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Jauja ya no es jauja… por culpa del cambio climático

Hoy, Día Mundial del Medio Ambiente, nos acercamos a Jauja, ciudad antaño famosa por su abundancia natural que pasó a formar parte de nuestro vocabulario, para comprender la importancia de la regeneración ambiental.

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Jauja es una pequeña ciudad peruana situada a unos 250 kilómetros al este de Lima. Ubicada en el valle de Mantaro, Jauja mantenía, hasta hace no mucho, una exuberante diversidad de recursos naturales.

Pero la ciudad no tuvo siempre ese nombre. De hecho, fueron los españoles que llegaron a América quienes, en 1534, decidieron llamarla así al refundar la ciudad inca de Jatunsausa, y Jauja es una derivación de Xausas, el grupo étnico que poblaba la zona por aquel entonces. La ciudad en cuestión deslumbró a los españoles por su belleza natural, su entorno y su clima, y enseguida fue considerada el paraíso en la Tierra. Además, allí fue administrado durante un tiempo todo el oro que, desde América, se enviaba a España.

A partir de entonces, expresiones como «¡Esto es Jauja!», para referirse a algo parecido a  haber alcanzado la felicidad absoluta, se enredaron en el lenguaje popular y, hoy, según la RAE, jauja «denota todo lo que quiere presentarse como tipo de prosperidad y abundancia».

Por desgracia, «paraíso» es una denominación cada vez menos justificada. Entre 2001 y 2021, Jauja ha perdido un 2,9% de su área de bosque primario y un 3,8% de su cobertura arbórea, según datos de Global Forest Watch, organización sin ánimo de lucro que vela por la defensa de los bosques de nuestro planeta.

La ciudad de Jauja (Perú), antaño ideal del paraíso terrenal, se encuentra hoy inmersa en un grave proceso de deterioro medioambiental

De modo que que Jauja es cada vez menos jauja, como sucede con tantos otros enclaves naturales de nuestro planeta que ya no gozan de su riqueza natural original. Las causas son conocidas, en mayor o menor medida, y en su origen está principalmente la acción humana. Según datos de Naciones Unidas, utilizamos los recursos equivalentes a un planeta y medio para mantener nuestro actual ritmo de vida, y somos responsables del 67% de las emisiones de gases de efecto invernadero.

La crisis climática parece imparable, y no solo se ciñe al calentamiento global, sino que también radica en la pérdida de hábitats naturales y la creciente contaminación. Aunque parezca un hecho cercano en el tiempo, la preocupación viene de lejos:  en 1973, hace por tanto medio siglo, la Asamblea General de las Naciones Unidas estableció el 5 de junio como Día Mundial del Medio Ambiente.

Es una fecha simbólica, pero su importancia es capital. El medioambiente se encuentra en situación de emergencia, y si queremos detener el calentamiento global en la ya peligrosa temperatura de 1,5 grados centígrados este siglo, antes de 2030 deberíamos haber reducido a la mitad las emisiones de gases de efecto invernadero.

Para mantener el calentamiento global en 1,5º, antes de 2030 deberíamos reducir a la mitad la actual emisión de gases de efecto invernadero

El sector energético, debido a la alta demanda de consumo de la población mundial, es el responsable de las tres cuartas partes de esas emisiones, según un estudio de la Agencia Internacional de Energía (IEA), de modo que la generación mediante fuentes renovables debe ser prioridad máxima en este campo. Vamos por el buen camino, pero hay que pisar el acelerador. Otro estudio, en este caso de EMBER, un grupo de expertos internacionales en energía eléctrica, confirma que, en 2022, el 38% de la electricidad mundial provino de energías limpias, pero para cumplir con la ambiciosa Agenda 2030 es preciso que el crecimiento de las energías limpias sea de un 20% anual.

Las consecuencias de no utilizar fuentes renovables para producir la energía que consumimos son evidentes en el caso del deterioro de ecosistemas que sufren zonas como la del peruano valle de Mantaro en que se ubica Jauja, la antaño próspera y exuberante ciudad que hizo soñar a miles de personas con el paraíso terrenal. Y en Jauja, precisamente, ha fijado parte de su atención Statkraft, compañía de origen noruego que es, a día de hoy, la mayor productora de energía limpia en Europa.

La compañía opera desde 1895, cuando inició su andadura mediante el aprovechamiento del agua para que los ciudadanos de Noruega pudieran obtener energía limpia. Desde entonces, ha tenido como principal objetivo el lograr un planeta 100% sostenible cuyo principal motor sean las fuentes renovables. La compañía se ha instalado recientemente en España, y ya opera en 21 países, entre los que se encuentra Perú.

Pedro Vega, originario de Jauja, planta árboles anualmente con el objetivo de reforestar la zona en que se encuentra su pueblo natal

En ese país Pedro Vega, originario de Jauja, forma parte del equipo de Statkraft. Y allí, desde hace 15 años, planta árboles anualmente con el objetivo de reforestar la zona en que se encuentra su pueblo natal. Entre él y sus familiares y amigos han logrado ya plantar más de 10.000 ejemplares de pinos, alisos, eucaliptos y quinuales.

La compañía, tras comprobar que Jauja ya no es sinónimo de prosperidad y abundancia, sino de la pérdida de biodiversidad y el deterioro medioambiental, ha decidido celebrar este 50 aniversario del Día Mundial del Medio Ambiente de una manera simbólica pero muy especial: recientemente ha lanzado la campaña #JaujaNoEsJauja, con la que recoge firmas para solicitar a la RAE una revisión inmediata del significado de esa palabra y darle otro que nos alerte de las consecuencias del cambio climático. Por ejemplo, la agresiva deforestación que combate Pedro Vega en su pueblo natal.

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