Medicamentos individualizados: el remedio único para pacientes únicos

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Raquel C. Pico

@raquelpico

Fueron unos 25 días de búsqueda intentando encontrar una solución para el problema médico de su hija. Hablaron con expertos de Europa y Estados Unidos una vez que agotaron a quién dirigirse más cerca, pero, a pesar de que todos eran accesibles e intentaban encontrar una respuesta, no lograban descubrir qué medicamento solventaría la crisis. «Hablamos con todos y las grandes firmas farmacéuticas nos ofrecieron los aminoácidos necesarios», recuerda al otro lado del teléfono Jesús Ignacio Meco, presidente del Instituto de Investigación y Desarrollo Social de Enfermedades Poco Frecuentes o Raras (INDEPF). «Nos ofrecían lo que tenían, pero no existía lo que necesitábamos», añade. Todo cambió «hablando con una farmacéutica», que los puso en la pista de los medicamentos individualizados. Un colega de profesión experto se puso manos a la obra para crear la fórmula magistral apropiada y en unos pocos días el problema se había encaminado hacia un final feliz.

«Los medicamentos individualizados, históricamente denominados «fórmulas magistrales», son aquellos que se preparan en una farmacia para unos pacientes concretos», apunta José Antonio Sánchez Brunete, farmacéutico y vicepresidente de la Sociedad Española del Medicamento Individualizado (LASEMI). Es, como añade Conchita Chamorro, presidenta de LASEMI, «un medicamento a la medida del paciente, prescrito por un médico y elaborado por un farmacéutico». «La diferencia fundamental con los medicamentos industriales es que, en este caso, es el medicamento el que se adapta a las necesidades farmacológicas y clínicas de un paciente», explica, en lugar de ser la persona quien se ajusta a lo que existe en el mercado. En ocasiones, las necesidades específicas de algunos pacientes no pueden cubrirse con los medicamentos que se comercializan de forma industrializada, por lo que necesitan que se cree un recurso a medida. Es ahí donde entran en juego estas fórmulas.

Chamorro: «El medicamento individualizado se adapta a las necesidades farmacológicas y clínicas de un paciente»

Si se piensa en una farmacia tradicional –una de esas de los libros de historia y de los museos–, se visualiza rápidamente a un boticario trabajando en una rebotica, donde junta principios activos almacenados en botes cerámicos y crea remedios a medida. Es casi también la imagen que se apodera de la imaginación –de quienes están al margen del universo sanitario– cuando se piensa en fórmulas magistrales. Sin embargo, el trabajo para crearlas está muy lejos de esta visión casi alquímica. Aquilino Corral Aragón es farmacéutico y uno de los nombres clave en los medicamentos individualizados en España. «La formulación magistral de medicamentos sigue un protocolo de dispensación», apunta, en el que se deben seguir varios pasos plenamente codificados desde que se recibe la receta médica con las instrucciones del prescriptor hasta que se entrega el medicamento y se hace su seguimiento.

Por ello, es también muy importante el trabajo en equipo, la buena comunicación entre la parte clínica que diagnostica y la farmacéutica que crea. Los saberes de estas dos disciplinas ayudan en esa búsqueda del medicamento final.

Quién puede –o no– servirlos es algo que también está muy reglado. «Solo pueden elaborar medicamentos individualizados las farmacias acreditadas para ello por la Administración, que son aquellas que cumplen los requisitos de medios y calidad que define la legislación», recuerda Sánchez Brunete, y añade que «es importante que se conozca que los medicamentos individualizados han de cumplir unos requisitos de calidad legalmente establecidos».

Sus ventajas y potencial

Puede que desde fuera todo esto parezca a primera vista demasiado complejo, cuando ya existen en el mercado tantos y variados medicamentos. No obstante, los profesionales sanitarios tienen muy claras cuáles son las ventajas de las fórmulas magistrales y también que su existencia no implica, en absoluto, un choque contra la industria farmacéutica industrial.

