Cultura

«Somos una sociedad individualista e insolidaria con las próximas generaciones»

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17
febrero
2023

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Ruben Östlund (Styrsö, 1974) es experto en sacarnos los colores: sus películas suelen retratar a personas que pierden la compostura en situaciones extremas, algo que lleva al paroxismo en la última, ‘El triángulo de la tristeza’, una suerte de ‘El señor de las moscas’ protagonizado por adultos ricos y pobres que, debido a un hecho inesperado, se ven obligados a cambiar los roles. Ya ha ganado la Palma de Oro en Cannes y es candidata a tres Oscar, entre ellos, el de mejor director. 


En El triángulo de la tristeza representas las desigualdades sociales en un crucero de lujo, como una representación acuática de la condición humana, con todos sus roles. El filme produce carcajadas, sobresaltos y alguna que otra mueca de desagrado. Y es que todos los personajes, sin distinción de sexo o clase, tienen comportamientos execrables. 

Nuestra condición, de hombre o mujer, de raza, de procedencia, etcétera, se difumina cuando llegamos a lo más alto de una jerarquía, un lugar en el que se suele adoptar una actitud explotadora. Pero eso es muy frágil, y es lo que quería mostrar en la película, en el último tramo, cuando se cambian los roles. Ocurre algo que provoca que los sirvientes adquieran el poder sobre los que supuestamente eran sus amos hasta entonces. 

«Cuando un hecho extremo nos pone frente al espejo, esa jerarquía que hemos creado se desmorona»

Muestras la fragilidad de las estructuras de poder, incluso su futilidad, cuando ocurre una situación límite… Al final, lo único que importa realmente es la supervivencia. 

Exacto. Hay cosas como la belleza o el sexo a las que se le dan una importancia enorme cuando se está en lo más alto. Pero cuando un hecho extremo nos pone frente al espejo de lo que somos realmente, esa jerarquía que hemos creado se desmorona. De repente, todos somos iguales, todos estamos en la línea de salida. 

También incides en la hipócrita y frívola condición de ser rico, llegando a ridiculizar el propio concepto. ¿Es imposible tener mucho dinero y ser al mismo tiempo una persona con conciencia y responsable?

Es una cuestión interesante, porque te aseguro que yo quería que esos personajes ricos resultaran agradables. No quería que aparecieran como superficiales y egoístas, sino darles el mismo tratamiento que a los personajes que están en la parte baja del escalafón. 

Eso resulta difícil de creer: uno de los personajes adinerados es el dueño de una empresa armamentística que vende bombas de racimo a países de Oriente Medio.

¡Ese era precisamente el reto! Quise que resultara lo más simpático posible, hasta el punto de que generara un conflicto en el espectador, que le removiera. 

«Tengo una visión muy positiva del ser humano, pero estoy más interesado en mostrar las situaciones en las que fallamos»

Hay otras secuencias desconcertantes. Como cuando los ricos quieren que la tripulación del barco se bañe en la piscina con ellos. 

Es algo muy real, y lo vi cuando hice una investigación sobre cruceros de lujo antes de rodar la película. Muchas veces, a la élite le gusta cambiar los roles y vivir como la gente común, aunque sea un rato. Incluso hacer de sirvientes, decirles a los de abajo: ahora eres mi invitado. Es algo más habitual de lo que pensamos. 

Ya lo contaba la banda Pulp en su canción Common People 

Sí, es justo eso. Pero no es algo nuevo. Recordemos que el carnaval de Venecia tiene su origen precisamente en eso, en cuando los ricos intercambiaban los roles con los pobres por un día. La condición humana es fascinante. 

¿Hemos creado un sistema económico y de clases superfluo e innecesario? 

Tengo que aclarar que yo tengo una visión muy positiva del ser humano. Creo que somos muy buenos a la hora de colaborar y que tendemos a buscar la justicia en lo que hacemos, pero si te soy sincero, no estoy interesado en hacer películas sobre esa parte de nosotros. Estoy más interesado en mostrar las situaciones en las que fallamos. Al final de la película hay una situación en la que un personaje puede matar al otro. Y ahí quiero situar al público en un dilema: posiblemente, llegados a esa altura, muchos querrán que lo haga, y otros muchos, que no. Eso, tener que decidir en una situación claramente violenta, nos pone frente a nuestras carencias y contradicciones. Pero insisto: tengo una visión positiva del ser humano y no creo que seamos una especie tan egoísta como muchas veces queremos presentarnos. 

Pero es indudable que el sistema capitalista actual genera muchas desigualdades. 

Sí, por supuesto, y soy de los que piensan que un marco socioeconómico neoliberal y desregularizado tiene consecuencias nefastas para muchos. Pero también es cierto que gran parte de la sociedad está haciendo mucho por corregirlo, y por corregir esas desigualdades. 

«Un marco socioeconómico neoliberal y desregularizado tiene consecuencias nefastas para muchos»

La insolidaridad es un elemento importante en la película, y aparece sobre todo en los personajes de clase alta. Pero muchas veces somos insolidarios como sociedad, sin distinciones de clases, por ejemplo respecto al cambio climático: insolidarios con las próximas generaciones, y el mundo que les vamos a dejar si no reaccionamos, algo que aún no estamos haciendo lo suficiente. 

Primero tengo que aclarar que los ricos sí son solidarios: lo son con los otros ricos. A mí me gusta decir: «La gente con mucho dinero es buena, lo único es que no pagan impuestos» [ríe]. Pero hablando en serio: no estamos haciendo lo suficiente contra el calentamiento global, y eso nos hace insolidarios con las próximas generaciones. Pero creo que seguimos tratando este problema en un plano demasiado individual –«yo consumo menos energía o energía verde, yo reciclo– pero nos falta organizarnos de verdad en un plano superior; nos falta organizarnos como sociedad. Es algo que no estamos haciendo porque vivimos un tiempo extremadamente individualista, lo que nos lastra a la hora de afrontar problemas juntos. Mi madre era profesora y me contaba que cuando les pagaban salarios individualizados a cada docente del centro, en lugar de uno regulado por convenio igual para todos, no luchaban por mejorar sus condiciones; de alguna manera, aquello anulaba su capacidad de acción colectiva. 

En uno de los visionados previos de la película, un espectador se levantó y te espetó que el mensaje político es demasiado simplista. En mi opinión no es tanto una película que quiera dar una visión política, sino sociológica. Incluso antropológica. ¿Cuál era realmente tu intención?

Desde el momento en que Marx es uno de los padres de la sociología, la sociología ya nació con un componente político, porque estudia nuestro comportamiento en un contexto materialista como el que vivimos. Dicho esto, cada vez que mencionas a Marx surge la controversia. Es absurdo. Ni Marx era tan absolutista en sus argumentos, ni el capitalismo es malo per se.  Hasta Marx veía cosas positivas en el capitalismo. Dicho esto: ¿realmente no es simple la política? El problema es muy básico: surge cuando hay gente que explota a otra gente. Eso es un hecho, y es el problema de base. Pero cuando lo dices en una conversación, tu interlocutor se pone circunspecto y te dice: «No, es algo mucho más complejo que eso». Y en el fondo, no lo es. Es muy fácil ver lo que hacemos mal como sociedad, lo que genera las injusticias. Otra cosa es que muchos no quieran verlo, y por eso le dan esa pátina de complejidad.  

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