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«Las crisis demuestran que el grado de ambición hacia la sostenibilidad no cambia, se acelera»

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24
octubre
2022

La crisis energética desencadenada por la invasión rusa de Ucrania ha supuesto el desbordamiento de los argumentos para acelerar la expansión de las energías renovables: a la urgencia de reducir las emisiones contaminantes para frenar el cambio climático se le suma la necesidad de ganar autonomía energética –y estratégica– frente a socios poco fiables. Sin embargo, esta urgencia no debe eclipsar otros retos necesarios para garantizar la sostenibilidad a corto, medio y largo plazo, como la protección de la biodiversidad o la reducción de las desigualdades. María Malaxechevarría (Burgos, 1966), directora general de Sostenibilidad de Endesa, profundiza en las transformaciones que debemos emprender para consolidar un nuevo paradigma renovable e ilustra cómo este proceso puede ayudar a regenerar la naturaleza (e incluso a reindustrializar en clave verde el rural español).


Endesa ha sido galardonada recientemente con el premio internacional ESG Reporting Awards 2022 por aspectos como la metodología a la hora de elaborar su informe de sostenibilidad. Frente a la postura de la responsabilidad corporativa como algo accesorio, este galardón muestra el fuerte compromiso de la compañía por avanzar de forma cuantificable hacia un futuro mejor. ¿Por qué es importante imbricar la sostenibilidad en el seno de la estrategia corporativa?

La responsabilidad corporativa intenta paliar los impactos que pueda tener una actividad en particular. Pero lo que hace la sostenibilidad, cuando se integra en la toma diaria de decisiones y en la estrategia, es cambiar el modelo de negocio. Un ejemplo muy claro es el nuestro. Hemos detectado que el principal reto al que se enfrenta la sociedad es la lucha contra el cambio climático. Por eso hemos cambiado nuestro modelo y tenemos el objetivo de ser una empresa 100% renovable en el 2040. Nacimos como una empresa carbonera, pero nuestra meta es llegar a las cero emisiones netas. Por eso insistimos en la importancia de integrar la sostenibilidad en todos nuestros planes de trabajo.

Inmersos en un contexto en el que la sostenibilidad parece estar de moda, ¿qué relevancia cobra la transparencia a la hora de comunicar las estrategias de sostenibilidad y los resultados obtenidos? 

La transparencia ha sido siempre muy importante. Ahora mismo, efectivamente, la sostenibilidad está de moda: parece que si no dices la palabra «sostenible» en tu discurso, no eres nadie. Por eso mismo, la transparencia cobra especial importancia para evitar el famoso greenwashing. En Endesa tenemos un modelo de gobernanza claro respecto a la estrategia de sostenibilidad: todos los temas relacionados con ella se llevan hasta el consejo de administración. Y nuestro plan de sostenibilidad, es aprobado anualmente por el mismo. Acerca de este plan, cabe destacar que existen más de 130 objetivos en materia de ética social y medioambiental elaborados por toda la casa. Son compromisos aterrizados, claros y que son públicos. El consejo también realiza de forma anual una evaluación sobre el cumplimiento de dichos objetivos. Esto pone en evidencia que la transparencia es prioritaria para nosotros, ya que así es como damos a conocer de manera pública nuestro compromiso con la sostenibilidad: con objetivos cuantitativos.

«La sostenibilidad, cuando se integra en la estrategia, cambia el modelo de negocio»

Junto al proceso de transición energética hacia las renovables, al que contribuís con vuestra actividad principal, una parte importante de vuestra estrategia sostenible se dirige al cuidado y la regeneración de la biodiversidad, imprescindible para frenar el proceso de degradación ambiental. Pese a que en ocasiones se conciben como procesos enfrentados, proyectos como los agrivoltaicos –donde se juntan la agricultura y la energía solar– demuestran lo contrario. ¿Cómo lo hacen? ¿Puede profundizar en alguno de los proyectos puestos en marcha por Endesa? 

Como he dicho antes, es algo que realizamos mediante nuestra estrategia de sostenibilidad integrada en nuestro plan industrial y, a su vez, en nuestro modelo de negocio. Pero también lo hacemos vía una estrategia denominada Creación de Valor Compartido, que intenta dar voz a las distintas comunidades y a los grupos de interés ligados a ellas. El objetivo es detectar qué riesgos hay en relación a nuestro proyecto para poder eliminarlos. Todo esto lo hacemos a través de un proceso participativo con esos grupos de interés. Implantamos una comunicación temprana del proyecto con el objetivo final de que la comunidad lo haga suyo. Un ejemplo claro es lo que hemos hecho en la planta solar fotovoltaica de Las Conchas y Los Naranjos (Sevilla). Allí desarrollamos un plan de acción de tres ejes. El primero se refiere a la ingeniería sostenible, que minimiza el impacto medioambiental de la construcción a través de medidas que evitan la emisión de CO2 y de residuos y que reducen el consumo de agua. Eso lo hacemos con movilidad eléctrica, paneles solares, etcétera. El segundo eje se refiere al desarrollo socioeconómico de los entornos. Allí actuamos en diferentes frentes. Damos formación en el entorno para mejorar la empleabilidad, por ejemplo. Además, en nuestras licitaciones de obra, hemos integrado el Factor K de Sostenibilidad, que valora la sostenibilidad de los proveedores a la hora de contratarles. El tercer eje es la actuación junto al sector primario. Nuestra idea es compartir el terreno y no competir por él. Hemos desarrollado al respecto un proyecto innovador denominado Apiario Solar, que es la primera iniciativa comercial de producción de miel que hay en una planta solar fotovoltaica. Esto lo hicimos en colaboración con una familia del entorno de larga tradición en el sector de la apicultura. También, hemos llegado a acuerdos para cultivar plantas aromáticas entre los paneles solares, algo que maximiza la polinización al mismo tiempo que mejora la eficiencia de nuestra planta. Otro ejemplo es el acuerdo que tenemos con pastores para que sus ovejas pasten a su gusto en nuestra planta solar. Eso significa un win-win para ambas partes. En pocas palabras, lo que intentamos con estos acuerdos es maximizar el uso de la tierra y compartir nuestro terreno.