La personalización de tratamientos ofrece a los pacientes que lo necesitan un plus en la calidad asistencial

«Uno de los mejores logros de nuestra sociedad es contar con una industria farmacéutica magnífica, que fabrica medicamentos fiables para la mayoría de las enfermedades que sufrimos», subraya Sánchez Brunete, «pero es imposible que estos medicamentos lleguen a todos». «La formulación magistral no es el alter ego de la industria», aclara Corral Aragón. «Es una actividad definida peyorativamente por algunos detractores como “menor” en términos económicos, pero de muchísima importancia para muchos pacientes», afirma, recordando el caso de Olivia, ingresada en la UCI pediátrica cuando solo tenía una semana de vida y que solo pudo ser tratada con una fórmula magistral porque la solución que necesitaba «no existe como especialidad de uso pediátrico».

«En determinadas especialidades, como pediatría, dermatología o atención primaria, se recurre al medicamento individualizado con bastante frecuencia», apunta Conchita Chamorro, pero el «enorme potencial» de estas fórmulas se puede aplicar a muchas otras áreas. «La personalización de tratamientos ofrece a los pacientes que lo necesitan un plus en la calidad asistencial», indica.

Son fundamentales, por ejemplo, para tratar a quienes padecen las llamadas «enfermedades raras», puesto que su escasa incidencia demográfica reduce la probabilidad de que exista algo en el mercado específico para sus necesidades. «En las enfermedades “poco frecuentes” –al afectar a pocos pacientes–, la fabricación industrial de los medicamentos no es rentable si no se aplican unos precios elevados», añade Sánchez Brunete; por lo que crearlos en farmacias «es una solución», pero para ello se necesita que la Administración se conciencie para «ayudar facilitando la adquisición del fármaco necesario en estas situaciones».

También son clave en los cuidados paliativos. «Son importantes porque son pacientes que están en un momento crucial de su vida», indica José Luis Domínguez Rodríguez, de la Fundación Cudeca y experto en cuidados paliativos. «La formulación magistral facilita el control de los síntomas cuando lo comercializado no llega», señala. Lo ejemplifica con algo tan banal –pero tan importante para estos enfermos– como puede ser una cápsula: un medicamento que se comercialice solo en ese formato puede ser imposible de tragar para un paciente de paliativos. Cambiar el formato no es una cuestión menor, sino que asegurará que esa persona acceda a lo que necesita. Para otros enfermos, jugar con las fórmulas y con los formatos permite ganar calidad de vida e incluso dignidad en esos momentos ya de por sí complejos. Con la fórmula magistral, se mejora en accesibilidad. Por ello «no chocan con los fármacos comercializados, sino que cubren lagunas: son complementarios», resume Domínguez Rodríguez.

Incluso, la personalización de medicamentos puede tener en cuenta criterios mucho más comunes –como las alergias e intolerancias– o ayudar a solucionar problemas puntuales que afectan a la población de un modo mucho más generalizado. Así, los profesionales sanitarios acaban hablando de qué ocurre cuando se producen retiradas de medicamentos o problemas de suministros. Que esa medicina no esté disponible en ese momento no quiere decir que las personas no la sigan necesitando. Las fórmulas magistrales podrían convertirse en una solución para este tipo de situaciones. Como señala Meco, «no tiene mucho sentido que no las usemos cuando es necesario».

El inventario de posibles aplicaciones cuenta con margen para seguir completándose. En la larga lista de potenciales usos que enhebra Corral Aragón también aparecen, por ejemplo, los nuevos enfoques terapéuticos, los estudios clínicos, la prevención de la automedicación, la creación de antídotos, la eliminación de aditivos o la formulación veterinaria. «Yo no diría que estos medicamentos podrían ser una solución para muchos pacientes que no responden a los medicamentos comercializados, sino que en muchas ocasiones indudablemente lo son», afirma Sánchez Brunete. «En el día a día y desde hace mucho tiempo, solo que son poco conocidos por los pacientes y, lo que percibo como un reto muy importante de mejora, por los propios prescriptores», reflexiona.

Al final, la existencia de estos medicamentos individualizados es, básicamente, una respuesta a una pregunta mucho más compleja, la de qué tipo de sanidad se quiere, si se espera que sea más cercana a las personas y si se desea que su epicentro esté en mejorar la calidad de vida de todas y cada una de ellas. «Una sociedad moderna no puede pasar por alto los colectivos de pacientes que no tienen un tratamiento adecuado a su peculiar patología», recuerda Corral Aragón, y zanja: «La formulación magistral provee a la sociedad de una calidad asistencial de primer orden».