Biodiversidad

En busca de las especies perdidas

En febrero de 2021, la expedición que viajó a Colombia para encontrar por fin al periquito de Sinú, un ave a la que no se le veía el plumero desde 1949, fracasó estrepitosamente. Sin embargo, los exploradores volvieron con las manos llenas de una aventura que se convirtió en la expedición más completa de la historia contemporánea y que demuestra lo poco que conocemos a la fauna que nos rodea.

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13
abril
2022

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A finales de febrero de 2021, y gracias a una pausa en el conflicto armado que asolaba la región de la serranía de San Jerónimo (Colombia), una expedición formada por biólogos, observadores de aves profesionales y pobladores de Alto Sinú (Córdoba) partieron en busca del periquito del Sinú, un ave que no asomaba el plumero desde 1949 y que se encuentra en el top 25 de las especies más buscadas por la organización Global Wildlife Conservation.

La misión no consiguió dar con el desaparecido periquito, pero el equipo no volvió a casa con las manos vacías: hallaron y documentaron 238 especies de aves –una treintena nunca se había registrado en Colombia–, además de varios réptiles y un tipo de árbol de cacao que solo se ha visto en el país en dos ocasiones. Se fueron buscando cobre y encontraron oro. De hecho, el presidente de la Sociedad Ornitológica de Córdoba, Hugo Alejandro Herrera, calificó la expedición como «la más completa de la historia contemporánea».

Pero ¿qué hace que una especie se convierta en «perdida»? ¿Cómo se existe y luego, de repente, ya no? La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUNC) determina que «como mínimo», para que una especie se considere perdida para la ciencia no ha de haber sido vista (por científicos) «durante al menos una década, y no puede estar en cautiverio».

Uno podría pensar que llevamos tantos años sobre la faz de la tierra que prácticamente, a estas alturas, conoceremos a casi todas las especies que viven en nuestro planeta. Nada más lejos de la verdad: ni siquiera conocemos a la mitad de las especies que nos rodean. Así lo ha demostrado un grupo de científicos de Yale tras calcular que, siendo optimistas, solo conocemos el 20% de las especies vivas. De hecho, la universidad estadounidense admite que el porcentaje podría incluso ser un magro 1,5%.

Si bien es cierto que es poco probable que se descubran primos hermanos de los mamíferos de mayor envergadura ya conocidos, como los elefantes, las jirafas o las ballenas,  un artículo de la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS) expone que desde 1993 se han «descrito 408 nuevas especies de mamíferos», alrededor de «un 10% de la fauna previamente conocida».

Una nueva era de descubrimientos

Estos nuevos hallazgos, indican los autores del estudio, se deben a las recientes exploraciones de zonas que, hasta ahora, habían sido poco accesibles como el bosque tropical del Congo, las laderas de la cordillera del Himalaya o la cuenca amazónica.

Desde 1993 se han «descrito 408 nuevas especies de mamíferos»

En un artículo titulado para Science Direct, sin embargo, varios científicos discrepan. Alegan que el creciente número de especies catalogadas se debe, más bien, a la «inflación taxonómica», un concepto que critica el aumento de taxones (subdivisiones de la clasificación biológica) reconocidos. De esta forma, el número de especies aumenta al encontrarse pequeñas diferencias entre miembros que antes se veían como hermanos.

Sea como fuere, la catalogación de todos estos hallazgos es vital para la humanidad. Marco Lambertini, director general de WWF International, destaca que «estamos empezando a entender cada vez más que una diversidad y un entorno natural sano, resiliente y productivo son la base para un futuro próspero, justo y seguro para la humanidad». Lamberti apunta a que la diversidad –contraria a la degradación ambiental– puede ayudarnos a luchar contra la pobreza y la enfermedad, y sustentar las economías gracias a un «futuro ecológicamente sostenible».

Las especies que se pierden para siempre

Sin embargo, el insostenible uso de los recursos que, especialmente desde mitades del siglo XX, los humanos exprimimos del planeta ponen en peligro a decenas de especies que podrían acabar extinguiéndose en un futuro no demasiado lejano. Actualmente, la ciencia tiene catalogadas 7,7 millones de especies de animales y la Lista de Roja de la UICN recoge que 16.306 están en peligro de extinción grave. Este fenómeno, al que se ha bautizado como la Sexta Gran Extinción, ha puesto al borde del abismo a animales como las vaquitas marinas (8 tristes ejemplares) o el rinoceronte de Java (60 ejemplares).

Así, WWF ha declarado que esta gran extinción –según los expertos, más acelerada de lo esperado– se tratará de la «mayor desaparición de especímenes desde la extinción de los dinosaurios», y los humanos nos habremos metido de lleno en el papel de villanos, ya que la evidencia apunta a que somos los únicos responsables de ello. ¿Seremos capaces de frenar esta tendencia decadente y salvar la diversidad de nuestro planeta Tierra?

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