Ciudades

Ponga un balcón en su vida

El Gobierno del País Vasco ha aprobado un decreto para que las viviendas de nueva construcción tengan obligatoriamente una terraza: ¿es este el futuro que afrontamos tras el pasado confinamiento?

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22
agosto
2022

Si algo dejó claro el confinamiento que vivimos en 2020 es la importancia de los balcones y las terrazas en las viviendas. Durante aquellos 40 días, la poca vida que hacíamos en el exterior –más allá de ir al supermercado o centros sanitarios– se trasladó a estos pocos metros cuadrados que cuelgan de las fachadas, convirtiéndose en un espacio muy cotizado (y envidiado) por las familias.

El protagonismo que cobró gracias al encierro hizo que el paradigma de las búsquedas de vivienda cambiaran, como mostraron varios estudios de portales inmobiliarios y escuelas de negocios: a partir de ese momento, además de buscar residencias más espaciosas y luminosas, los españoles comenzaron a incluir la terraza entre las características indispensables de una vivienda.

Teniendo en cuenta la experiencia pandémica, el Gobierno del País Vasco está ultimando un decreto –que espera aprobar antes de final de año– para que las nuevas viviendas que se construyan cuenten obligatoriamente con una terraza. Según el consejero de Vivienda vasco, Iñaki Arriola, el encierro evidenció la importancia de que los domicilios cuenten con un «espacio exterior» para el esparcimiento de las personas: «El confinamiento ha confirmado que íbamos en la buena dirección y ha ratificado la importancia de las zonas exteriores como espacios para vivir, como zonas de estancia abiertas al aire libre, a la calle y al resto de los vecinos».

Por ello, entre otras medidas, a partir de ahora las viviendas que se construyan en la región deberán tener un espacio exterior con una superficie de al menos cuatro metros cuadrados y metro y medio de fondo. Además, para favorecer su disposición, este espacio no computará en la edificabilidad de la vivienda. 

Un cambio que pone sobre la mesa la importancia en la vida de los ciudadanos de una estancia como el balcón: un espacio que puede aportar beneficios para la salud de la población y contribuir a crear ciudades más sostenibles.

¿Mejorando la salud?

La ciencia ha demostrado que entrenar al aire libre favorece la eliminación de las toxinas de nuestro organismo y relaja nuestro sistema nervioso, produciendo una sensación de bienestar general. Tener un espacio privado donde practicarlo, libre de perturbaciones externas (ni, quizás, sufrir miedo al ridículo), aumenta las posibilidades de crear una rutina deportiva diaria. Y además de ayudar a obtener vitamina D, ejercitarse en el balcón reduce el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares, la presión arterial y el estrés, ayudando a controlar el colesterol y facilitando un mejor descanso.

La presencia de un balcón puede favorecer la relajación, la práctica de ejercicio y el bienestar mental

Y de igual modo que contribuye a la salud física, la terraza también lo hace con la mental. Una investigación de la Universidad Brigham Young, en Estados Unidos, constata que la mayor exposición al sol, a la que contribuye tener una terraza en casa a la que acudir fácilmente, influye de forma positiva en nuestro estado de ánimo: «La luz solar nos activa, y permite la producción de serotonina, la hormona de la felicidad».

Asimismo, tener un espacio que permita «cambiar de ambiente» en el hogar ayuda a la relajación, con el consiguiente impacto positivo en el estado psicológico de los ciudadanos.

Un medio ambiente más saludable

Los balcones y las terrazas se pueden convertir con muy poco esfuerzo en zonas verdes que contribuyen a crear ciudades más sostenibles: llenarlos de plantas, pequeños árboles o un pequeño huerto ayuda a disminuir la contaminación ambiental y a mejorar la calidad del aire de la ciudad. Y no solo eso: varios estudios han demostrado que tener ciertas plantas en nuestro balcón contribuyen a una atmósfera más fresca. Una reducción de temperatura que se agradece especialmente en los meses más cálidos del año.

Un balcón incluso puede llegar a ayudar a la reutilización del agua de lluvia, que puede ser recogida y empleada durante varios días para regar las plantas.

Del mismo modo, un espacio exterior aporta al ahorro energético de los hogares: al disponer de un área con mayor iluminación en la que poder descansar, se aprovecha al máximo la iluminación natural, lo que supone retrasar el encendido de luces lo máximo posible.

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