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Ponga una mascota en su vida (y será más feliz)

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30
diciembre
2021
Boceto de un gato (1813), por Jean Bernard.

Casi desde el inicio de nuestra aventura humana algunos animales comenzaron a acercarse a nosotros: primero, quizá, por hambre; más tarde, ya domesticados, a causa de la costumbre de convivir con el homo sapiens.Perros, gatos, pájaros, hámsteres, hurones: la lista de mascotas es interminable. Esta abarca desde los animales de compañía más tradicionales hasta los más exóticos. Así se puede comprobar con el programa de domesticación del zorro –mediante selección genética– que se inició en la Unión Soviética, cuyos frutos permiten hoy la comercialización de este animal como compañero de vida.

Sea como fuere, la convivencia entre humanos y otros animales es algo bien experimentado por cientos de millones de personas de todo el planeta. La importancia que estos compañeros tienen en sus vidas, en especial en momentos de crisis como la actual pandemia, es evidente: solo en la Comunidad Valenciana, y tras el confinamiento general de 2020, los registros de animales de compañía ascendieron en un 37,6% respecto a los del año anterior. La tendencia fue semejante en el resto del país. La soledad, la angustia, la enfermedad y la quiebra de las rutinas previas a la crisis sanitaria son los factores que, según los expertos, impulsaron a miles de personas a convivir con un ser vivo de otra especie: una vez que comenzamos a compartir hogar con un animal, nuestras vidas dan un vuelco (y, normalmente, para bien).

En la Comunidad Valenciana, tras el confinamiento de 2020, los registros de animales de compañía ascendieron en un 37,6%

Según Paula Velilla, psicóloga general sanitaria, «el hecho de tener una mascota ha demostrado tener numerosos beneficios para la salud, tanto física como mental». El motivo, en su opinión, reside precisamente en el contexto que implica convivir con el animal. «Poder compartir tu hogar, tu lugar de seguridad, tu confianza y tu tranquilidad con una mascota genera en sí mismo un vínculo afectivo», defiende. Pero además de la propia convivencia, la interacción con un animal también proporciona otras ventajas, como el hecho de sentirse querido, acompañado, defendido e incluso comprendido. Otra de las aportaciones que una mascota puede ofrecer a una persona es, ante todo, una rutina que invite a abandonar vicios narcisistas: cuidar de un animal, estar pendiente de él, participar en sus juegos e incluirlos en nuestras inercias ayuda a educarnos en una sana visión del mundo que nos rodea, razón que en tiempos críticos puede resultar de vital importancia.

Velilla es clara a la hora de recomendar la convivencia con una mascota: «Tener un animal implica gratificación, pero también conlleva un compromiso y responsabilidad. El cuidado de una mascota puede suponer un desafío en los momentos en los que emocional y cognitivamente no se está preparado. Por ello, es importante poder identificarlo y pedir ayuda para su cuidado si es necesario». Frente a los abandonos, las adopciones. Los expertos también son claros en este aspecto: es preferible acoger a un animal que adquirirlo, teniendo en cuenta, además, la cantidad de servicios públicos, oenegés y asociaciones que ofrecen esta posibilidad. Se trata de animales que lo han pasado mal con sus anteriores dueños, o que han quedado desamparados y están deseando tener un nuevo amigo de dos patas que los quiera y les proporcione hogar. De hecho, cada vez más gente parece tener clara la ventaja que supone esta vía: solo en junio de 2020, las protectoras contabilizaron un fuerte aumento de las adopciones en comparación con 2019.

Velilla: «Poder compartir tu hogar, tu lugar de seguridad, confianza y tranquilidad con una mascota genera un vínculo afectivo muy importante»

En lo que la pandemia no ha cambiado demasiado las tornas es en las especies que seguimos prefiriendo como mascotas: los perros lideran la clasificación seguidos muy de cerca por los gatos, los hámsteres y los pájaros y los peces. Unas preferencias regidas por la mayor población que habita en pisos de áreas urbanas (y en las grandes urbes, además, de reducido tamaño). En este aspecto, el cuidado de ciertos animales que por sus condiciones biológicas necesitan mayor esparcimiento, como sucede con los canes, acentúa la necesidad de acostumbrarnos desde el principio a unos rituales de convivencia con la mascota.

Al margen de los beneficios, convivir con animales nos hace más felices; al menos así lo aseguran distintos estudios científicos y desde la psicología. Así lo explica, por ejemplo, Velilla: «Poder compartir tu hogar, tu lugar de seguridad, confianza y tranquilidad con una mascota genera en sí mismo un vínculo afectivo muy importante. Este vínculo conlleva asociadas experiencias que repercuten en la autoestima, autocuidado, autoimagen y autoconcepto (qué responsable soy, qué capaz soy de cuidar a otro ser vivo). Por ello, si el balance que obtenemos del mismo resulta satisfactorio, afectará positivamente sobre nuestra salud mental, lo que influirá directamente en la física». Más allá de nuestras preferencias, y siempre que se realice con responsabilidad, ponga una mascota en su vida. Usted lo agradecerá y ella, muy probablemente, también.

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