Energía

De consumidor pasivo a prosumidor, el futuro de la gestión energética

En el camino hacia un sistema energético distribuido en el que la energía se generará más cerca de los puntos de consumo, los ‘prosumidores’ se convierten en actores clave para la flexibilidad y estabilidad del sistema.

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14
diciembre
2021

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Las redes eléctricas están experimentando la transformación más grande en un siglo en todo el mundo. El crecimiento acelerado de la población mundial y los constantes avances tecnológicos disparan la demanda de energía a nivel global y todos los indicios apuntan a que esta tendencia seguirá al alza. Este escenario, sumado a la volatilidad de los precios de la energía y la necesidad de luchar contra el cambio climático y descarbonizar la energía, muestran la urgencia de un cambio en los modelos energéticos, con una clara basculación hacia la utilización de energía eléctrica procedente de fuentes renovables. No obstante, esta energía sigue dependiendo en gran medida de la energía generada a partir de combustibles fósiles y transportada por redes poco flexibles, donde la energía fluye en una sola dirección.

Para ello, serán fundamentales dos aspectos: la transición a un modelo de energías limpias y la necesidad de evolucionar los modelos de negocio desde el mero suministro de energía, hacia modelos de servicios de mayor valor añadido que habiliten una mayor flexibilidad de la red eléctrica. Afrontar estos retos requiere de unas nuevas infraestructuras energéticas y modelos de negocio disruptivos, y en ambos casos, la descentralización es un elemento clave. Pasando de un modelo en el que la energía es generada en ‘un lado’ de la red con grandes centrales de generación y transportada y distribuida hasta los puntos de consumo, a un nuevo paradigma con fuentes de generación on-site cerca de los puntos donde se va a consumir. Esto permite una eficiencia de todo el sistema muy superior gracias a la reducción drástica de las pérdidas asociadas al transporte a grandes distancias y por el hecho de poder adaptar la generación a la demanda mucho más fácilmente.

Asociamos con facilidad los modelos de descentralización de la energía con el despliegue de energías renovables, y, en efecto, se trata del cambio de paradigma más importante. Sin embargo, la descentralización no se limita a las fuentes de energía sino al propio control de esa red.

Empoderamiento del consumidor

«Evolucionaremos de consumidores energéticos unilaterales a prosumidores energéticos multidireccionales»

En este sentido, los consumidores se están empezando a empoderar, convirtiéndose en prosumidores activos, capaces de generar, almacenar y redistribuir energía cuando sea necesario, es decir, capaces de gestionar activamente sus propios recursos energéticos, no solo consumir la energía que les llega de la red. Para los que actualmente sólo consumimos energía, ya sea en nuestros hogares o negocios, la descentralización significa que nos involucraremos más y más en la producción de energía y también, en su almacenamiento. Evolucionaremos de consumidores energéticos unilaterales a prosumidores energéticos multidireccionales.

Gracias a la digitalización, los prosumidores se convierten en piezas claves del puzle energético: activos inteligentes, flexibles y controlables, capaces de coordinarse y de ajustar de forma dinámica sus consumos en beneficio de la estabilidad de la red eléctrica con tres objetivos finales: maximizar sus ahorros energéticos, minimizar su huella de carbono y garantizarse la continuidad de suministro eléctrico.

Hoy en día contamos con el despliegue tecnológico para llevar esto a cabo, las microgrids. Aplicables tanto a empresas, como a particulares o a comunidades energéticas, una microgrid aprovecha la tecnología de control para gestionar y optimizar de manera inteligente los recursos de almacenamiento y de generación de energía on-site (fotovoltaica o eólica, principalmente) así como las cargas flexibles, lo que permite a los usuarios tomar decisiones sobre el uso de la energía.

Democratizar el acceso a las energías renovables

Este cambio drástico de paradigma en el sector energético contribuye a una mayor eficiencia del sistema eléctrico y a la democratización del acceso a las energías renovables. El rápido desarrollo de estas tecnologías está permitiendo que su precio sea cada vez más asequible, acelerando de forma extraordinaria la introducción de energías limpias en el sistema eléctrico. La deslocalización de la producción de energía también permite el acceso a la energía renovable a un precio razonable en áreas remotas o alejadas de la red principal.

«Actualmente la financiación privada verde es más barata que nunca»

Además, la legislación juega un papel fundamental en el impulso de la descentralización de la producción de energía. A nivel europeo, un gran hito ha sido el Green Deal: la Unión Europea quiere ser la primera región a nivel mundial en transitar hacia una economía cero neta en CO2. Este objetivo está propiciando la aparición leyes, normativas y regulaciones, así como múltiples instrumentos de financiación y ayudas públicas. Cabe mencionar, por ejemplo, el Plan España Puede que cuenta con 25.000 millones de euros para proyectos relacionados con la «Transición Energética». A ello se le suman ayudas concretas para el almacenamiento energético en sistemas de autoconsumo y almacenamiento, catalizando el despliegue de las microgrids.

Además, actualmente la financiación privada verde es más barata que nunca, siendo los criterios sostenibles una exigencia creciente de los bancos de la UE. Esto implicará más inversiones sostenibles y responsables, en línea con los criterios ESG (environmental, social and governance) que ya empiezan a ser una importante tendencia entre las empresas

Nuevas necesidades, nuevos profesionales

La gestión de activos energéticos de forma descentralizada todavía es muy nueva y tiene gran potencial de crecimiento y desarrollo, por lo que genera nuevas necesidades y, por tanto, nuevos perfiles de profesionales. Cada vez más, serán necesarios perfiles capaces de optimizar los recursos energéticos y la gestión de energías renovables, de integrar las diferentes tecnologías de almacenamiento y que entiendan el contexto del mercado tarifario y todas las tendencias que lo afectan.

Pero no solo se generan nuevos puestos de trabajo, también nuevos modelos de negocio vinculados a la generación distribuida. Aquí es importante destacar que en 2022 está previsto que se active de forma efectiva la figura del agregador de la demanda independiente, que permitirá a cualquier consumidor o comunidad energética participar en los mercados de flexibilidad, proporcionando servicios a la red negociables y monetizables.

En definitiva, las redes de energía eléctrica se encaminan hacia un modelo de generación distribuida, donde las fuentes renovables tendrán cada vez mayor protagonismo, y el autoconsumo y los prosumidores transformarán el actual paradigma energético.


Jordi García es vicepresidente de las divisiones de Digital Energy y Power Products de Schneider Electric España.

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