Cultura

«O te empoderas, o te comen»

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Rocío Cibes
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21
febrero
2022

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Rocío Cibes

Las hermanas gemelas, Olaia y Sabela Maneiro, y Aida Tarrío han puesto de moda la música tradicional gallega. Sus poderosas voces y el sonido humilde –pero enérgico– de las panderetas han convertido a las Tanxugueiras en una referencia obligatoria de el panorama musical, tanto en festivales (más allá del Benidorm Fest) como en plataformas digitales. Su nombre alude a las fincas en las que habitan tejones características de Orense. Desde 2016, se dedican profesionalmente a la música y están a punto de publicar su último trabajo. Hablamos con una de ellas, Sabela, que en esta entrevista ejerce de portavoz de sus compañeras.


¿Dónde reside la fuerza (casi telúrica) con la que suenan Tanxugueiras?

No creemos que el hecho de que seamos tres mujeres tenga algo que ver. Si el grupo hubiera estado formado por mujeres y hombres la fuerza sería idéntica porque tiene que ver con la forma del canto gallego, que en sí tiene mucha fuerza; antes no había micrófonos, y tu voz tenía que proyectarse por encima de la pandereta, así que tenías que cantar con mucha garra y hacerlo con el diafragma. Es un modo de cantar muy característico de nuestra tierra.

¿Qué sucede en el cuerpo cuando uno toca la pandereta?

A cada uno le sucederá algo distinto, pero nosotras sentimos magia, una conexión brutal con la música de raíz, con nuestra tierra, con el pueblo, con la tradición.

Es tal vuestro poder mediático que se ha disparado la venta de panderetas en Galicia en un 100%.

Nos alegramos mucho porque de este negocio viven muchas familias, y porque significa que la pandereta tiene una visibilidad ahora mismo que traspasa las fronteras no solo de Galicia, sino de España. No obstante, entendemos que es un instrumento que parece tener poca vida, pero nos merece mucho respeto porque lo hizo el pueblo. Es un instrumento de pobres que se tocaba en aldeas porque no había dinero ni acceso a otros más nobles, como el piano o la guitarra. Así que estamos muy orgullosas y contentas de haber contribuido a que recupere su dignidad y no se mencione únicamente en expresiones como «país de pandereta».

«La cultura popular es del pueblo y nace del pueblo, habla de una necesidad de expresar lo que se vive en cada momento»

¿Cuál es la receta para convertir lo tradicional en algo moderno?¿Cómo hacer que lo folclórico hable desde la posmodernidad?

Con la música tradicional gallega es algo que se lleva haciendo mucho tiempo: hay numerosos artistas referentes para nosotras que abrieron el camino. Es cierto que cada cosa requiere su momento, y parece que es ahora cuando todo este trabajo se descubre. Hoy en día, la variedad que ofrecen las plataformas digitales permite acceder a música de todo tipo, y al final, lo que escuchas es aquello que te vibra por dentro. Esa es la única manera de revestir el folclore con los códigos de nuestro tiempo: que quien interpreta, crea y canta vibre por dentro y llegue al público.

Es evidente que la música tradicional está de moda. La cuestión es ¿cómo se distingue el oportunismo de lo auténtico?

Tanto sea por cuestión de moda o no, está de maravilla que se haga música tradicional porque así llegará a públicos distintos. En cualquier caso –aunque para poder detectar la autenticidad se necesita tiempo para observar si esa apuesta se sostiene–, en cuanto se escucha hay algo interior que te dice si es de verdad.

¿Qué es lo que no podemos olvidar de la cultura popular?

Que es del pueblo y nace del pueblo, que pone voz a lo cotidiano. Nos habla de una necesidad de expresar lo que se vive en cada momento y permite que todo se mezcle; en el fondo, todo está mezclado: la política, el amor, la fe, el hambre…  Todo eso es lo que queremos reivindicar.

Uno de sus mensajes es alentar  a las mujeres a que sean dueñas de sus vidas. ¿Cómo se consigue esto en una estructura patriarcal?

Nosotras decimos que Galicia es muy patriarcal pero más matriarcal; de hecho, Galicia es un matriarcado enmascarado en un patriarcado, incluso ahora, porque las mujeres seguimos siendo juzgadas y así nos lo hicieron ver nuestras mayores. Como mujeres, teníamos la necesidad de empoderarnos para que no se nos comiera. Una urgencia clara que ojalá no la tuviéramos porque eso querría decir que todo es igualitario pero, todavía hoy, o te empoderas o te comen. Esto hay que inculcárselo a las niñas para que sean libres, para recordarles que son válidas por sí mismas.

En ese empoderamiento, ¿cuál es el papel del hombre?

Hay muchísimos hombres que nos apoyan porque el machismo también va en contra de ellos: se les pide ser de una forma encorsetada, mantener la cordura, que no expresen sus emociones, que no lloren, que vistan de una determinada manera, que estén siempre al pie del cañón. Los hombres se están cansando también de esta situación.

Y en el mundo de la música, ¿sigue habiendo de machismo?

Sí. En la música es bastante habitual ya ver a mujeres que interpretan o cantan, pero apenas se ven tocando instrumentos en las bandas. No porque tengan menos cualidades que los hombres, sino porque a ellos, desde niños, siempre se les ofreció la posibilidad de una guitarra o una batería. Lo extrapolo al fútbol, que me encanta. De pequeña, no podía soñar con dedicarme al fútbol. Ahora, al menos, las niñas tienen la posibilidad de convertirse algún día en futbolistas, aunque sigue habiendo un machismo impregnado.

«Los hombres también se están cansando del machismo»

Lleváis cantando desde 2016. ¿Por qué decidisteis concursar en el Festival de Benidorm?

Nos vino dado. Se hizo una encuesta en internet sobre qué artistas podrían optar a Eurovisión. La gente se volvió loquísima porque, de entre todos los artistas, Tanxugueiras ganó. Ahí notamos que se pedía un cambio y que les gustaba lo que hacíamos. Hablamos y decidimos que, si la gente lo quería, por nosotras no iba a quedar. Y que acataríamos lo que viniera.

Entonces, ¿qué ha supuesto para Tanxugueiras su paso por el Festival de Benidorm?

Una enorme visibilidad fuera de Galicia. Nos ha dado a conocer en muchos sitios para los que hubiéramos necesitado tiempo y mucho trabajo para llegar, nos ha permitido que muchísimas personas escuchen por primera vez música tradicional y cantada en gallego. Nos ha llevado a participar en festivales en los que de no haber concursado para representar a España en Eurovision, no estaríamos. En definitiva, ha abierto miras a mucha gente que ha vibrado con nuestra música.

¿Decepcionadas por el resultado?

Para nada. Al contrario, estamos muy contentas con el resultado. Sabíamos que era un concurso que solo podía ganar uno, conocíamos las bases, sabíamos el poder del público y del jurado; que estuviéramos más o menos conformes, que nos gustara más o menos cómo se hicieron las cosas, no el final. Es otra cosa. Si bien es cierto que tendríamos que habernos visto a nosotras en el jurado, del Benidorm Fest nos llevamos muchos amigos. Lo que sí nos decepcionó fue el odio que se generó en las redes porque todos nos llevamos muchos ataques personales que estaban mal canalizados. Una cosa es que no te guste una canción, otra muy distinta que insultes a su intérprete. El odio mueve odio.

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