Cambio Climático

Renovables con el territorio, una hoja de ruta

La transición energética no puede asumirse desde un punto de vista únicamente tecnológico: necesitamos transitar hacia esa realidad con la participación efectiva de la sociedad, sin dejar a nadie atrás.

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16
junio
2023

Recientemente, la Organización Meteorológica Mundial pronosticaba que la sequía crónica y las olas de calor que estamos viviendo de forma cada vez más frecuente serán nuestra nueva realidad en los próximos años, lo que nos obliga a tomar medidas tanto de adaptación como de mitigación frente al cambio climático. Una de las medidas clave será cambiar nuestras fuentes de energía, ya que son responsables del 75% de las emisiones a nivel global. Para ello, las herramientas por las que apostamos principalmente son, por una parte, la racionalización y transformación de los consumos y, por otra, la instalación masiva de energías renovables solar y eólica. 

La necesidad de acelerar esta transición hacia las energías renovables está generando tensiones importantes en algunos territorios debido a la falta de participación de la población en el reparto de beneficios, impactos y toma de decisiones. Afortunadamente, ya contamos con buenas prácticas que pueden servir como referencia para que la transición energética a las renovables que hagamos sea capaz de distribuir los costes y los beneficios de forma equitativa. En el municipio de Higueruela (Albacete), por ejemplo, más de 20 años de convivencia con parques eólicos han servido al ayuntamiento para impulsar mejoras en los servicios públicos como el transporte gratuito a los estudiantes universitarios del municipio o la lucha contra el paro femenino. De la misma manera, la planta fotovoltaica recientemente construida en Sant Jordi (Castellón) contó con un proceso de consulta pública previa a la construcción. Este proceso resultó en un cambio sustancial de la morfología del proyecto para respetar la piedra seca, una tipología de infraestructura agraria local que tiene un valor paisajístico e identitario. Estos casos, al igual que los otros 13 presentados en el informe de REDS-SDSN Spain lanzado hace unas semanas, son ejemplos de casos inspiradores que demuestran que es posible lograr una implantación de energías renovables justa y equilibrada con el territorio. 

La transición energética no puede asumirse desde un punto de vista únicamente tecnológico. Necesitamos transitar hacia esa realidad con la participación efectiva de la sociedad, sin dejar a nadie atrás, cuidando el proceso, aprovechando sus beneficios, y entendiendo bien sus riesgos e impactos. La zonificación, participación del territorio y la minimización del impacto son elementos esenciales en este ámbito. Es necesario poner el foco en los sectores más vulnerables, siendo conscientes de las asimetrías y diferentes responsabilidades, y el necesario reparto justo de los esfuerzos  y  beneficios de la transición. 

Una de las medidas clave en la lucha contra el cambio climático será cambiar nuestras fuentes de energía, responsables del 75% de las emisiones a nivel global

Debemos evitar las malas prácticas basadas en la ausencia de comunicación con las comunidades locales, las promesas de trabajos que nunca se consolidan, la falta de respeto sobre ciertas estructuras económicas o diseños que ponen en riesgo ecosistemas medioambientales y elementos patrimoniales locales. Disponemos de casos de buenas prácticas de las que aprender,  aquellos proyectos que se han realizado de la mano del territorio, que distribuyen los beneficios, y que son respetuosos con la biodiversidad y el paisaje. Necesitamos entender y universalizar estos casos, construyendo narrativas que faciliten el acuerdo y nos ayuden a ir dibujando el camino compartido que tenemos que recorrer,  cuya dirección está en nuestras manos determinar. 

El informe de REDS-SDSN Spain que muestra estas buenas prácticas no es único. Otras organizaciones también están poniendo en valor y acordando mejores formas que son más respetuosas con el territorio. La transición involucra a todas las personas y todo tipo de agentes pueden realizar buenas prácticas, desde las empresas promotoras hasta los diferentes niveles de la administración, pasando por la ciudadanía organizada y las organizaciones no gubernamentales. 

El desafío climático y parte de su solución, como es la transición energética, son retos complejos y necesitamos hacer las cosas bien. Tenemos una buena hoja de ruta que nos marca el camino. Es la Agenda 2030 y sus 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible, que nos permiten comprender la interrelación entre los ámbitos económico, social y ambiental del desarrollo, incorporar una visión de largo plazo, y donde son claves la gobernanza y la equidad social. Es necesario trabajar en  la construcción de una visión compartida sobre cómo imaginamos la instalación de renovables, apoyándonos en ejemplos inspiradores, estandarizando procesos, mejorando legislaciones y proponiendo instrumentos que apoyen y aseguren el desarrollo local. Este proceso no será inmediato, pero el objetivo debe ser involucrar a todos los agentes posibles, al ritmo que la emergencia climática demanda. Trabajemos para sumar, tejer alianzas y construir ecosistemas y dinámicas que favorezcan los acuerdos, a la vez que resuelvan las tensiones existentes, ese es el mejor camino para una transición justa, efectiva y a tiempo. 


Leire Pajín Iraola es presidenta de REDS-SDSN Spain.

Candela de la Sota Sández es directora de REDS-SDSN Spain.

David Ribó es investigador postdoctoral en TU Delft y colaborador de REDS-SDSN Spain.

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