La necesidad de generar el pensamiento crítico
En un contexto en el que la palabra está infravalorada y prevalecen las prisas, la inmediatez y la toma de decisiones, el diálogo ha pasado a un segundo plano hasta ser considerado como una pérdida de tiempo. Pero las ideas llevan su tiempo. Esta semana, la Universidad Autónoma de Madrid y el Círculo de Bellas Artes, con la colaboración de la Fundación Banco Sabadell y Ethosfera, han sentado en el ciclo de encuentros ‘Ética, política y virtud pública’ a Ángel Gabilondo, Catedrático de la universidad y Defensor del Pueblo e Irene Martín, Vicerrectora de Internacionalización de la UAM, para profundizar en la necesidad de un pensamiento crítico que desarrolle una sociedad comprometida.
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Irene Martín es Vicerrectora de Internacionalización de la UAM y profesora del departamento de Ciencias Políticas. Ángel Gabilondo es político, Catedrático de la UAM y Defensor del Pueblo. Ambos tienen en común la preocupación por la pérdida de la importancia de la palabra en la sociedad, en un marco de crisis democrática. Y Ethosfera los ha sentado cara a cara.
En un contexto en el que la palabra está infravalorada y prevalecen las prisas, la inmediatez y la toma de decisiones, el diálogo ha pasado a un segundo plano hasta ser considerado como una pérdida de tiempo. Cada vez importan más los resultados que los procedimientos hasta lograrlos.
Pero las ideas llevan su tiempo: Irene, como investigadora, señala la importancia de la paciencia en la ciencia, donde deben existir espacios de reflexión y diálogo para que se gesten ideas bien fundadas. Asimismo, Ángel muestra el peligro de tomar decisiones precipitadas en el terreno político por la incapacidad de pensar y por tomar la palabra como algo ineficiente en la sociedad actual. Ambos están de acuerdo en que la pérdida de la palabra es una amenaza tanto para la universidad como para la democracia.
Irene, como investigadora, señala la importancia de la paciencia en la ciencia, donde deben existir espacios de reflexión y diálogo para que se gesten ideas bien fundadas
Además, esta pérdida de diálogo y reflexión ha derivado en que una política infravalorada y confundida con politiquería. Para recuperar su legitimidad es necesario reivindicar la necesidad de una democracia profunda, lo que supone una tarea tanto para las universidades como para la política.
La universidad tiene una dimensión política en cuanto que tiene el deber de educar ciudadanos comprometidos que puedan servir a la sociedad
Las universidades, por un lado, deben fomentar en los alumnos el pensamiento crítico que les lleve a sentirse desafiados por la sociedad para ser protagonistas de una transformación. Por su parte, la política ha de construir la pólis, garantizar espacios de justicia y de libertad, generar comunidad: tiene el deber de propiciar que los ciudadanos sientan su responsabilidad frente a la sociedad y sean conscientes de que son miembros activos de pleno derecho. En otras palabras, generar espacios de diálogo cívico es el horizonte para acercarse a una democracia profunda.
Así pues, la relación entre la política y la universidad es clara. La universidad tiene una dimensión política en cuanto que tiene el deber de educar ciudadanos comprometidos que puedan servir a la sociedad y ha de colaborar para generar esa comunidad. Para ello, hay que dedicar tiempo al diálogo, a la escucha, a la deliberación. Cada ciudadano debe ser una caja de resonancia de principios y valores. Hay que superar la mediocridad mediante el diálogo marcado por un pensamiento crítico, educado y consolidado. Ambos tienen en común la esperanza de que cada vez se logre desarrollar más espacios que fomenten la existencia de una comunidad comprometida con la sociedad.
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