Sociedad

Linares: retrato de una España Vacía cansada de reinventarse

La ciudad jienense ha sido centro minero, polo industrial y centro comercial de su comarca. Ahora, las tensiones por el paro, las crisis y el abandono han salido a flote tras las protestas por una agresión policial.

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23
febrero
2021
Comercio en liquidación en la Corredera de San Marcos (Linares)

Linares, 2021. Dos policías locales que prefieren permanecer en el anonimato comentan el trasiego del pueblo en lo que va de febrero. «Como para que no nos vean mal con el uniforme. Esas dos personas no tendrían que volver a ejercer. Ahora lo que no tiene sentido es que, para condenar la violencia, tires piedras o arranques señales de tráfico del suelo», comenta uno de ellos. «Ya. Igual no es justificación, pero es que el pueblo está fatal», añade el otro. Se refieren a la agresión que ha visto ya todo el mundo: dos agentes de la Policía Nacional fuera de servicio agreden a un padre y su hija de 14 años en un bar de la localidad. De inmediato fueron detenidos y se ordenó su prisión preventiva, pero el sábado 13 de febrero una concentración de repulsa acabó en altercados entre los manifestantes –entre 300 y 500, según las fuentes– en los que algún agente disparó munición real, aunque se está investigando sobre la base de que fue un error. Como resultado hubo 14 detenidos y un herido por los disparos.

Linares, 1875. Alfonso XII concede al municipio el título de ciudad. Desde hace más de 10 años, la minería de plomo y, en menor medida, plata y cobre ha convertido a Linares en uno de los pueblos más florecientes de Andalucía, quizás de España. La zona minera de Linares-La Carolina será la primera productora mundial de plomo entre 1880 y 1920. Además, disfruta de una posición privilegiada cerca de Despeñaperros para conectar la costa sur con el centro de la península. La primera sucursal del Banco de España fuera de Madrid estará en Linares. La ciudad llegará a tener cuatro estaciones de tren. Las embajadas de Alemania, Francia y Reino Unido abrirán también en la ciudad.

Volvemos a 2021. La antigua estación de Madrid es ahora el Centro de Interpretación del Paisaje Minero. Se ubica en el Paseo de la Virgen de Linarejos, que comunica el centro de la ciudad con el Parque Empresarial Santana Motor. Por el camino uno puede ver las fotos del Linares del siglo XIX impresas en los bancos. También el estadio del Linares Deportivo, creado en 2009 como sucesor del CD Linares y el antiguo Linares CF. Algún historiador del deporte nos dirá que no está claro que los primeros partidos de fútbol en España se jugasen aquí y no en Huelva –traídos por los mismos empresarios mineros ingleses–, pero no hay pruebas de ello.

Esplendor industrial

El Parque Empresarial Santana funciona a medio gas, como los bares de la barriada que lo rodea, a medio aforo por las restricciones del coronavirus. Aunque hay una docena de empresas pequeñas ocupando algunas naves, no tiene punto de comparación con la actividad de más de 2.500 empleos directos que llegó a mover la industria automovilística en la ciudad allá por la década de 1970. Ahora, en pleno siglo XXI, por haber, hasta la Junta de Andalucía puso allí la sede de su Centro de Innovación y Tecnología para la Protección de Infraestructuras Críticas. Lo que no llega es el anunciado ramal ferroviario que uniría la red general con el polígono, un tramo de 8,5 kilómetros cuya terminación se anuncia desde finales de los 90. Este año se cumple, todo el mundo lo sabe, el décimo aniversario del cierre de Santana.

Naves abandonadas de Santana.

Cuatro fechas para Santana Motor. Primera, 1953. El Plan Jaén, uno de esos muchos planes económicos del franquismo que fracasaban por la corrupción y la autarquía da en blanco. Se crea Metalúrgica de Santa Ana, una empresa destinada a fabricar maquinaria agrícola que pronto se reconvierte en Santana Motor. Despega fabricando piezas para la Citroën de Vigo pero tendrá entidad propia cuando en los 60 y 70 el modelo Land Rover Santana se convierta en un éxito para agricultores y empresarios del campo. Segunda, 1985: llega la japonesa Suzuki como socia, más tarde propietaria del 80% de la empresa.

Gálvez calcula que las 800 prejubilaciones «impiden que el pueblo vaya a peor, porque eran sueldos muy buenos que han servido estos años para mantener a hijos o nietos».

Tercera fecha, 1995. La crisis de los 90 y la del automovilismo, y en general, la de la industria en Europa, que se deslocaliza. Suzuki dice que se marcha y baja la persiana. Los trabajadores de Santana, que se han formado como sindicalistas en huelgas durante el franquismo, salen a la calle. La Junta de Andalucía interviene y adquiere la empresa. Se convierte en una industria pública.

Cuarta fecha, 2011. De nuevo crisis, de nuevo corrupción –Santana Motor aparece en el sumario del caso ERE–. Se firma la extinción de la empresa, que cuenta unos 1.300 trabajadores. 800 se prejubilarán, el resto entrarán en planes de reconversión.

