Cultura

Lope de Vega: vivir para escribirlo

Aparte de peripecias vitales de toda índole, el escritor vivió marcado por una obsesiva capacidad creativa que le llevaba a escribir de manera compulsiva sin importarle la hora del día o la actividad que en dicha hora estuviese haciendo. Pero de entre toda su obra dramática, la que realmente destaca y es más conocida refiere a los abusos de la nobleza contra la población española del siglo XV.

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25
noviembre
2022

Lope de Vega ha pasado a la historia de la literatura como el autor más prolífico del Siglo de Oro español. La excesiva exuberancia de su pluma le llevó a cultivar todos los géneros, pero su mayor valía literaria reside en las numerosas obras teatrales que dejó firmadas y que renovaron totalmente el género.

El propio autor aseguraba «escribir comedias en horas veinticuatro» y su coetáneo Miguel de Cervantes le calificó como «fénix de los ingenios» asombrado por la cantidad de obras que aquel publicaba y por la calidad de las mismas. Eso ocurrió cuando ambos frecuentaban tertulias y se tenían simpatía. Años después, aquel compañerismo derivó en abierto enfrentamiento propiciado por el ego de ambos.

Además de como irrepetible literato, Lope de Vega ha pasado a la historia como personaje pendenciero, frívolo, burlón, inmoral y mujeriego. Aparte de peripecias vitales de toda índole, vivió marcado por una obsesiva capacidad creativa que le llevaba a escribir de manera compulsiva sin importarle la hora del día o la actividad que en dicha hora estuviese haciendo.

La cárcel no detuvo su torrencial resentimiento y continuó escribiendo contra su antigua amada: como consecuencia, se dictó contra él una orden de destierro del Reino de Castilla durante dos años

Nacido en Madrid, en 1562, ya leía a la perfección castellano y latín, (e incluso escribía comedias) a la edad de 10 años. Tan precoz en lo creativo como en asuntos del corazón y en aventuras varias, con tan solo 19 años fue padre para, apenas un año después, alistarse en una expedición a las Islas Azores. Recién regresado conoció a uno de los grandes amores de su vida, Elena Osorio, casada por aquel entonces con un actor.

La relación daría pie a que Lope escribiese innumerables comedias para el padre de Elena, un empresario teatral. Pero el amor de disipó cuando Elena enviudó y marchó con un hombre de negocios. Lope, resentido, comenzó a escribir libelos y versos que la atacaban a ella y a su familia.

Dichos escritos difamatorios le valieron el encarcelamiento. Pero la cárcel no detuvo su torrencial resentimiento y continuó escribiendo contra su antigua amada. Como consecuencia, se dictó contra él una orden de destierro del Reino de Castilla durante dos años. Por aquel entonces, nuestro fénix de los ingenios ya estaba nuevamente enamorado, de Isabel de Urbina, a quien raptó -con su consentimiento- y llevó con él a su destierro en Valencia.

Nuevamente, el amor propició una etapa de escritura torrencial y, con tan solo 25 años, ya era reconocido como el mejor poeta dramático de España. Su ansia de aventura le hizo embarcar como voluntario en la Armada Invencible. Isabel murió y Lope continuó enamorándose de mujeres que pasaban a hacer nido en las páginas de sus obras y renovándose vital y literariamente día tras día.

A día de hoy se conservan unas 300 de las más de 1.500 obras teatrales que el propio autor aseguraba haber escrito

Hablábamos, al inicio, de la gran renovación que llevó Lope de Vega al teatro del Siglo de Oro. Y esto quedó claro cuando publicó el ensayo Arte nuevo de hacer comedias en este tiempo (1609). En sus páginas rechaza la necesidad de respetar las tres unidades de acción, tiempo y lugar, recomendando únicamente seguir la de acción para mantener la verosimilitud. De igual modo, rompe con la tradición al mezclar lo trágico y lo cómico, e incorpora el acervo tradicional español como fuente argumental.

A día de hoy se conservan unas 300 de las más de 1.500 obras teatrales que el propio autor aseguraba haber escrito. Comedias de capa y espada, como La dama boba y El castigo sin venganza. De tema caballeresco, como La mocedad de Roldán y El marqués de Mantua. De temática religiosa, como La creación del mundo y El robo de Dina. De corte histórico, como El bastardo Mudarra y El duque de Viseo. Por supuesto, también de temática amorosa, como La hermosa fea y una de sus obras cumbre, El perro del hortelano. No hubo asunto que escapase a su voracidad creativa.

Pero de entre toda su obra dramática, la que realmente destaca y es más conocida refiere a los abusos de la nobleza contra la población española del siglo XV. Obras como Fuenteovejuna, Peribáñez y el comendador de Ocaña y El caballero de Olmedo siguen representándose a día de hoy en cientos de teatros de nuestro país, adaptados en numerosas ocasiones a los tiempos que vivimos.

Muchas de estas obras las escribió tras haberse ordenado sacerdote con motivo de una crisis existencial. Tal vez pensó que así podría acallar su fiebre creativa y vital. Pero nada más lejos de la realidad: continuó escribiendo y amando hasta el final de sus días, reviviendo incluso su amor por Elena de Urbino. Ella es el principal personaje de La Dorotea (1632), una narración en prosa completamente dialogada que muchos consideran su obra maestra. Falleció en 1635, pero años después continuaron publicándose textos de su autoría.

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