Sociedad

El último minuto antes de morir

Conocidos son los testimonios que relatan túneles de luz, cascadas de recuerdos y encuentros con seres queridos en episodios cercanos a la muerte. Para unos, realidad; para otros, pura charlatanería. Al menos hasta ahora, cuando algunos estudios científicos han comenzado a dar con posibles evidencias que verifican la existencia de estos fenómenos.

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30
mayo
2022

Mientras la vida es tuya,/vive feliz.// Nadie escapa del ojo/buscador de la muerte: una vez/quemen nuestra estructura,/¿cómo conseguirás que ésta regrese?

Ya en el siglo VII a.C., una corriente filosófica desafió las creencias religiosas de la India. En pleno periodo védico, caracterizado por una creciente discusión sobre el alcance de la realidad frente a lo absoluto, estalló una revolución materialista, la chárvaka, que nos ha llegado a través de versos como los anteriores, recogidos en el tratado Sarva-darsana-samgraja, del religioso hindú del siglo XIV Mádhava Vidiarania: con la muerte acaba todo. Una postura que sigue estando presente en la práctica totalidad de las culturas del mundo.

La muerte nos acompaña de forma tan vertebral como lo hace el deseo de vivir. Promesa para unos (desde religiones politeístas como las germánicas y el valhalla, el Paraíso cristiano o el infinito banquete de los primeros testimonios religiosos de la India, entre tantos otros casos), liberación para ciertas doctrinas, interrogante para los más cautos. Sin embargo, en los últimos tiempos, en especial desde la creciente experimentación en el campo de la física cuántica, desde el ámbito científico parecen estar encontrando evidencias de certeza en algunas experiencias cercanas a la muerte.

Sin ir más lejos, el trabajo publicado por el neurocirujano Ajmal Zemmar en la revista Frontiers in Aging Neuroscience en el cual demuestra cómo la actividad cerebral se mantuvo intensa en un paciente anciano, adolecido de un infarto, 30 segundos antes y otros 30 segundos después de detenerse el flujo sanguíneo al cerebro. Un estudio que se une a una corriente tangente a la metafísica: el materialismo ya se ha revelado como un engaño de los sentidos frente al orden cuántico, tan diferente a la constitución de la materia en su escala macroscópica. ¿Qué es lo que sucede, entonces, justo antes de morir? 

En 2019, dos científicos lograron restaurar algunas de las funciones del cerebro de cerdos declarados muertos seis horas antes

Desde el prisma científico, la única verdad es que por el momento no sabemos nada sobre qué sucede antes de morir, y mucho menos lo que pasa una vez muerto. El trabajo de Zemmar es una pieza más de una discusión milenaria que aborda el pensamiento puro y racional, el filosófico, pero también creencias personales, el espectro religioso y el científico. A la pregunta sobre qué somos los seres humanos y cuál es nuestra constitución (monista, dualista, etc.) se unen las experiencias paranormales, que lejos de las chanzas de la gente común son objeto permanente de serias investigaciones.

Algunas de las experiencias más estudiadas en este plano, alejadas de los tópicos de fantasmas y poltergeist que nutren con indolencia a los escépticos, son las revelaciones de personas que no deberían haber recibido ningún estímulo sensorial. Se trata de pacientes que, en teoría, no deberían ser capaces de percibir o almacenar datos inducidos por los sentidos físicos ordinarios, y que, sin embargo, de alguna manera, sí lo han hecho. Conversaciones recordadas entre personal sanitario o familiares, o la descripción de estancias y sucesos desde una perspectiva cenital, cuando el sujeto se encontraba acostado en un estado de imposible percepción, que se han revelado exactas a las sucedidas tal cual lo recuerdan diversos testigos, pueblan la literatura médica.

Sin embargo, también hay experimentos no tan subjetivos. Algunos son clásicos y muy conocidos. Durante la Revolución Francesa, por ejemplo, se pidió a algunos reos condenados a la guillotina que, si seguían siendo conscientes tras acabar sin cabeza, pestañearan. Una horrenda sucesión de cabezas en las que los ojos se abrían y cerraban incesantemente impactó a los espectadores de la época, que no esperaban que esto sucediese. No existe consenso sobre la percepción de dolor y su grado, pero sí sobre que el suceso no fue casual.

