Siglo XXI

¿Blanco o negro?

Según el estudio ‘The Hidden Drug’, el nivel de polarización del debate público en España ha crecido un 35% en los últimos cinco años. El aborto y la inmigración son los temas que generan mayor grado de división social.

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20
diciembre
2022

Desde hace décadas, existe un consenso general sobre el hecho de que su avance es creciente y de que constituye uno de los factores de mayor riesgo para la estabilidad de los Estados democráticos. Se trata de la polarización, cuyo nivel en nuestro país ha aumentado un 35% en los últimos cinco años. Desde la llegada de la pandemia, de hecho, el grado de involucramiento o engagement en conversaciones que generan división ha crecido casi un 20% al año en nuestro país. Y no es el único: cada vez más personas están expuestas a un fenómeno que parece global: hoy afecta ya a una de cada cuatro personas en el mundo, pero para 2040, en cambio, se prevé que sea a dos de cada cuatro.

Estas son algunas de las conclusiones del estudio The Hidden Drug. Un estudio sobre el poder adictivo de la polarización del debate público, realizado por la consultora de comunicación LLYC y la organización política ciudadana Más Democracia. Utilizando técnicas de big data e inteligencia artificial, el informe ha analizado más de 600 millones de mensajes en redes sociales recogidos entre septiembre de 2017 y agosto de 2022 en Argentina, Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Estados Unidos, España, México, Panamá, Perú, Portugal y República Dominicana.

«Innumerables estudios han indagado en las causas, el alcance y las consecuencias de la polarización en nuestras sociedades. Cuestiones como la fragmentación social provocada por el crecimiento de la desigualdad, el debilitamiento de los partidos políticos tradicionales –generalmente depositarios de la moderación–, el consecuente ascenso de movimientos populistas o la degradación de los niveles educativos aparecen en la totalidad de los análisis», expone el informe. El término «polarización» se usa de forma reveladora como equivalente a conceptos como «radicalización» o «extremismo», aludiendo al proceso de reafirmación en las propias creencias tras participar en un debate acerca de un tema polémico en el que se presentan evidencias e interpretaciones alternativas. «Lo novedoso no es tanto que las posturas que resulten de esa interacción sean extremas, aunque en muchas ocasiones ese sea el resultado, sino la actitud de ignorancia intencionada (cuando no de desprecio) a la evidencia y los argumentos que obligarían a modificar las propias creencias», añade el estudio.

La polarización afecta a una de cada cuatro personas en el mundo; para 2040, en cambio, se prevé que sea a dos de cada cuatro

Para llegar a conclusiones válidas, se ha tenido en cuenta el volumen de conversación y el grado de extremismo –a través de diversos algoritmos– de la misma. La inmigración se alza como la temática que más controversia suscita en España, generando un 93% más de conversación polarizada que la media de la información analizada. El feminismo, por su parte, es el campo que más cantidad de análisis ha generado, si bien con un 25% menos de polarización que la media. Tras los sindicatos, el cambio climático es el ámbito que acapara el cuarto puesto en cantidad de información, aunque cuenta con un nivel de polarización algo más reducido que la media. Por último, y muy cercano a la inmigración, el aborto genera un volumen de conversación menor que los demás temas, pero con un nivel de polarización que se alza como el más alto de todos.

Ante esta situación, ambas organizaciones han desarrollado una campaña en colaboración con profesionales de la neurociencia, la sociología, la psicología y el big data. La iniciativa plantea una reflexión incómoda, comparando la polarización con una droga común; el estudio, al fin y al cabo, advierte de que este fenómeno puede ser adictivo, llegando a provocar en el organismo la activación de sustancias como la dopamina o las endorfinas (sustancias, a su vez, activadas por los receptores opioides). Esto se traduce en síntomas como la pérdida de control, la absorción a nivel mental o la alteración grave del funcionamiento diario de la persona. Para Mariano Sigman, neurocientífico y autor de El poder de las palabras, «es difícil medir el riesgo exacto de una adicción; en algunos casos es bien conocido, pero en otros, como en la polarización, no. Las grandes tragedias humanas y las matanzas resultan de momentos de incomprensión, de la exacerbación de este mecanismo mediante el cual un grupo no puede entender las ideas del otro. Ese no comprender hace que lo odie hasta tal extremo que decide que la única forma de resolverlo es matándolos a todos en una guerra. Este puede ser el verdadero riesgo de una droga como esta».

El pensamiento, la reflexión, la argumentación y la pausa se presentan como las únicas vías posibles para frenar una tendencia en crecimiento continuo.

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