Siglo XXI

¿Ha llegado el fin de la abundancia?

Analizamos que hay detrás de esa frase lanzada por Macron. ¿Es el titular que ilustra los tiempos que vienen o es solo una frase efectista, como cuando su antecesor Nicolas Sarkozy anunció con pompa, en plena crisis financiera internacional, «la refundación el capitalismo»?

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09
septiembre
2022

Cuando aún no se había sacudido del todo la expectativa de tranquilidad política que se espera de agosto, el presidente francés, Emmanuel Macron, lanzaba en su primer consejo de ministros de la rentrée una de esas declaraciones que la prensa identifica rápidamente como «el titular». Macron advirtió a los franceses que se acercaba «el fin de la abundancia», preocupado por una «serie de crisis graves». Llenar los huecos de lo que preocupa a Macron no es complicado: la guerra en Ucrania, la resaca de la crisis del coronavirus, la escalada de los precios del gas o de la electricidad o la subida de la inflación crean un contexto complejo en el que temer lo peor parece casi lo esperable. Pero ¿es la afirmación de Macron una alerta a navegantes o simplemente parte del nuevo lenguaje político que comenzó con la crisis del coronavirus y que ha acostumbrado a la ciudadanía a estas declaraciones grandilocuentes?

El primer lugar en el que este choque de posiciones ha generado debate ha sido la propia Francia, donde voces expertas, analistas y medios se han lanzado a intentar desentrañar qué se debe entender de las palabras de Macron. El politólogo Bruno Cautrès apunta que el tono de Macron encaja con lo que ha estado haciendo en los últimos tiempos: hacer valoraciones para posicionarse en el epicentro de los eventos históricos que se suceden. «Es un ejercicio de comunicación que está destinado a que se hable de ello. Funciona: estamos hablándolo ahora mismo», le deja claro a France 24. Si estas declaraciones servirán para que los franceses lleven mejor lo que se les pueda venir encima, es ya otra cuestión muy diferente.

Pero las declaraciones de Macron también han alentado más allá de las fronteras francesas, puesto que la base de lo que el presidente galo usa en sus reflexiones es, justamente, algo que afectará a la economía de forma global. La gran cuestión aquí es si Macron es más lúcido que los demás, si simplemente se está dejando caer en un cierto derrotismo (el temor a esto último ya ha hecho que sus propios ministros maticen sus palabras) o si está creando una red de seguridad para potenciales medidas controvertidas que se podrían tener que aplicar en otoño.

El 48% de los españoles están convencidos de que la Tierra está al borde del colapso

El presidente español, Pedro Sánchez, ya ha dado su visión de las cosas en su última intervención en el Senado, dejando claro que no cree que se haya llegado a ese punto final de lo bueno. «No comparto el criterio si lo que se quiere es pronosticar que la Unión Europea ha tocado techo en su progreso», ha advertido. «Los europeos llevamos escuchando el fin de la prosperidad desde la crisis del petróleo del siglo pasado», ha defendido y, aunque reconoce que han existido problemas, asegura que «cualquier persona vive hoy infinitamente mejor que en 1973, por mucho que los Bolsonaros o los Le Pen de turno se empeñen en decir lo contrario».

Sea como sea, este estado de las cosas ya hace mella en la población. La serpiente de verano de este año –ese tema que se repite una y otra vez en las noticias durante los meses de estío– ha sido el del temor a lo que se avecina: el miedo al otoño. Los titulares que llegaban desde países como Alemania, donde ya se ha hablado de la importancia de ducharse menos o de forma más corta, han asentado la percepción de que con el cambio de estación se estará más cerca de una suerte de abismo.

En términos generales, la ciudadanía no se muestra optimista. Un estudio elaborado por la Unión de Créditos Inmobiliario señala que el 74% de los españoles teme la factura de la luz y un 72% los precios de la cesta de la compra. Otro análisis, este de Ipsos, indica que la inflación es la principal preocupación de la población española, con un 61% de los encuestados asegurándolo, aunque también sienten miedo a los efectos del cambio climático. De hecho, el 48% de los españoles está convencido de que la Tierra está «al borde de una sexta extinción masiva» (la media global es del 44%).  Y otro análisis, este de principios de verano y de Intrum, concluye que el 55% de las empresas españolas reconoce que la inflación está limitando sus capacidades de crecimiento.

Lo que apuntan algunos análisis no es tanto si el fin de la abundancia ha llegado como qué supone centrarse en esos titulares para lo que se avecina. Así lo señala una columna en Bloomberg, que insiste en que el realismo ante la situación económica no debería llevar a dejarse arrastrar hacia discursos derrotistas (Francia, por ejemplo, recuerdan, tiene una de las inflaciones más bajas de toda la zona euro), porque eso solo hará que sobrepasar el otoño-invierno resulte más complicado. Incluso podría aumentar las tensiones en la ciudadanía, tanto internas como externas.

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