Un poco más tarde, en 1866, el doctor Duncan MacDougall realizó durante seis años una serie de estudios para conocer si había una variación de peso en un ser humano justo después de morir. A pesar de las dificultades metódicas, como la escasa muestra (seis pacientes), así como el cuestionable criterio a la hora de determinar el momento en el que se producía el óbito, se hizo famoso su trabajo de que al morir el cuerpo humano pierde 21 gramos, suceso que se vincula a la separación de un alma o a otro proceso peculiar de nuestra especie ya que el experimento, repetido con otros animales, no mostró diferencia de masa.

Otros estudiosos sugieren la teoría del metaverso, que implica que la muerte en nuestro universo no significa que fallezca nuestra conciencia, activa en otros

A pesar de los esfuerzos de MacDougall por negar esas conclusiones a su investigación, la prensa estadounidense de la época se hizo eco del suceso con entusiasmo como una prueba empírica de la existencia del espíritu. Desde entonces, esta supuesta pérdida de peso del cadáver ha trascendido a la cultura popular, a la literatura y al cine.

Sin embargo, en el siglo pasado y en el actual, los experimentos en torno a la muerte se han multiplicado, y su rigor se revela cada vez menos cuestionable. Algunos de los que más han dado que hablar ha sido el estudio publicado en 2019 en la revista Nature donde el neurólogo Nenad Sestand y su equipo logaron reanimar y restaurar algunas de las funciones del cerebro de cerdos declarados muertos seis horas antes (es decir, sin que las neuronas reciban oxígeno), si bien reconocieron su incapacidad para reanimar al órgano en una funcionalidad suficiente como requiere la especie animal.

Otro que también resultó relevante fue un estudio que confirmó la veracidad de los sucesos de cascada de recuerdos en el momento de morir y que fue publicado en la revista Consciousness and Cognition: una región del tallo cerebral, el locus coeruleus, parece estar implicado en el fenómeno.

Una cuestión aún por aclarar

Como sucede con la inmensa mayoría de las cuestiones trascendentales humanas, aún queda bastante recorrido para determinar qué es lo que sucede cuando morimos. Sin saber primero cuál es nuestra verdadera naturaleza humana, es imposible determinarlo. Por eso, tratar de responder a esta cuestión partiendo de la manera en que concebimos la materia convierte a todo resultado metódico en una especie de test de Rorscharch en el que cada experto puede interpretar que sucede casi lo que se le antoje querer pensar. 

El cosmólogo Sean Carroll, del Instituto de Tecnología de California, sostiene que, de existir la vida más allá de la muerte, esta se sustentaría en la teoría cuántica de campos, que afectaría a los propios átomos y partículas de la materia de nuestro cerebro que en condiciones de vida sostendría nuestra conciencia. Otros estudiosos, como el médico del Avanced Cell Technology, Robert Lanza, apuntan a teorías aún más enrevesadas, como la del multiverso. Según el autor, los fenómenos de experiencias cercanas a la muerte (ECM) estarían plenamente justificados en el hecho de que lo existente no es más que una colección de copias infinitas de nuestro universo.

En este sentido, estaríamos vivos infinitamente, de forma perpetua. La muerte en nuestro universo no implica la de nuestra conciencia, que seguiría activa en otros. Tiempo, espacio y realidad, así como los conceptos de vida y muerte, serían un espejismo frente a un elemento trascendente, la conciencia, que estaría presente, eterna, en el cosmos.

Un tercer grupo de científicos, de nuevo físicos vinculados con el creciente auge de la física cuántica y de sus aplicaciones, sostienen que la conciencia perdura a través de los microtúbulos presentes en el cerebro que recopilan y migran la información al orden cuántico, donde la conciencia quedaría almacenada y podría regresar a la vida en otro cuerpo o retornar al mismo en el caso de las experiencias ECM.

Sea como fuere, los límites de la vida y de la muerte aún son desconocidos. Y quién sabe: lo que hoy se cree producto de la debilidad y del deseo puede demostrarse en un futuro cercano certera realidad.

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