronomía nacional. Ha publicado numerosos artículos en medios de comunicación, labor divulgativa que ha complementado con varios libros. En el último de ellos, ‘El universo improbable’, recorre los entresijos del Universo y aborda los principales retos y amenazas actuales para la Tierra.


Lleva toda una vida dedicándose a la divulgación científica. ¿Por qué le parece importante esta labor?

Efectivamente he dedicado mi vida a la ciencia y me he esforzado por divulgarla. Es una obligación del mundo científico explicar al ciudadano en qué gastamos los fondos que tenemos asignados, pues provienen de sus impuestos. Los científicos estamos muy bien considerados por nuestra sociedad, la ciudadanía confía en nosotros y nosotros debemos promover y mantener esa confianza.

Ha comentado que para ser una persona del siglo XXI es necesario tener una cultura científica. ¿Su adquisición sería responsabilidad de instituciones, de medios de comunicación o de la población general?

Es una responsabilidad compartida, naturalmente la cultura científica debe promoverse desde la infancia, pero debe fomentarse a lo largo de toda la vida, pues la ciencia evoluciona permanente y vertiginosamente. Los medios de comunicación juegan un papel clave en esta tarea reconociendo el valor de la ciencia, pero los científicos también podemos contribuir explicando nuestros logros.

¿Puede ser el lenguaje técnico un hándicap para que la ciudadanía acceda a la información científica?

La divulgación científica debe competir con la oferta infinita de ocio simplón que inunda nuestra sociedad. El divulgador debe esforzarse por entender muy bien lo que intenta comunicar, entenderlo hasta que sea capaz «de explicárselo a tu abuela», como decía Einstein; pero no creo que deba caer en montar un teatrillo que transmita una idea distorsionada y falsa del rigor científico. Obviamente la ciencia es difícil e informarse en ciencia requiere un cierto esfuerzo, pero de los esfuerzos que realizamos es de donde solemos obtener las mayores satisfacciones y experiencias vitales.

«El divulgador debe esforzarse por entender muy bien lo que intenta comunicar, entenderlo hasta que sea capaz ‘de explicárselo a tu abuela’»

Su especialización es la formación de estrellas de tipo solar. ¿Es factible la existencia de más soles en el Universo y de más planetas que estén a una distancia óptima como para albergar una vida con cierta trayectoria de desarrollo, como la nuestra?

Solo en nuestra galaxia, la Vía Láctea, hay cientos de millones de planetas habitables. Y otros tantos en los miles de millones de galaxias que conocemos. En todos esos mundos imperan las mismas leyes de la física y de la química, por lo que el desarrollo de la vida es tan posible como en la Tierra. Por eso yo estoy convencido de que la vida debe de ser un fenómeno común en el universo. Ahora bien, la vida surgió en la Tierra hace 3.700 millones de años, mientras que los primeros ancestros humanos aparecieron hace tan solo 6 millones de años. Si la vida ha recorrido un camino equivalente a toda la circunferencia de la Tierra, el ser humano solo ha estado presente en una distancia comparativamente muy corta, equivalente a la de Madrid-Toledo. Por tanto, la vida que cabe esperar en la inmensa mayoría de los planetas habitados es de tipo microbiana; la evolucionada a escala humana será muchísimo más rara.

¿Cuáles son los últimos hallazgos sobre el origen del Universo?

Cada día se producen descubrimientos en astrofísica y todos ellos contribuyen a dar grandes avances. Entre los mayores logros de los últimos años cabe destacar la medida de la aceleración de la expansión del universo, las colisiones entre agujeros negros detectadas mediante ondas gravitacionales o las primeras imágenes de agujeros negros en nuestra galaxia y en otra galaxia de Virgo. Tenemos mucha suerte de vivir en una edad de oro de la astrofísica.

¿Tiene algún sentido la vida en este planeta en medio del cosmos infinito o todo se trata de pura suerte y puro azar?

Si por «tener algún sentido» nos referimos a si la vida en la Tierra es finalista, si tiene una finalidad en sentido trascendente, creo que se trata de una pregunta que excede al campo de la ciencia. La única finalidad que la ciencia observa en los seres vivos es la de vivir, la de mantenerse con vida y preservar su especie. Es cierto que, para el ser humano, tener un propósito vital infunde ánimos y ello repercute en nuestra salud física y mental, pero esto es psicología, no física. Y el sentido trascendente de la vida solo puede ser proporcionado por la religión o las creencias.

