Sociedad

Ser felices por fascículos

Existe la teoría de que la felicidad tiene forma de «u», es decir, que nuestra sensación de ser felices difiere según la época en la que nos encontramos. La pregunta es, entonces, ¿influye nuestro momento vital sobre nuestra felicidad?

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22
septiembre
2023

Es complicado afirmar cuándo somos felices. A veces nos parece que solamente fuimos felices en el pasado, y hay épocas en la vida en las que, por su momento vital, nos resulta más complicado describir cuándo nos sentimos realmente felices. La discusión sobre si la felicidad es un estado o una meta es uno de los grandes temas de la filosofía, por no entrar en si realmente existe un estado que se ajuste a lo que conocemos como felicidad. Desde las Ciencias Naturales y Sociales se han realizado múltiples estudios para estudiar la felicidad. Uno de ellos es la teoría de que la felicidad tiene forma de U.

Defendida por Andrew Oswald, profesor de Economía de la Universidad de Warwick en su artículo «Is Well-being U-Shaped over the Life Cycle?», esta teoría plantea que la felicidad varía a lo largo de la vida, y que en nuestra juventud y madurez es cuando nos sentimos más felices. Y lo cierto es que, en realidad, esta teoría se presenta de una forma evidente en la vida de las personas.

Durante la juventud es cuando tenemos menos responsabilidades y más posibilidades de crecimiento personal, pese a la incertidumbre de no saber cómo se va a desarrollar nuestra vida. Durante la madurez sucede algo parecido, puesto que en la mayoría de los casos las personas ya han desarrollado sus proyectos vitales y –los hayan conseguido o no– han aprendido a vivir con lo que tienen de una forma más estable. En cambio, durante la edad cercana a los cuarenta, debido al aumento de responsabilidades, tanto profesionales como familiares, las personas tienden a relacionar menos sus rutinas con la felicidad.

Pero el estudio más largo realizado sobre la felicidad se desarrolló en la Universidad de Harvard: el «Estudio sobre el Desarrollo Adulto». Esta investigación empezó en 1938 y ha analizado a más de 700 adolescentes en su proceso de crecimiento. La investigación los acompañó a lo largo de sus vidas, monitoreando regularmente sus alegrías y dificultades, así como su salud física, mental y emocional. Las parejas y descendientes de los participantes originales también han sido incluidos. Entre las muchas conclusiones que obtuvo esta extensa iniciativa, se obtuvieron algunos resultados significativos: las personas que destinaban tiempo a desarrollar relaciones positivas, perseguían objetivos o metas concretas y tenían la intención de ayudar a los demás eran más felices que aquellas que no lo hacían. Además, reveló que había actividades que contribuyen a generar felicidad, como desconectar de las tecnologías, caminar o estar en contacto con las personas que queremos.

Las personas que destinan tiempo a desarrollar relaciones positivas, perseguir metas concretas y ayudan a los demás son más felices

Después de esta investigación hubo muchas otras que corroboraron estos resultados, como un estudio de la Universidad de Berkeley en California que constató que las personas con fuertes redes de relaciones sociales son más felices que aquellas que están más solas, y que aquellas personas que se sienten a gusto consigo mismas también son más felices que las que sienten inseguridades sobre sí mismas.

Si bien estos datos pueden resultar evidentes, no existían hasta la fecha datos que lo corroboraran científicamente. En los tiempos actuales, quedan aún muchos interrogantes por desvelar, como por ejemplo si la felicidad tiene diferentes parámetros según el momento vital.

Hay estudios que indican que durante la infancia lo más relevante es el afecto de la familia, mientras que durante la adolescencia lo son las relaciones con amigos, el éxito académico o deportivo o el desarrollo de la propia identidad. En esta línea, durante la juventud las relaciones románticas, el éxito profesional y las experiencias significativas como viajar o dedicar tiempo al ocio ocuparían el rol que, ya en la edad más adulta, tendrían las relaciones familiares o la contribución a la comunidad y, en la madurez, la salud y el bienestar o la sensación de realización del propósito vital.

La felicidad varía según el tipo de persona, pero es relevante destacar que el momento vital también moldea la experiencia, que, al fin y al cabo, es subjetiva. Las fuentes de la felicidad pueden ser compartidas, pero al final encontrarse con este estado reside en cada uno de nosotros. Y si bien los estudios puedan dar pistas de hacia dónde dirigirnos, al final se trata de un camino con sus ciclos que cada individuo debe perseguir a su manera.

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