Linares, 2021, otra vez. El presidente del comité de empresa, Pedro Gálvez, aún lo recuerda: «Si lo sé, no lo hubiese hecho, pero en ese momento parecía la forma de salvar el futuro del pueblo, no de rematarlo». La reconversión se llamó Linares Futuro, un plan que durante meses posteriores a la liquidación de la empresa llevó a otras firmas a reunirse con el Ayuntamiento linarense. «20 o 25 empresarios paseándose por aquí y haciéndose la foto. Ninguno se quedó», recuerda Gálvez. «La Junta nos engañó». De los cursos para los trabajadores de los planes de reconversión no se acabaron impartiendo la mayoría. Gálvez calcula que las 800 prejubilaciones «impiden que el pueblo vaya a peor, porque eran sueldos muy buenos que han servido estos años para mantener a hijos o nietos. Pero claro, ya nos va llegando la edad de jubilarse o nos toca morirnos… es insostenible».

Supervivencia comercial y turística

En la esquina de la plaza del Ayuntamiento con la Avenida de Andalucía, El Corte Inglés luce la persiana bajada a pesar de ser mediodía de un jueves. Anunció su cierre el pasado enero, implicando 230 despidos. Este mismo lunes 22 de febrero cerraban las tiendas de Inditex, como la omnipresente Zara. Durante la última década, Linares ha tirado de su posición de cabeza de comarca. Ha perdido 4.000 habitantes –de 61.000 a 57.000– y es el municipio con más paro de España desde 2017 –actualmente de un 30,9% que se dispara al 50% entre los jóvenes– pero sigue siendo el segundo en población y renta per cápita de la provincia tras Jaén capital, por lo que sirve de centro comercial a sus vecinos como Bailén o Úbeda. Y llegaron el confinamiento, los cierres perimetrales y el miedo al contagio.

Antigua estación reconvertida en Centro de Interpretación del Paisaje Minero.

Cerca del Ayuntamiento están la Oficina de Turismo y, a menos de 10 minutos, la Plaza de Toros, levantada en la década de 1880 y conocida porque allí, en 1947, murió tras ser corneado el legendario Manolete. Si uno se pierde un poco por las calles de la ciudad tropezará con carteles de la Junta y la Diputación provincial que promocionan la Ruta de los Castillos y las Batallas de Jaén. Bastaría media hora en coche para visitar los campos que vieron la derrota de Napoleón en Bailén o la de los almohades en Las Navas de Tolosa. Pero Linares, posición geográfica privilegiada aparte, nunca ha sido un polo turístico.

Los titulados del campus tienen un cien por cien de contratación, pero menos de la mitad se quedan en la ciudad

En el otro extremo del municipio espera el Campus Científico Tecnológico, sede local de Universidad de Jaén (UJA), heredero de la Escuela Politécnica de Linares. Se fundó en  1976 con la fusión de las antiguas Escuela de Minas (1892) y Escuela Industrial (1910), recuerdo de la gloria minera. En los 90 se integró en la UJA. Actualmente cuenta con más de mil alumnos, de los cuales algo más de 150 son extranjeros. Alejandro, de la vecina Úbeda, y Nourane, de Túnez y con una beca en España, estudian Ingeniería de Telecomunicaciones y están en un descanso al sol en el patio del Campus. «Yo conocía Linares de venir de compras, la verdad», explica él. «El centro lo veis ahora vacío porque muchas clases son online. Al final para venir a las mías me tuve que alquilar un piso compartido, por los cierres perimetrales, pero está bien porque es barato. Pero ni me planteo quedarme aquí porque no creo que haya trabajo de lo mío». Ella nos comenta en inglés que quería estudiar en España pero que de Linares «sé muy poco. Es una ciudad muy cómoda para vivir, pero si me quedo a trabajar aquí lo normal es que sea en Madrid o Barcelona». Los titulados del campus tienen un cien por cien de contratación. Pero menos de la mitad se quedan en la ciudad.

Un futuro incierto

2017. En el primer año en que Linares gana a los municipios de la Bahía de Cádiz el poco honroso título de ser el que más paro registra de España, se funda la plataforma Todos a una por Linares. Llegaron a reunir manifestaciones de 37.000 personas en un municipio de 60.000 pidiendo planes de empleo. Miguel Gámez, actual portavoz, celebra que en pocos días se va a firmar la cesión del Parque Empresarial Santana al Ayuntamiento de la ciudad. «Han incumplido sus promesas gobiernos de todos los partidos, en España y en Andalucía, que los hemos tenido todos. Un consejero andaluz llegó a decir que íbamos a ser un Silicon Valley. Mire, con que haya tejido para que se instalen pymes nos conformamos».

19 de febrero de 2021. Una semana después de la agresión, seis días después del altercado con la Policía. Belin, grafitero internacional nacido en Linares, cuyos murales en postal se venden en la Oficina de Turismo junto a fotos de Raphael, presenta su empresa, Rampa, una suerte de mezcla de galería de arte y centro experimental de arte urbano. Seis empleados, de momento. Operarán desde su ciudad natal. «Tenemos que seguir peleando que la cultura se quede en nuestros pueblos. El abandono no es solo económico. Linares ha perdido el teatro Olimpia, la Bienal de Pintura, el certamen andaluz de grafiti… Sería más fácil desde Madrid o Barcelona, pero no quiero irme, quiero hacer cultura desde mi casa».

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