«Estamos mirando hacia otro lado, no queremos encarar los problemas con la seriedad que requieren»

Hace menos de dos años, la película No mires arriba reflejaba, con tintes humorísticos, la cuenta atrás del impacto de un meteorito sobre la Tierra y cómo los grandes poderes –político, económico, televisivo– devaluaban la alerta astronómica y, en último término, se guiaban por el «sálvese quién pueda». ¿Es esta película una metáfora de nuestro tiempo?

A mí me pareció una metáfora excelente. ¿No estamos haciendo eso ante el cambio climático y el desastre medioambiental? Estamos mirando hacia otro lado, no queremos encarar los problemas con la seriedad que requieren. Y, ahora, mientras la escalada bélica en Ucrania parece no tener fin, cuando el riesgo de una contienda nuclear vuelve a manifestarse sin ambages, no deja de sorprenderme la ligereza con la que lo estamos ignorando.

A corto o medio plazo, ¿qué riesgo real habría de que un meteorito de ciertas dimensiones impacte contra nuestro planeta o de que un agujero negro nos absorba?

No está justificado el alimentar ningún tipo de cosmofobia. No existe ningún riesgo frente a los agujeros negros: todos los que podrían suponer algún peligro están demasiado lejos.  En cambio, sí estamos seguros de que los asteroides seguirán llegando con cierta regularidad a la Tierra, pero los más mortíferos caen muy de tarde en tarde y estamos preparando la tecnología necesaria para, cuando llegue el momento, poder protegernos. El Universo es un lugar lleno de prodigios y los peligros que podrían entrañar estos prodigios para la Tierra nos quedan muy lejanos en el espacio y en el tiempo. Es mejor disfrutar contemplando todas estas maravillas que agobiarse con miedos injustificados. Los miedos debemos dirigirlos a otros fenómenos puramente humanos: las enfermedades, la pobreza y el hambre, el atroz deterioro del medio ambiente, los conflictos bélicos y el terrorismo, incluyendo el riesgo nuclear al que me refería antes.

Para disfrutar, por ejemplo, de un cielo estrellado se necesita interés, tiempo de calma, observación… ¿El ritmo actual de vida, sobre todo en las ciudades, hace que nos desconectemos de estas vivencias importantes?

En las grandes ciudades se tiende a vivir desconectado de la naturaleza y de sus ciclos: vivimos y trabajamos en ambientes climatizados artificialmente, consumimos productos que no tienen nada que ver con las estaciones, no vemos el cielo debido a la contaminación lumínica… Así no nos sentimos parte de la naturaleza. Y, sin embargo, sentirse parte de este fascinante planeta, de este cosmos antiguo y sublime, es algo que nos eleva, que nos hace soñar y considerar la vida y la existencia de otra manera. Creo que el ser humano necesita regresar a la naturaleza y a sus maravillosos ciclos. El comprender un poco la ciencia que se esconde en todo ello nos puede transmitir, aunque solo sea de forma intuitiva, ese sentido trascendente del que hablábamos y que tanto nos reconforta.

De un tiempo a esta parte se están valorando otras opciones de habitabilidad en planetas cercanos, por si en algún momento destruimos este. ¿No sería más inteligente centrar los esfuerzos en paliar el deterioro de «nuestra casa» actual?

No solo es lo más inteligente, sino que salvar «nuestra casa» es la única posibilidad de sobrevivir como especie, pues no hay ninguna alternativa. Esa debe de ser nuestra prioridad primera, pero para entender esto completamente y atacar al problema, conviene realizar una amplia variedad de estudios y actividades. La astronomía es, al menos, tan necesaria como las artes y las humanidades para desarrollar la sensibilidad y la serenidad que son imprescindibles para enfrentarnos a todos los retos que tenemos ante nosotros. La ecología no eclosionó hasta que no vimos nuestro planeta desde el espacio, en toda su fragilidad, como una diminuta nave espacial que vaga por este cosmos infinito.

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