Cultura

El adulterio femenino en la literatura y el arte

La representación del fenómeno ha persistido a lo largo de los siglos, dejando su rastro en el arte y la literatura. El dibujo de la mujer como tentación o como un ser inocente ha confeccionado una percepción de la infidelidad que va relacionada con la maldad, la lujuria o el deseo irresponsable. Repasamos algunas de las principales representaciones de la mujer adúltera en el arte y la literatura.

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27
enero
2023
‘Susana acusada de adulterio’ (c. 1695), por Antoine Coypel.

El adulterio –es decir, la relación sexual de una persona casada con otra persona que no sea su cónyuge– es un tema extremadamente profundo y recurrente en las representaciones culturales. Y no es un asunto trivial: durante años, las distintas religiones del mundo han castigado severamente el adulterio. Es el caso de los países islámicos, donde se conoce como zina, recibiendo duras penalizaciones. En Estados Unidos, por ejemplo, el adulterio aún se castiga legalmente en muchos de sus estados. También en Europa: en el pasado, la Santa Inquisición llegó a condenar a torturas horrorosas a aquellos que mantenían relaciones sexuales externas al matrimonio. Y si atendemos a nuestro país, el ejemplo tampoco es positivo: en España, el adulterio fue delito hasta 1978; su práctica podía conllevar hasta 6 años de cárcel. 

En el arte y la literatura se han expresado en muchas ocasiones momentos relacionados con el adulterio, ya sea a través de representaciones de mitos o capítulos bíblicos o a partir de historias de personajes. Pero la representación de la mujer adúltera no es siempre igual. A continuación, repasamos los principales tipos de adulterio representados en el arte y la literatura. 

Adulterio cortés (o el amor fuera del matrimonio)

Uno de los primeros testimonios escritos que tenemos del adulterio son los romances corteses de principios del siglo XI. En este tipo de relatos encontramos siempre tres figuras: la mujer (o amada), que se enamora de un galán que la seduce con cartas, poemas, música o flores y despierta los celos y la ira del tercer personaje, el marido, representado a menudo como un ser brutal y violento.

Se trata de historias que aparecen en toda clase de culturas: las encontramos desde las canciones y romances de vasallaje de los cátaros hasta la poesía árabe. En formato oral y a veces musicado, estas historias se solían contar en la corte o espacios públicos, siendo uno de los contenidos más populares de la Edad Media en Europa y el mundo árabe. Uno de los más famosos formatos de estas representaciones es La cançoneta leu e plana, de Guillem de Berguedà. 

El adulterio del pecado

La representación de la mujer como instigadora del pecado en los textos religiosos del cristianismo llevó a una concepción de la mujer como engendro del pecado y portadora de la lujuria. Así, durante la época de la Santa Inquisición muchas mujeres fueron castigadas por su condición (llegando a recibir duras torturas en el caso del adulterio). La representación de la adúltera en el arte y la literatura, por tanto, se hizo partiendo de esta concepción demonizada sobre la mujer en cuanto pecadora.

Todas las representaciones del adulterio femenino muestran un hecho coincidente: se trataría de un acto inmoral

Un ejemplo claro de ello es La mujer adúltera, una escultura de la Catedral de Santiago en la que se representa a una mujer besando la calavera de su amante, hecho que su esposo le obligó a hacer dos veces después de matar al amado y denunciar el hecho a la iglesia. En los siglos posteriores, otros autores como Tiziano, Rembrant o Rubens perpetuarán estos estereotipos con obras que recibirán el nombre de La mujer adúltera. Una obra particularmente icónica en este sentido es Venus, Vulcano y Marte, del pintor italiano Tintoretto, en la que se representa una escena erótica en la que el marido descubre el adulterio de su esposa. 

Adulterio teatral

En el siglo XVIII, con la llegada del teatro a las masas, las narrativas y tramas teatrales mostraron un giro hacia temas más populares, entre ellos las historias de desengaño amoroso. El conocido como Siglo de Oro brindó muchas historias de cortejo y caballería a partir de la influencia recibida desde el teatro italiano.

Una de las situaciones más comunes en este tipo de escenas era la figura de la malmaridada, una mujer que había sido casada por circunstancias ajenas al amor y que es tratada con poco respeto (en algunos casos con violencia) por su marido. Esta protagonista suele enamorarse de un galán que le muestra su afecto, situación que suele tener efectos no solamente en la pareja sino en todo el contexto de la obra. Aunque este tipo de representaciones se iniciaron como parte de una tarea pedagógica y moralista, no tardaron en ser famosas y aclamadas por su carácter lúdico. Ejemplo de ello son obras como La bella malmaridada o La Cueva de Salamanca, de Miguel de Cervantes. 

El adulterio de romanticismo ciego (o el amor frenético de Anna Karenina)

Un caso muy conocido de adulterio es el mantenido por el personaje de Anna Karenina, una acomodada mujer rusa que se enamora enloquecidamente de un soldado, por quien dejará toda su vida y la conducirá a un destino fatal.

En la obra de León Tolstói, la mujer es embriagada por el deseo de amor de su soldado, rompiendo con sus obligaciones femeninas para estar con su amado. Socialmente castigada por su entorno más cercano y la esfera pública, pronto se ve amenazada con quedar completamente aislada de la vida colectiva. Se trata de un ejemplo donde, sin malicia, la mujer es conducida por su deseo hasta las últimas consecuencias. 

Adulterio abierto y consentido: la relación de desamor de Frida Kahlo

La anarquía relacional y las relaciones abiertas son una tendencia que parece popularizarse junto a la caída de las instituciones sociales marcadas por la Iglesia –como el matrimonio o la familia nuclear– y la aparición de dinámicas relacionadas al consumo. La introducción del divorcio en nuestras sociedades permitió romper con la idea del matrimonio y las relaciones como algo para toda la vida. Con ello, algunas relaciones se comprendieron de forma más amplia, a veces incluso con la ruptura con la pareja tradicional, abriendo la relación a nuevas experiencias amorosas con otras personas.

Una de las relaciones más conocidas por su adulterio posmoderno es la turbulenta relación de Diego Rivera y Frida Kahlo, en la que las infidelidades del primero dieron lugar a una relación «abierta» entre ambos artistas. Si bien la relación ha sido celebrada como una muestra de amor libre, también ha sido severamente condenada en cuanto forma de encubrir una relación de desamor y engaño al mismo tiempo. Es la relación adúltera con –relativo– consentimiento más representativa de la historia del arte.

Las representaciones del adulterio femenino muestran un hecho clave y coincidente en todas ellas: se trata, según estas perspectivas, de un acto inmoral. Lo cierto es que más allá de las características particulares de cada caso, la condena social del adulterio tiene raíces morales que van más allá de lo religioso o lo social: el adulterio se concibe desde hace siglos como una ruptura con el orden establecido y la promesa de fidelidad no solamente a otra persona, sino también a un código de normas sociales. Por ello, aunque la raíz de la condena es moral, el castigo público de este tipo de conductas se basa en cuestiones como la sacralidad del matrimonio, el peligro de la descendencia ilegítima o el desorden social.

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