Cambio Climático

Un mundo más caluroso, ¿y más violento?

Diversos estudios muestran una correlación entre el aumento drástico de las temperaturas y el aumento de la violencia. Las explicaciones son múltiples, pero hasta el momento la pregunta sigue siendo la misma: ¿por qué aumentan los crímenes con el calor?

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29
junio
2022

El cambio climático pisa hoy más fuerte que nunca, pero el sonido de sus huellas resuena desde hace años, algo de lo que la comunidad científica lleva mucho tiempo alertando. Sabemos que las variaciones extremas y rápidas en la climatología son una de sus manifestaciones, y hemos tenido una fehaciente prueba de ello: a mediados de este mes de junio –cuando ni siquiera había llegado el verano– se llegaron a alcanzar 42ºC en Europa occidental, una temperatura insólita según todos los registros históricos. La Organización Mundial de la Salud ya lo avisó: esto es solo un anticipo de lo que nos espera en el futuro.

Y es que estas olas de calor parecen traer otro tipo de consecuencias, además de la necesidad de remojarse permanentemente e ingerir litros de agua para evitar la deshidratación. Según el estudio Olas de calor y violencia de pareja, publicado en 2017, uno de los años más cálidos y secos que se recuerdan, el riesgo de feminicidios aumenta los días posteriores a una drástica subida de las temperaturas. El estudio, que se hizo contrastando cifras de asesinatos, denuncias por violencia de género y llamadas al 016 –el teléfono de atención a víctimas– no es el único realizado por este equipo investigador: otro de sus informes es Violencia a manos de la pareja íntima en Madrid: análisis de series temporales, donde se determinan los ciclos anuales en los que aumenta el riesgo de que los hombres agredieran a sus parejas.

La relación entre climatología y crímenes violentos no se limita tampoco a un solo análisis; hay más documentación al respecto, y es probable que esta no deje de crecer. En 2019, por ejemplo, se llevó a cabo en Los Ángeles una revisión para contrastar altas temperaturas y tasas de asesinatos. La conclusión fue clara: cuando las temperaturas superaban los 29ºC, los crímenes aumentaban cerca de un 6%. Y no es la única zona: otras investigaciones en México, Sudáfrica o Finlandia también corroboran esta conexión.

¿Nos fríe el cerebro?

Hay algunos casos que reflejan lo que el tiempo de calor extremo hace con nuestros cerebros. Cuando en 1988 llegó el verano más caluroso hasta el momento, en Estados Unidos cientos de personas huyeron hacia las playas y embalses, pero además del récord de temperatura, ese año también hubo cifras sin precedentes de asesinatos, violaciones y robos a mano armada. ¿Se puede considerar casual esta repetición?

Según algunos estudios, el riesgo de feminicidios aumenta los días posteriores a una drástica subida de las temperaturas

Algunas hipótesis tratan de racionalizar estos sucesos a través de explicaciones biológicas, mientras otras se inclinan por motivos conductuales. Uno de los factores clave es que a temperatura ambiente los niveles de serotonina –la hormona que regula la ansiedad y el estado de ánimo general– en el cerebro son estables, mientras que el calor, tal como se ha demostrado, altera estos niveles, lo que afecta de forma esencial a la agresividad. Algunas investigaciones también hablan de un aumento del consumo de alcohol cuando suben las temperaturas, lo que también explica, al menos parcialmente, el aumento de las conductas violentas.  No son las únicas teorías: la irascibilidad provocada por la falta de horas de sueño que a veces propicia el calor podría ser otra explicación del incremento de la violencia.

Pero sea de una u otra forma, la psicología no va a poder evidenciar nunca que las altas temperaturas por sí solas desaten la violencia: un aumento brusco de las temperaturas no va a provocar que se desencadenen catástrofes interpersonales a no ser que se den otras circunstancias previas que predispongan a determinadas acciones, comportamientos y hábitos; parece, sin embargo, un factor de evidente influencia.

La comunidad científica, así, predice que a medida que el cambio climático vaya ganando terreno, los crímenes también lo harán. Con un aumento de dos grados en las temperaturas medias globales, la tasa de delitos violentos podría aumentar en más de un 3% en áreas subtropicales. Aunque las causas se desconocen con certeza, parece lógico señalar que las soluciones tendrían que encaminarse a evitar esos picos de la temperatura ocasionados por una actividad humana que vulnera los derechos de la naturaleza. Cuando el medio ambiente enferma, las personas también lo hacen: es una de las pocas certezas de las que disponemos.

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