Gloria, muerte y legado de Notorious Big
Se cumplen 25 años de la muerte del rapero que cambió la forma de contar los barrios, la droga, el crimen y la marginación en los Estados Unidos.
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El 9 de marzo de 1997, Christopher George Latore Wallace, más conocido como The Notorius B.I.G. o Biggie, uno de los raperos y productores musicales más exitosos del mundo a pesar de contar con tan solo 24 años, volvía a su casa en Los Ángeles tras asistir a la entrega de los premios Soul Train Music y pasar por una fiesta privada –que la policía terminaría disolviendo por exceso de aforo– en el Petersen Automotive Museum.
Biggie y tres de sus amigos se subieron un Chevrolet Suburban verde para marcharse del lugar. Esperaban junto a un semáforo en rojo en una calle atestada de famosos cuando otro Chevrolet, un modelo Impala de color negro, se detuvo junto a ellos: el conductor bajó la ventana y disparó contra ellos, acertando con cuatro tiros en el pecho del rapero. Los asistentes intentaron reanimar a Biggie, que fue trasladado al Hospital Cedars Sinaí, pero el rapero había ingresado muerto. El agresor, mientras tanto, logró huir; hasta el momento, nunca se ha podido esclarecer su identidad.
El 25 de marzo de ese mismo año –es decir, poco más de dos semanas después de su asesinato– se lanzaba su segundo disco, grabado antes del tiroteo y cuyo título la discográfica decidió respetar: Life After Death sigue siendo, un cuarto de siglo y 30 millones de copias después, el álbum de hip hop más vendido de la historia.
‘Life After Death’ sigue siendo, un cuarto de siglo después, el álbum de hip hop más vendido de la historia
El impacto cultural de la muerte de Biggie fue tal que Don DeLillo tomó como modelo su entierro para su novela Cosmópolis, en la que el protagonista se ve bloqueado por varios eventos que invaden las calles de Nueva York, como una manifestación antisistema o un atentado terrorista.
En el momento de su muerte, Wallace ya estaba considerado el rapero más influyente del mundo, así como un revolucionario de la música. Su primer disco, Ready to Die, ya logró reventar las listas de éxitos en 1994. Además, tenía la capacidad de descubrir nuevos talentos. Los jóvenes raperos que apadrinaba cambiaban la forma de escribir las letras. Solo una influencia era comparable: la de Tupac Shakur, asesinado en Las Vegas en circunstancias muy similares a las suyas menos de un año antes, el 13 de septiembre de 1996, y a casi a la misma edad que él, con tan solo 25 años.
Ambos habían encarnado a la perfección la famosa rivalidad entre raperos de la costa este y la costa oeste de Estados Unidos en una época en la que el género aún parecía responder a los tópicos que lo asociaban a la actividad criminal, pero también a las aspiraciones de ascensor social que representaba para los jóvenes de los barrios marginales del país.
El propio Biggie –un sobrenombre merecido por sus más de 1.90 metros de altura y 140 kilos de peso– había crecido sobreviviendo como vendedor de crack cuando apenas tenía 10 años; nada más cumplir la mayoría de edad, el rapero había ingresado en la cárcel. Para él, el rap había supuesto el acceso a una vida que parecía imposible para un chico negro de Brooklyn. Con 24 años, la edad de su muerte, estaba casado Faith Evans, una conocida cantante de soul. No solo eso: Notorious acababa de ser padre.
Las letras del artista afroamericano destacaban por su crudeza, logrando tocar la sensibilidad de la primera generación que había conseguido convertir el rap en un género respetado por el mainstream. El flow o estilo único de The Notorius Big cambiaba con cada tema: podía hablar de droga o violencia, pero también del cambio de vida que se produjo gracias a su reconocimiento en el mundo del hip hop.
Su rivalidad con Tupac Shakur se ha visto mitificada por las muertes –poco esclarecidas– de ambos, así como por el incidente que los hizo pasar de amigos a enemigos: el tiroteo en el que Shakur resultó herido a la salida del estudio Quad Recording Studios, en Nueva York, en noviembre de 1994. Llegaron incluso a cruzarse denuncias entre las familias, acusando una al entorno de la otra de las respectivas muertes. Los herederos de Biggie incluso implicaron a la policía de Los Ángeles en su muerte.
¿Qué queda hoy de la obra de The Notorius Big, el hombre que vaticinó varias veces su propia muerte? Permanece en pie una poética de la calle que sigue vigente, una narrativa sin justificaciones hipócritas de cómo muchas personas de color en los Estados Unidos tuvieron que convertirse en «chicos malos» para sobrevivir y cómo el arte, la música y la cultura podían ayudarlos a salir adelante. Aunque su maldición los persiga más allá del éxito, habrá para ellos una vida más allá de la muerte.
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