Además de favorecer la economía de forma directa con proyectos colaborativos, la mayoría de vuestras plantas se ubican en entornos rurales especialmente castigados por la despoblación. ¿Pueden estos proyectos ayudar a dinamizar la España rural? ¿Podría el campo consolidarse como un actor esencial en el proceso de industrialización verde del país?

Nosotros buscamos que nuestros proyectos creen valor para una comunidad. Efectivamente, uno de los retos que hemos detectado es la necesidad del desarrollo socioeconómico en los entornos rurales, sobre todo uno que ayude a fijar población. Con estos proyectos fomentamos el emprendimiento, pero también buscamos dar prioridad a la mujer como un elemento imprescindible para combatir la despoblación. Ahora bien, esto no lo podemos hacer solos. Me encantaría decirte que vamos a ser los grandes desarrolladores del entorno rural, pero hacen falta muchos esfuerzos. Es cierto que tenemos una responsabilidad como empresa pero, en realidad, se trata de una colaboración entre distintos agentes. Hablo de las administraciones locales, que deben fomentar la implantación de empresas en esos entornos, pero también me refiero a las compañías, que deben de priorizar sus inversiones estas zonas. Por supuesto, también la administración central debe desarrollar políticas y estrategias que faciliten la participación empresarial en el rural. Diría que se trata de una alianza 360 grados para fomentar el desarrollo en el entorno rural. Un ejemplo es lo que se está haciendo en los nudos de transición justa, en los que hemos llegado a acuerdos y en los que se han firmado convenios entre administraciones centrales, empresas, sindicatos y administraciones locales para lograr el desarrollo socioeconómico en zonas afectadas por los cierres de las diferentes centrales de toda España.

«Nuestra idea es compartir el terreno y no competir por él»

Uno de los aspectos más complejos a la hora de impulsar tal transición es el reto de reubicar a los trabajadores de sectores en declive en otros de vanguardia. ¿Podemos realmente recoger todo ese talento? ¿Qué papel juega la formación en este proceso?

Yo creo que sí que debemos de recoger ese talento. Hay muchos estudios que dicen que la transición energética significará la destrucción de muchos puestos de trabajo pero que, a la vez, también creará muchos otros. Se producirá un desplazamiento de unos puestos de trabajo de algunos sectores específicos hacia otros, por lo que es muy importante la formación de las personas afectadas por este fenómeno en los sectores en declive para que adquieran las habilidades necesarias para ocupar los nuevos puestos. La formación es muy importante, pero no lo es todo: también es imprescindible el hecho de que la persona tenga una actitud de cambio; es necesario que la persona involucrada en el proceso de transformación acepte el reto de cambiar de puesto y de sector. Respecto a las empresas, tienen la responsabilidad de priorizar la contratación de la gente de estos entornos que ya se encuentren formadas. También me gustaría mencionar que las administraciones están para garantizar que esto se produzca y para que esta transición se realice de forma justa y equitativa en los entornos afectados. Yo creo que es un deber de todos velar porque sea así.

Pese a que se han hecho importantes avances en los últimos años, las sucesivas crisis superpuestas (cambio climático, tensiones geopolíticas…) parecen eclipsar el avance hacia un futuro sostenible y descarbonizado. ¿Cree que esta percepción se sustenta en una base real? Si es así, ¿podemos recuperar el impulso verde? ¿De qué forma?

Yo diría que la sostenibilidad es una tarea a largo plazo. Una empresa no se convierte en sostenible de la noche a la mañana. Hay que marcar una estrategia y desarrollar planes de acción tanto a corto como a medio y largo plazo que ayuden a la consecución de ese objetivo sostenible. Europa tiene un compromiso potente respecto a convertirse en un continente climáticamente neutro en 2050. Y lo que han demostrado estas crisis, desde la covid-19 hasta la actual guerra en Ucrania, es que el futuro tendrá que ser mucho más ecológico, completamente descarbonizado, más resiliente y eficiente en el consumo de los recursos. Estamos ante la perspectiva de un futuro renovable, donde cada vez se tenga menos dependencia de los entornos geopolíticos inestables, como los que priman actualmente. Lo que demuestran estas crisis es que nuestro grado de ambición hacia la sostenibilidad no cambia, sino que lo que tiene que cambiar es la velocidad de ese cambio. Tenemos que ir mucho más rápido hacia ese futuro que deseamos.

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