Sulfuro de dimetilo: ¿puede este gas librarnos del cambio climático?
Se habla mucho de los gases de efecto invernadero, pero ¿qué hay de aquellos que precisamente pueden disminuirlo? Un grupo de científicos de la Universidad de Hokkaido ya está estudiando las prometedoras posibilidades de uno de ellos: el sulfuro de dimetilo.
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El Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) lo deja claro: es inequívoco que la influencia humana ha dañado la atmósfera, los océanos y la tierra. En su último informe, de hecho, destaca cómo el cambio climático ha causado daños considerables y pérdidas cada vez más irreversibles en los ecosistemas terrestres, de agua dulce, criosféricos, costeros y oceánicos. Además, también anticipa con un alto nivel de confianza que los sumideros de carbono terrestres y oceánicos naturales absorberán una porción menor de estas emisiones en escenarios con una mayor y creciente cantidad de CO2.
Esta es una de las razones por las que en los últimos años ha existido mucha literatura centrándose en la forma de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero y la manera de limitar su expulsión de la atmósfera. Sin embargo, la investigación de aquellos gases que pueden provocar el efecto contrario, a pesar de su gran potencial, no ha recibido la misma atención. Es el caso, especialmente, del llamado sulfuro de dimetilo: un compuesto químico que se emite a la atmósfera en grandes cantidades como resultado de la acción de los océanos.
El sulfuro de dimetilo es una molécula que se libera por el fitoplancton en el océano, lo que fomenta la formación de nubes sobre el mar que obstaculizan la radiación solar, reduciendo la temperatura de la superficie marítima gracias a lo que se conoce como efecto albedo. Por esta capacidad, muchos científicos se refieren a este gas como un gas de efecto antiinvernadero, ya que entre otras ventajas, al ser un compuesto orgánico sulfurado, forma parte del ciclo de carbono, por lo que se podría utilizar para obtener energía a partir de algunos microorganismos con finalidades tan relevantes como la reducción de la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera. Además, existe una curiosidad muy desconocida sobre este gas: es el principal causante de lo que llamamos «olor a mar».
Este gas se podría usar para reducir la cantidad de dióxido de carbono en la atmósfera
Uno de los avances más relevantes que se han hecho hasta la fecha para explorar las ventajas del sulfuro de dimetilo lo ha logrado un grupo de investigadores de la Universidad de Hokkaido, en Japón, cuyos resultados han sido publicados en Nature. El grupo, liderado por el investigador Sumito Matoba, ha encontrado la fórmula para «inferir la cantidad de este gas que podría ser liberado a la atmósfera gracias a la cuantificación de un compuesto llamado ácido metanosulfónico (MSA) en el hielo de Groenlandia». El incremento del fitoplancton ocasionado por el deshielo marino de los últimos años, por tanto, ha aumentado la cantidad de luz que llega a los océanos, liberando una mayor cantidad de sulfuro de dimetilo en la atmósfera. Sin embargo, y a pesar del progreso que este estudio concreto aporta a la investigación sobre este tipo de gases, se necesita mucho más seguimiento del comportamiento del compuesto y los efectos que genera entre la atmósfera y el hielo del mar para poder indagar más profundamente en el rol que podría tener como catalizador de la acción contra el cambio climático. Al fin y al cabo, también podría generar efectos negativos en la calidad del aire y en la salud humana en determinadas cantidades.
El más reciente informe del IPCC destacaba que el cambio en el clima podría afectar seriamente los flujos oceánicos y la presencia de sulfuro de dimetilo en este, si bien mostró su incertidumbre sobre los efectos que podría tener este hecho en el aumento de la temperatura y de las precipitaciones. El mantenimiento de la resiliencia de la biodiversidad y los ecosistemas globales depende de la conservación efectiva de entre el 30% y el 50% de las áreas terrestres e hídricas, lo que necesitará de forma inequívoca de la acción humana para hacerlo posible. Una vez más, necesitamos más inversión en investigación para poder reaccionar y articular soluciones que nos permitan actuar de manera eficiente ante los retos inesquivables que nos lleva esta crisis global.
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