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¿Puede la tecnología ayudarnos a reducir la dependencia energética? 

La Unión Europea ha puesto fecha: en 2050, debemos haber reducido nuestro consumo energético en un 30%. En el último episodio del pódcast ‘Todo está conectado’, tres expertos nos ayudan a comprender el papel de la digitalización, la inteligencia artificial y las conexiones para superar uno de los mayores retos de nuestra historia reciente.

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La dependencia energética es una arma de doble filo, algo que ha quedado demostrado en los recientes acontecimientos geopolíticos y macroeconómicos: cuanto menos autosuficiente es una sociedad, más expuesta estará a la volatilidad de los precios y a la merma del servicio. Por otro lado, los periodos de crisis nos hacen más proclives al uso de los combustibles fósiles, lo que retrasa los compromisos de reducción de emisiones para combatir el cambio climático. 

Para reducir esta dependencia hay que tomar dos vías que los expertos ya consideran irrenunciables: reducir el consumo por medio de más eficiencia y acelerar la transición a las energías renovables. Un binomio que solo puede alcanzarse a través de la tecnología, tal y como quedó claro en el último Foro de Davos: la digitalización, la inteligencia artificial y al interconexión permiten reducir las emisiones en un 20% y un ahorro energético de hasta el 30%, al tiempo que facilita el aumento de las renovables en nuestro mix de consumo.

Ana Pociña (Telefónica): «Aunque el tráfico de nuestras redes se duplica cada año, ya hemos conseguido desacoplar ese crecimiento del consumo energético»

«Eficiencia energética supone menos consumo y un ahorro importante en la factura, pero conlleva también medidas de adaptación», opina Ana Pociña, responsable de Digitalización Verde de Telefónica, y lo explica: «Nuestra red de telecomunicaciones consume mucha electricidad, el equivalente a un país como El Salvador. Y la mayor parte de ese consumo proviene de los equipos que tenemos que usar para climatizarla. Con el cambio climático, cada vez tenemos mayores temperaturas, de modo que nuestras soluciones son medidas de adaptación que, al mismo tiempo, nos dan una ventaja competitiva, porque los flujos de inversión están dejando de ir a empresas y tecnologías más contaminantes y, por tanto, la eficiencia energética ayuda a las compañías a ser más sostenibles y tener una mejor valoración frente a inversores».

Estas medidas, englobadas en el Plan de Eficiencia Energética de Telefónica (que ya tiene más de diez años, con más de mil proyectos hasta la fecha), han permitido, junto a la apuesta por las energías renovables, que la compañía disminuya en un 70% las emisiones de CO2 operativas desde 2015  y el consumo de energía por unidad de tráfico en un 86% en el mismo periodo de tiempo. 

«La clave está no solo en implementar eficiencias en infraestructuras ya desplegadas, sino que toda la tecnología que se despliegue a partir de ahora sea más eficiente», prosigue Pociña, y pone un ejemplo: «El tráfico que viaja por nuestras redes cada vez es mayor y, por tanto, sube el consumo energético que se necesita para mantener toda esa maquinaria en marcha. Para que no sea desmesurado debemos recurrir a tecnologías como la fibra, que es más eficiente que el cobre, igual que lo es el 5G. De esta manera, aunque el tráfico que pasa por nuestras redes se duplica cada año, ya hemos conseguido desacoplar ese crecimiento del consumo energético».

Los datos, esos grandes aliados

Actualmente, hay en el mundo más de 40 billones sensores en dispositivos conectados a la red. Esto significa una capacidad para recopilar datos mayor que nunca en la historia. En la gestión de esa información se encuentra la clave para un consumo más eficiente y sostenible a largo plazo. Hablamos de datos recogidos por sensores IoT (internet de las cosas), como recuerda Antonio Jara, director General de I+D en Libelium: «No solo hay que medir el puro consumo energético, el valor real está en el dato contextual». 

Sabe de lo que habla: su compañía diseña y fabrica soluciones tecnológicas para hacer posible que el IoT ayude a tomar mejores decisiones ante retos como la lucha contra el cambio climático o la sostenibilidad agroalimentaria. «Un ejemplo claro de la importancia de gestionar toda esa información es el reto de la introducción de las placas solares para el autoconsumo. Sabemos que existe esa campana de Gauss en la generación energética según la cual, si eres capaz de autoconsumir en el momento más adecuado, serás siempre el que tendrá más capacidad de reducir la factura. Son los datos contextualizados los que te dirán cuándo es ese momento». 

Carlos Ballesteros (ANESE): «La inteligencia artificial y el ‘big data’ son un ayuda imprescindible, pero necesitamos materia gris para su gestión»

Jara pone de relieve la importancia de la inteligencia artificial en todo este proceso. «En 10 años, todo va a ser mucho más autónomo y automático y la inteligencia artificial permitirá que nuestro coche eléctrico, por ejemplo, se cargue solo de la manera más óptima y eficiente».

En este sentido, Carlos Ballesteros, director general de la Asociación Nacional de Empresas de Servicios Energéticos (ANESE), matiza: «Sin duda, la inteligencia artificial y el big data son un ayuda imprescindible, pero necesitamos materia gris para su gestión, alguien que interprete y entienda todos esos algoritmos para darles un uso positivo. Y eso solo lo pueden hacer las personas».

La tecnología evoluciona constantemente, pero normalmente sigue a una que ya está vigente, como recuerda Ballesteros: «Lo que ahora aparece con mucha fuerza es la gestión, la monitorización y el control, y estamos en el primer paso: saber cuánto estamos consumiendo y dónde están esos consumos para poder actuar. Y por eso es imprescindible contar con ese submetering, con la sensorización».

El consumo de los datos que recogen esos sensores es, además, muy bajo, como recuerda Pociña: «Y a cambio, el beneficio que aportan en ahorro energético es enorme». La responsable de Digitalización Verde de Telefónica recalca el potencial de la tecnología en los objetivos de descarbonización de la Unión Europea: «Una vez tenemos todos esos datos recopilados, la digitalización de la red de distribución energética es algo básico, como los contadores inteligente que permiten generar esos smart grids que hacen que las redes sean más flexibles, que haya una mayor descentralización del sistema eléctrico y que las fuentes renovables más intermitentes tengan una integración más sencilla a través de disponer de información sobre ellas en tiempo real». Y concluye: «El ahorro energético depende del sector, pero hay soluciones muy transversales que puede aplicarse a cualquiera, por ejemplo, la simple conectividad para teletrabajar o la migración a soluciones en la nube. Tenemos en nuestra mano los recursos para lograr un consumo global más eficiente, solo falta ponerlos en marcha».

 

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