Medio Ambiente

Árboles muertos para salvar al bosque de los incendios

La madera muerta tiene un papel en la naturaleza. Ayuda a aumentar la biodiversidad, pero también humedece el suelo. Hace que los bosques sean más resilientes ante el cambio climático y los incendios.

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03
julio
2023

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La vida de los árboles puede ir más allá de ese tiempo en el que son una planta viva: la madera muerta de los árboles dentro de un bosque es un refugio de vida, un escondite y alimento para hongos, insectos y otros animales claves. También puede ser, a pesar de todo, un activo para preparar a los bosques contra los incendios.

Es lo que acaban de alertar desde el CREAF, cuyos científicos acaban de participar en el informe de síntesis Deadwood and Fire Risk in Europe, del proyecto europeo BioAgora. Según concluyen, la madera muerta de grandes dimensiones en los bosques europeos es un factor poco relevante por el riesgo de incendio y, por el contrario, muy valioso por el mantenimiento de la biodiversidad.

Este último punto es especialmente importante, recuerdan, porque los sistemas forestales de la cuenca mediterránea son pobres en nutrientes y sufren frecuentes sequías. Por ello, el consenso científico y técnico apuesta por mantener parte de la madera muerta en el bosque para mantener los bosques en un buen estado de salud y hacerlos más resistentes al cambio climático.

La madera muerta lo consigue porque aporta humedad al suelo, permitiendo que prosperen muchas formas de vida y que no se evapore tanta agua, pero también porque es el hábitat de muchas especies. Se convierte así en un motor para lograr mucha más biodiversidad en estos ecosistemas forestales.

La madera muerta también tiene un papel a la hora de aumentar la biodiversidad

Pero ¿qué ocurre con los incendios forestales, esos que tanto preocupan verano tras verano? ¿No es dejar los árboles muertos en medio del bosque una manera de ampliar el combustible y de, indirectamente, subir la virulencia del fuego? En realidad, como puntualizan los responsables del estudio, no, y por unas cuentas razones.

Una de las primeras claves para entender por qué esta madera no es realmente peligrosa está en su propia naturaleza. Como argumenta el estudio, aunque la madera muerta puede representar una parte del combustible disponible para quemar durante un incendio forestal, es una madera poco inflamable y, por eso, no necesariamente incrementa el riesgo de incendios forestal. El problema está más bien en otro tipo de elementos que existen en el bosque.

La madera muerta puede aumentar la humedad del suelo y hacerlo más resiliente

«En nuestra región, en momentos puntuales de sequía o plagas que hagan aumentar la madera muerta en el bosque, será necesario evaluar la posibilidad de extraer aquella de pequeñas dimensiones que actúa como combustible fino y es más inflamable», explica Josep Maria Espelta, investigador del CREAF y uno de los científicos que ha participado en el informe, «pero también conservar algunos de los trozos grandes, que son los más valiosos desde un punto de vista de la biodiversidad y los menos problemáticos por el riesgo de incendio».

Los beneficios de la madera muerta son más elevados que los riesgos que podría suponer, concluyen, en segundo lugar. En los ecosistemas mediterráneos, la cantidad de madera muerta de dimensiones relevantes es muy poca, por lo que no es un factor de riesgo de incendio significativo y, por el contrario, el retorno de cada uno de esos troncos es muy elevado. Los científicos creen que habría que aumentar su cantidad para mejorar la biodiversidad y tener bosques más sanos y resilientes. Al fin y al cabo, su capacidad para aumentar la humedad del suelo podría llegar hasta a dificultar la propagación del fuego de superficie.

Y no menos importante: la nueva Ley de Restauración de la Naturaleza de la Unión Europea quiere monitorizar la cantidad de madera muerta que existe en los bosques y aumentarla para recuperar la biodiversidad perdida.

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