Sociedad

La otra historia de las mujeres en el psiquiátrico

Una exposición recupera las historias de las mujeres de un psiquiátrico gallego e invita a reflexionar sobre la historia de la salud mental. ¿Estaban enfermas o simplemente no eran tal y como marcaban las expectativas de género?

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26
mayo
2023
‘Corridor in the Asylum’ (1889) por Vincent Van Gogh.

Los hermanos que «viven en América» mandaron una carta. Era un aviso desde el otro lado del Atlántico. En el vapor Habana había embarcado de vuelta a Ourense a su hermana y «venía enferma». A la mujer la había corrompido la vida que había llevado en la emigración: «Por haber llevado una vida libertina en la que según parece fumó y bebió alcoholes, se había puesto mal de la cabeza», sintetiza su expediente médico. La culpa la tenía «la vida de cabaret». 

Ahora, casi un siglo después de que los médicos hiciesen en 1936 esas anotaciones en su historia clínica, cabe preguntarse: ¿estaba Manuela N. L. realmente enferma –sus hermanos avisan de que ha consumido drogas y el capitán del barco de que fuma– o simplemente estaba viviendo su vida como quería y al margen de la norma de lo que se esperaba de una mujer? 

La pregunta es, en general, el punto de partida de la exposición Voces esquecidas –en castellano, «voces olvidadas»–, que se puede visitar en la Cidade da Cultura de Santiago de Compostela y que muestra una selección de los fondos históricos del Hospital Psiquiátrico de Conxo para adentrarse en la historia de las mujeres que fueron ingresadas allí. El psiquiátrico, que abrió sus puertas en 1885, es uno de los más antiguos de la Península Ibérica, tratando tanto a hombres como a mujeres. Y, aunque intentó desde el principio inspirarse en las vanguardias de los tratamientos médicos, no estuvo al margen de los sesgos del momento. 

«Siempre sorprende cuando encuentras estas cosas. Sorprende la dureza, pero no es extraño, porque no deja de reflejar cómo era la sociedad», explica Mar García, una de las comisarias de la muestra, desde el Archivo de Galicia, donde se conservan estos fondos. El papel en el que se encuadraba a la mujer implicaba ciertas características, y salirse de lo esperado podría resultar peligroso. Es decir, podemos analizar si en ocasiones eran ingresadas no tanto por estar enfermas –como hoy lo consideraríamos– o por –como muestra la exposición– transgredir los roles asignados por la sociedad (o, quizás, por una escasa comprensión de lo que les estaba ocurriendo). Ocurre esto último, por ejemplo, con la depresión post-parto y con otras cuestiones derivadas de los embarazos. 

En aquellos años, se asumía que las mujeres eran más propensas a las enfermedades mentales por su naturaleza

Al fin y al cabo, las propias creencias científicas del momento también partían de un sesgo de género: se asumía que las mujeres eran más propensas a las enfermedades mentales por su naturaleza. Era lo que ocurría con la histeria. 

De hecho, como recuerda García, esto pasaba «en todas partes». Y es algo que la propia bibliografía está recuperando. Ahí está, por ejemplo, la historia de Maria Adelaide Coelho de Cunha, la heredera del fundador del influyente Diário de Noticias portugués, que acabó en un psiquiátrico en 1919. La razón, que aborda Manuela Gonzaga en una reciente biografía, fue el abandono de su marido: lo dejó en el invierno de 1918 para irse con un hombre más joven –y de una clase social más baja–, por lo que solo podía haber perdido la cabeza. Coelho da Cunha insistía en que no estaba loca, pero la historia se convirtió en un escándalo en su momento. Como recuerda Gonzaga en Doida Não e Não!, su marido vendió por una cifra elevada el periódico mientras ella se enfrentaba a una odisea médico-judicial. 

Incluso las historias de las mujeres que en los años 70 pasaron del Manicomio de Jesús al nuevo Hospital Psiquiátrico de Bétera, en Valencia, muestran cómo estos sesgos no se quedaron tan lejos en el tiempo. «La estructura patriarcal atraviesa varios espacios y ha afectado a las mujeres», explicaba a La Vanguardia la psiquiatra Marta Huertas, al hilo de la publicación de su libro Nueve nombres. «Naturalmente que el motivo de ingreso de ellas estaba muy condicionado por este tipo de estructura, los tratamientos, su estancia y el trato que se le daba», añade. La propia Huertas hizo un estudio en los años 80 analizando los motivos de ingreso de las mujeres en los psiquiátricos: el 40% estaban ahí por problemas sociales y no mentales, como ser madres solteras o «pintarse mucho». 

psiquiátrico

Fragmento de uno de los informes.

«Mi esposa se ha reintegrado a su hogar totalmente curada», escribía en 1940 el marido de una de las antiguas enfermas del hospital de Conxo en una de las cartas que se pueden ver en la exposición santiaguesa. Ahora, le cuenta al director del psiquiátrico, vuelve a ser una madre cariñosa y la suya «una familia feliz». Vuelve a ser lo que se espera de una esposa.  

¿Nos interesan cada vez más estas historias? Los comisarios de la exposición sobre las mujeres de Conxo esperaban interés, «pero no sospechábamos que fuese a ser tanto», explica Mar García. No solo los medios se interesan por lo que desvelan los expedientes, los registros o las cartas que las enfermas escribían (y se quedaban en sus archivos personales), también lo hace la ciudadanía. Hay quien ha llegado a interesarse por los expedientes de sus parientes para bucear en la historia familiar. Desde el archivo querían hacer más visibles sus fondos con esta muestra, sobre todo para la población en general. 

Además, también invita a plantearse no solo los efectos que las brechas y los estereotipos de género tuvieron en décadas pasadas, sino también la propia historia de la salud mental. Esta es una pregunta que los fondos históricos permiten plantearse. Es también lo que hace el libro colectivo Cartas desde el manicomio, que se nutre de las cartas que escribían las personas internadas en la Casa de Santa Isabel de Leganés y que nunca eran enviadas. Se quedaban en sus expedientes médicos, desde donde ahora son una ventana a las experiencias vividas de estos hombres y mujeres. 

«Por la virgen, ¿tú sabes dónde me has enviado? ¿Tú tienes idea de lo que es un manicomio?», escribe en los años 40 Adela a su marido. Entre 1940 y 1945 pasó por varios psiquiátricos madrileños, según recuerda el libro: era adicta a la morfina, que había empezado a tomar por insoportables dolores «en la zona ovárica». 

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