Sociedad
¿Por qué el boxeo está de moda?
Ibai Llanos ha conseguido que se hable de boxeo gracias al éxito de su última velada en Twitch, pero el deporte lleva tiempo bajo los focos: de ser una competición para las clases bajas, ha pasado a colarse en el día a día de los gimnasios.
Artículo
Si quieres apoyar el periodismo de calidad y comprometido puedes hacerte socio de Ethic y recibir en tu casa los 4 números en papel que editamos al año a partir de una cuota mínima de 30 euros, (IVA y gastos de envío a ESPAÑA incluidos).
COLABORA2022
Artículo
Entre los trending topics de Twitter de hace unas pocas semanas, La Velada de Ibai surgía en el primer puesto, con el cantante David Bustamante como el gran tema del día. Lo había conseguido porque lo había subido a un ring: La Velada de Ibai no era sino una serie de combates de boxeo entre diferentes personas –no profesionales, sino celebridades de uno u otro sector– retransmitida a través de la plataforma Twitch. Su organizador, Ibai Llanos, es un streamer –profesional de los contenidos que transmite en directo a través de internet– tan popular que ya es incluso reconocido por la audiencia ajena a esos cerrados entornos.
Su velada fue un éxito: las estadísticas que Smartme Analytics remitió posteriormente a medios la coronó como líder de la noche en consumo de medios, superando a los grandes gigantes de la televisión. Su cuota de pantalla del 18% batió al 15,2% de Telecinco y al 11% de Antena 3. Entre los menores de 35 años, el abismo entre los nuevos medios y los tradicionales fue todavía mayor. El 8,7% de Telecinco, el porcentaje más alto entre las cadenas de televisión, palidecía frente al 46,6% que logró la velada organizada por Ibai Llanos.
Los datos del programa de Ibai Llanos han abierto un debate sobre cómo están cambiando las audiencias y si se está produciendo el ocaso de un modelo antiguo –el de la televisión lineal– por uno nuevo –el del directo vía streaming– que descentraliza por completo quién es el emisor de los contenidos. No obstante, las mediciones están envueltas en polémica por varias razones, si bien hay una principal: mientras una televisión la pueden ver varias personas en cuanto centro de la vida familiar, un ordenador suele ser de uso estrictamente personal. Algo, sin embargo, es evidente: ha hecho que se hable nuevamente de boxeo.
La aparente cuota de pantalla de Ibai Llanos, del 18%, batió al 15,2% de Telecinco y al 11% de Antena 3
¿Ha conseguido Ibai Llanos poner de moda una vez más la práctica de ese deporte o, como decían algunas voces críticas, lo que Llanos ha mostrado no es boxeo sino otra cosa? «Ibai Llanos hace una carrera de chapas y lo peta igual», apuntaba el responsable de un club de boxeo en uno de los análisis que salieron post-emisión; en él, como en muchos otros realizados desde el ecosistema pugilístico, se señalaba que lo que se ha visto es más espectáculo que realidad en relación con la práctica deportiva.
Qué es boxeo y quién puede practicarlo no es, ni de lejos, una cuestión nueva para el debate, sino un tema que ha marcado también su popularidad a lo largo de los años, así como su aceptabilidad. No hay que irse muy lejos en cuestiones de cultura popular y éxitos de audiencias para encontrar un ejemplo: en Los Bridgerton, las clases altas van a divertirse viendo un combate, pero la estrella deportiva es un hombre de origen africano y de clase baja. No es en absoluto una licencia dramática de los guionistas del popular drama-regencia: en la época, el pugilismo tenía tirón como espectáculo entre la aristocracia en Gran Bretaña, pero quienes se subían al ring y se golpeaban eran hombres pobres, especialmente inmigrantes a los que el sistema de clases ponía en los márgenes de la sociedad y para los que convertirse en estrellas puñetazo a puñetazo era una vía para cambiar su suerte.
De hecho, las cuestiones de clase también tuvieron un impacto en el acceso de las mujeres al deporte. Como recuerdan en Historia del boxeo femenino español, editado por la Federación Española de Boxeo, la práctica ganó un poco de popularidad en Estados Unidos después de la I Guerra Mundial, pero solo como entrenamiento; la competición «tal y como les llegaba desde Reino Unido, era únicamente para gente de clase baja o de entornos más sórdidos». En Europa, hasta entonces era más una atracción de feria que un deporte regulado. De hecho, en España, las primeras noticias sobre mujeres boxeadoras están vinculadas a espectáculos de feria, aunque en los años treinta había mujeres entrenándose en Barcelona que protagonizaban reportajes en revistas ilustradas.
Los sociólogos indican que en el boxeo se producían divisiones por clase, pero también por género y raza
El boxeo, así, fue un deporte de la clase obrera. Los sociólogos indican que se producían divisiones tanto por clase, como por género y raza: la esencia del deporte y sus valores chocaban con los principios de lo que era aceptable para la burguesía. Era algo tan físico y duro como el trabajo manual de las clases bajas. Incluso con todos los cambios sociales que se fueron produciendo a lo largo de las décadas del siglo XIX y hasta del XX, la conexión entre boxeo y clase no acabó deshaciéndose del todo hasta muy recientemente. Solo hay que fijarse en las estrellas de ese deporte para verlo: la madre de Muhammad Ali era trabajadora de la limpieza y su padre pintaba carteles. Y hasta mediados del siglo anterior, quienes dominaban en el boxeo estadounidense eran inmigrantes irlandeses que llegaban al país en una situación económica desesperada.
Con el siglo XXI las cosas han cambiado, al menos en parte. El boxeo no solo protagoniza streamings tan populares que se permiten ser interpretados como un síntoma del ocaso de la televisión tradicional, sino que ha llegado a todas partes. Por estar, está hasta en los gimnasios, reconvertido en una de esas actividades con música rápida y movimientos para ponerse en forma (y, quizás también en este caso, descargar el estrés del día). Ya lo practican incluso hasta los millonarios: a las redes de gimnasios especializados van toda clase de personas, «amas de casa, ejecutivas, abogados, gente de contabilidad…», como reconocía en una crónica uno de esos nuevos púgiles. El boxeo –y todas las prácticas derivadas– parece ahora una propuesta más de esas actividades healthy, anti estrés y divertidas.
COMENTARIOS