Salud reproductiva: una brecha que aún divide Europa
Las barreras legislativas de algunos países europeos obligan a personas LGTBI a mentir sobre su identidad, mantener relaciones con allegados por los que no sienten atracción o costearse un viaje a países como España o República Checa para iniciar procesos de reproducción asistida o fecundación in vitro.
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La discriminación contra las personas LGTBI persiste. Según una encuesta de la Agencia de Derechos Fundamentales de la Unión Europea, publicada en 2020, un 37 % de las personas entrevistadas denuncia haber padecido discriminación en cuestiones de la vida diaria, como la vivienda, los estudios o el acceso a la salud. La situación es todavía peor para las personas trans (55 %) e intersex (59 %). Por desgracia, las banderas de la igualdad de trato y no discriminación por orientación sexual e identidad de género lucen hoy en Europa con demasiados agujeros por zurcir.
Podemos encontrar un ejemplo práctico de esta discriminación en relación con los derechos sexuales y reproductivos. Según una investigación elaborada por Civio, 24 países europeos impiden que las parejas de mujeres puedan acceder a las técnicas de reproducción asistida. Italia, Chipre, Eslovenia y Croacia prohíben que las mujeres lesbianas y bisexuales puedan utilizar la inseminación artificial o la fecundación in vitro. Las personas trans e intersex lo tienen incluso más difícil: muchas veces se ven obligadas a elegir entre el reconocimiento legal de su género o tener descendencia.
24 países europeos impiden que las parejas de mujeres puedan acceder a las técnicas de reproducción asistida
La situación va cambiando poco a poco, aunque la desigualdad todavía perdure en muchas regiones europeas. Hace solo unos meses, Francia cambió la legislación para que todas las mujeres, con independencia de su orientación sexual o de su estado civil, pudieran acceder a la reproducción asistida. En España, donde sí lo tenían permitido por ley, en algunas regiones las personas LGTBI y las mujeres solteras no podían utilizar los tratamientos costeados por la sanidad pública. Esto cambió a principios de noviembre, cuando se les dio acceso a la reproducción asistida través del sistema nacional de salud, aunque esa decisión llegó tres años más tarde de lo anunciado. Y todavía hoy, existen importantes diferencias por autonomías en función de la edad, el número de intentos financiados y otras barreras, como el copago del semen.
Discriminación y exclusión en reproducción asistida
Los problemas de discriminación tienen consecuencias duras. A veces, las personas LGTBI se ven obligadas a mentir acerca de su identidad o de su orientación para esquivar las discriminaciones de la vida diaria. En salud reproductiva, por ejemplo, muchas mujeres en Hungría ocultan su relación con otra mujer para poder acceder a la inseminación artificial o a la fecundación in vitro, técnicas que sí se permiten en el caso de las mujeres solteras. En otras ocasiones, se recurre a mantener relaciones con amigos o personas de confianza, pese a la falta de atracción, o a prácticas peligrosas, como la autoinseminación artificial, que entraña riesgos para las mujeres y los bebés.
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